7-Rubia de tetas grandes

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Despertó al oír una risita que no parecía de Katsuki.
Se conocía ya bien su voz de todo el tiempo que llevaba viviendo con él, y sabía perfectamente que no tenía una risa aguda y risueña, no.
Él tenía voz ruda, grave, y aquello era una risa aguda y un tanto escandalosa, una risa que no reconocía; nunca la había escuchado.

Se incorporó en el sofá, donde se había quedado dormido la noche anterior tras su café verde calentito, viendo al sitio donde había escuchado aquella risita.
La risa venía de la cocina.

Ahora, ¿Cómo podía ver la cocina desde el sofá?
Sencillo, la cocina y el salón estaban unidos en el mismo sitio aunque separados por una encimera larga que actuaba a su vez como una barra, así que desde la sala y el salón se podía ver toda la cocina.

Allí vio que Katsuki estaba junto a una chica, él solo con un pantalón el pijama y ella con otro y un sostén.
Era una chica rubia con el pelo semi-ondulado, ojos castaños y unos grandes labios rosados, maquillada por lo que podía ver.
Una chica rubia semi-desnuda en el piso.
Una chica rubia, tetona, de labios lindos semi-desnuda en el puñetero piso.

...quizás aquello eran alucinaciones por haber dormido en un sofá.
Esperaba que fuesen alucinaciones, sinceramente, porque no llegaba a comprender porqué él no podía traer ligues a casa pero el rubio sí.

...quizás porque no era su casa.

En cualquier caso se incorporó un poco, entrecerrando los ojos mientras miraba hacía allí.

—Cállate imbécil, que lo vas a despertar.

—Eres un triste Katsuki, ¡Deja que me ría! No me esperaba-

No puso aguantar más.
Aquella risa era insoportable, aquella voz era insoportable...

Solo era por las normas.

—Buenos días.

Ambos dejaron de discutir para mirar al peliverde, la chica sonriendo y el rubio agarrando la taza del pecoso para empezar a preparar su café.

—Buenos días, pecas.

La rubia sonrió, girándose a él mientras se hacía una coleta alta.

—¡Hola! ¿Eres tú el nuevo compañero de piso de Katsuki? ¡Es un gusto! Me dijo que eras muy lindo.

—Cállate y vuelve a la habitación rubia, que tenemos que seguir.

Ella rió un poco antes de volver a la habitación, dejando a Izuku mirando la puerta de esta fijamente.

—¿Estás bien? —Midoriya miró al rubio, asintiendo rápido. —Anoche estabas desanimado.

—El descanso ayudó al buen humor.

Katsuki asintió, pasándole su taza de café verde con azúcar y caminando a su habitación casi con prisa.

—Mándame un mensaje sí necesitas algo.

Asintió, observando cómo se iba a su cuarto, tirándose frustrado al sofá de nuevo mientras se ponía una almohada en la cara.

...mierda.

Aquella rubia pasó todo el día dando vueltas por la casa.
Lo peor era que iba mostrando su cuerpo sin ninguna vergüenza.

Podía estar con pantalón y sin camiseta, con camiseta y sin pantalón, sin nada en absoluto, y su excusa era que hacía mucha calor (Izuku agradecía bastante que al menos iba con ropa interior decente y no con lencería semitransparente o algo por el estilo, que se lo esperaba bastante, la verdad).

Con Dos De Azúcar, Por favor | BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora