4-Dulce

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Estaba medio consciente.
Bueno, estaba consciente del todo, solo que se notaba como si estuviese bajo el agua.
Como estar en una piscina, estando consciente pero no viendo demasiado bien y no escuchando nada, escuchando ahogado.

No recordaba sus ataques de pánico así. Quizás ni siquiera era un ataque de pánico, quizás solo estaba disociando, o dejando que su cabeza divagase.
Sabía que estaba en el suelo sentado, sabía que respiraba, que quizás lloraba, pero más allá de eso su mente estaba en un lugar completamente distinto de donde él se encontraba.

Le daba bastante miedo estar así, la verdad. Había pasado bastante tiempo sin ese sentimiento, y no es como si lo echase de menos.
Hubiera podido sobrevivir perfectamente sin haberlo tenido nunca más.

Pero la realidad le estaba golpeando, y eran golpes bajos, dolorosos, golpes que no sabía si era capaz de aguantar.
Se iba a quedar sin casa.
Se iba a tener que ir a la calle.
No podía pagar nada.
No volvería a ir a terapia por la falta de dinero.
No tenía trabajo, tenía que estudiar y no tenía lugar donde estar.
Era un total desgraciado.

Y había robado una puñetera cafetera.
¿Qué clase de imbécil roba una cafetera?

...lo de la cafetera le iba a perseguir por el resto de sus días.

Quedó sentado en su rellano, sin reaccionar, oyendo una puerta abrirse y una voz que le llamaba, pero no era capaz de reaccionar rápido, estaba en las nubes
Alguien le dio un par de golpes en la cabeza y se volvió consciente de dónde estaba realmente y de su situación.
Miró hacia aquella persona que le había hablado.
La voz le sonaba.
Una voz odiosa que no quería escuchar.

Cómo no, por si no podía ser más cliché, era su vecino.
Parecía enfadado.

Escuchó las palabras 'Temprano' '...escucha llorar desde mi casa...' '...e estás oyendo?!'.
No, la verdad es que le escuchaba pero no se estaba enterando demasiado bien de lo que le estaba diciendo o lo que le estaba ocurriendo.

Notó que el tono de voz de su vecino se calmaba, que bajaba el tono, que ya no parecía estar tan enojado como antes. Notó que le ayudaba a levantarse, sus piernas temblando un poco al tratar de ponerse en pie por sí solo.
Antes de que se diese cuenta ya estaba dentro de la casa de su vecino, con algo pesado pero cálido y reconfortante por encima de los hombros.
A todo esto, la pequeña parte consciente y lógica de Izuku se preguntaba porqué estaba dejando que pasase todo eso, porqué siquiera estaba dejando que aquel energúmeno interactuase con él.

No lo sabía.

Poco a poco fue saliendo por sí solo de aquel pequeño trance, dándose cuenta de que estaba en un sofá, de que tenía una manta por encima de los hombros, y de que entre sus manos había algo cálido.
Miró hacia sus manos y sonrió un poco.
Un café.

Su vecino le observaba sentado en un sillón, el ceño fruncido y algo inclinado hacia adelante, sus brazos apoyados en sus rodillas mientras le miraba.

-¿Ya has vuelto de la luna?

Izuku asintió con un pequeño suspiro a aquello.

-Algo así... -Tomó un pequeño sorbo del café y alzó una ceja con una pequeña sonrisa que parecía aguantarse una carcajada. -¿Esto lleva azúcar? Soy Izuku, por si te interesaba saberlo. Nunca nos hemos presentado.

-Dos sobres, como a ti te gusta. Soy Katsuki, nunca me he presentado tampoco, más que nada porque eres bastante esquivo. Parece que me odias o algo.

Izuku solo asintió, respirando hondo antes de cerrar los ojos y tomar otro poco de café.
Le reconfortaba aquella bebida y ni siquiera sabía porqué.
Bebió tranquilo, en silencio mientras su vecino le observaba, aunque no entendía porqué le miraba tanto.

Con Dos De Azúcar, Por favor | BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora