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Las calles se visten con la caída de la hoja.

El viento cada día es más gélido y los atardeceres llegan antes.

El verano se despide y el otoño comienza a pesar de las vanas protestas de uno de nuestros protagonistas. Sus preciadas vacaciones en Hawaii han llegado a su fin. Su piel más bronceada le hace ver más atractivo tanto que sus compañeras de trabajo suspiran a su espalda dejando un río de babas a su paso. Él sabe lo que provoca en ellas, y en ellos todo sea dicho. Y le encanta. Lo adora. Ama ser el centro de atención, que las miradas recaigan en él, que fantaseen con ser tomados en rincones escondidos, que repasen durante semanas los pequeños diálogos que han mantenido en el trabajo, que escriban historias donde él es su amo y ellos sus sumisos.

Vive por y para ser el protagonista.

Nunca nadie le ha rechazado. Todos le adoran.

Le aman.

Y que en su regreso sea tan bienvenido le hace olvidarse de regresar al trabajo donde es el mejor en su campo, donde otros le envidian y acaban idolatrándole, donde es la imagen de publicidad del hospital en el que trabaja y pronto, muy pronto, ascenderá hasta la cima:

Su aspiración más fuerte: ser el director de la junta directiva.

-Este será mi año.- murmura dibujando un círculo en un lejano día en el calendario de diciembre – Seré el mejor y tendré a todos besando mis pies. Seré el Rey, me pondrán una corona que pasearé por los pasillos haciendo volar mi glamurosa capa, donde los pacientes en sus últimos minutos de vida se levantarán de sus camas para ser yo lo último que vean e irse al cielo en paz y armonía, seré el médico más guapo y caballeroso de todo el país, me lloverán las ofertas para hacer anuncios, me entrevistarán en el extranjero, solicitarán mis servicios los tontos médicos norteamericanos, se escribirán libros sobre mi brillante carrera, venderé mi autobiografía donde-

-Donde dirán lo narcisista que eres y cuanto te gusta patear a la gente cuando ya no los necesites.

-Es la envidia la que habla, amigo.

-Es la voz de la sabiduría, amigo.

Monoma masculla y aparta el delicioso capuchino que se estaba tomando.

-El hospital llevará mi nombre.- levanta las manos con gran realeza - ¿A dónde vas? El descanso aún no ha terminado.

-A pedir un traslado, no quiero trabajar en un hospital llamado "Narcisista idiota".

-Tú ríete pero en cuanto consiga el puesto de director nuestro querido y amado hospital pasará a llamarse Doctor Neito Monoma.- suspira embobado, eclipsado – Qué bien suena. Debería ir llamando a un amigo publicista para que lo organice todo.

-Faltan tres meses para que se convoque a la nueva junta directiva, Neito.

-Y aunque faltasen diez años sé que ganaría. Todos me quieren. Soy el mejor. El mejor neurocirujano. Por mis manos ha pasado la cabeza de famosos, políticos, militares e incluso el presidente. Soy un jodido Dios y el pueblo lo sabe.

En eso no puede rebatirle. Monoma es el mejor neurocirujano, pero en cuanto a personalidad... Un gusano es mucho más empático que él.

-Salgamos esta noche a beber. Celebremos mi regreso y mi futura victoria, aunque en realidad no hay batalla que ganar, todos mis rivales son imbéciles.

Lo dicho. Un gusano le da tres mil patadas.

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El bar donde han decidido ir a tomarse unas copas está igual de abarrotado que siempre. Sea cual sea la temporada, chicos y chicas deciden ir cada noche a disfrutar del buen ambiente, la buena música y de los mejores cocteles no aptos para estómagos delicados.

Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora