6-Primera Semana, Primer Trabajo

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Despertó cuando alguien le sacudió por el hombro, haciéndole gruñir al notar su cuerpo completo moverse de forma brusca.
Abrió los ojos poco a poco, acomodándose a la luz y viendo a un rubio con el ceño fruncido mirándole fijamente.

—El café está listo.

Se levantó de la cama lento, desperezándose con un bostezo, frotándose los ojos mientras se levantaba y se ponía un pantalón por encima de la ropa interior, no teniendo ganas de ponerse una camiseta.

Caminó hasta la cocina de forma cansada, viendo a Katsuki sosteniendo su taza de café.

La suya era la verde, la del rubio era de color naranja.
Siempre se hacía su café verde con azúcar, y el rubio se lo hacía según como estuviese de humor.

Llevaba una semana viviendo en ese piso y por fin había llegado su primer día de trabajo después de tanto tiempo.
Estaba emocionado.
Y cansado.

Relajó su ceño cuando acercó su taza de café a su rostro, sonriendo al sentir el aroma cálido en su rostro.
Tomó un pequeño sorbo antes de tomar impulso y sentarse sobre la encimera de la cocina, haciendo al rubio fruncir su nariz molesto.

—Baja de ahí.

—¿Porqué siempre me despiertas tan temprano para el café? —Tomó otro poco de café, ladeando un poco su cabeza con curiosidad —Entiendo ese dicho de "A quién madruga Dios le ayuda", pero soy ateo así que no-

—Calla.

Izuku frunció sus labios, disgustado con su tono; sabía cómo era Katsuki pero era demasiado temprano para lidiar con su actitud mala y arisca.

—No seas así hombre que solo intento entender-

—Cállate. —Izuku quedó en silencio, tomando otro sorbo lento, tratando de hacer el menor ruido posible. —¿Lo oyes?

Siendo honestos, el pecoso no escuchaba absolutamente nada.
Oía los coches y motos en la calle, oía a los pájaros cantar al despertarse y persianas de casas lejanas siendo levantadas.
Alguna música lejana, y el sonido de un despertador.
El sonido de su nariz al respirar, su corazón latiendo en su pecho.

Pero solo lo oía si se concentraba mucho, realmente había un silencio absoluto.

—No. No lo oigo.

—Exacto. —Al ver la cara de confusión del chico de cabello rizado rió un poco, soltando su taza de café para estirarse. —¿No es lo mejor del mundo? A estas horas todo está callado. Tomar el café en silencio me relaja, me tranquiliza. A veces no me importa escucharte, incluso está bien. Escuchar tan solo los sonidos comunes y humanos durante un ratito está bien.

»¿No te lo parece? A mí me gusta después de pasar una noche complicada en el restaurante. O después de una buena noche. Me gusta siempre, la verdad.

Izuku no volvió a hablar, quedándose en silencio mientras bebía su café, fijándose un poco más en los sonidos a su alrededor, viendo al rubio sonreír un poco al haberle hecho comprender.
Sólo con el sonido de su corazón y los coches; los despertadores, las persianas y su respiración.

...estaba bien tomar café en silencio durante un rato.

¡Estaba bien! Estaba calmado, listo y arreglado para empezar a trabajar en aquella pastelería de la ciudad.
Sus mejores amigos le habían recomendado ese lugar, pues trabajaban ahí a turnos partidos.
Su amiga Ochaco trabajaba por la mañana, Shoto en el mediodía y él trabajaría por la tarde.

Estaba muy bien. Estaba relajado, en la puerta de la pastelería, preparado para entrar y cambiar su turno con su amigo.
Había estudiado todas las recetas, había aprendido la disposición de los ingredientes, tenía acceso a las redes sociales del negocio para promocionarlo con los dulces que hiciese y estaba lleno de energía para trabajar.

Con Dos De Azúcar, Por favor | BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora