-10-

57 9 0
                                    

La noche en la que Monoma regresó del funeral de su paciente, olía a alcohol y a mezclas de distintos omegas que a Shinsou, nada más olerle, arrugó la nariz pero no hizo ningún tipo de comentario. Monoma caminaba y se movía silencioso, lento, como un fantasma, un espectro, un alma en pena que quería pasar desapercibida no lográndolo ante aquel que había pasado todo el día en casa esperando su regreso, esperando para reconfortarle, o simplemente esperando para sentarse a su lado en silencio.

No pudo hacer nada de eso.

Tal como Monoma llegó desapareció en su habitación no sin antes anunciarle que al día siguiente iría con él a su supuesto apartamento.

Shisou no quería.

No deseaba irse.

Sabía que no tenía otra opción. Aunque no recordaba quien era ya sabía donde vivía y por tanto no había ninguna razón para seguir quedándose en un lugar cuyo dueño no le recibiría con los brazos abiertos y la más hermosa y bienvenida de las sonrisas como deseaba. El quedarse allí solo le sería una molestia.

Era un estorbo.

Y ya había hecho más que suficiente por él en esas largas semanas.

Shinsou se limitó a asentir y seguir con la mirada la espalda caída de Monoma hasta desaparecer escaleras arribas rumbo a su propia habitación.

Inconscientemente, el rastro de feromonas de omegas se vio arrasado por el tsunami de las suyas propias.

****
-Para tener un coeficiente muy alto tienes un pésimo gusto para elegir donde vivir.- es lo que Monoma dice nada más bajarse del coche – Quizás no eres tan inteligente como le haces creer a los demás.

-Ser inteligente y tener gusto no tiene nada que ver, doctor.

Responde cabizbajo.

Durante todo el desayuno y el viaje en coche donde Monoma conducía no se ha molestado en dirigirle una sola palabra hasta ahora. Shinsou ha hecho lo imposible para arrancárselas obteniendo ruiditos que él ha interpretado como sí o no.

Vuelve a irritarse.

¿Por qué finge delante de él? ¿Por qué no le deja quedarse a su lado? ¿Por qué no corre a sus brazos y deja salir todo el dolor por la pérdida de ese pobre niño que le asfixia? Si se lo pidiera él sería la bombona de oxígeno que necesita. Él le llenaría los pulmones de su propio oxígeno si se lo pidiera.

Pero Monoma no ha vuelto a sacar el tema.

Ni tampoco le ha dado las gracias. No ha vuelto a mencionar nada, y en cuanto sus lágrimas dejaron de salir salió de la habitación del hospital para no verse de nuevo hasta que Shinsou fue dado de alta y Monoma se encerró en su habitación saliendo solo para ir a trabajar; y así hasta que el funeral terminó.

-Doctor.

-¿Lo has traído todo?

Pregunta bajando una mochila de viaje portando en su interior todo lo que le compró a Shinsou.

Toma su propio equipaje y lidera el camino. Está nervioso. Incómodo. Muy intranquilo. Nada de ese lugar le suena. Ni el viejo edificio. Ni el abandonado jardín que les rodea. Ni los niños que pasan por su lado tras salir de sus respectivas casas yendo a jugar. Ni tampoco el desconocido que corre hacia él llamándole a voces.

-¡Por fin apareces, niñato! ¿Dónde te has metido? ¡Llevas meses sin aparecer por aquí! ¡Ya te daba por muerto e iba a llamar a una agencia de mudanzas para que vaciara tu apartamento! ¡He perdido dinero con tu larga ausencia! Más te vale dejarte caer por aquí para pagarme lo que me debes del alquiler.

Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora