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Cuando Monoma llega a casa, no se sorprende al ver en la entrada no solo las zapatillas bien colocadas de Shinsou quien se ha dado cuenta que es muy meticuloso para el orden y la limpieza, sino también un par de zapatillas de pies mucho más pequeñitos bien colocadas una al lado de la otra.

Sonríe inconscientemente y camina hacia la habitación que ocupa su paciente.

La puerta está entre abierta.

-¡Y de repente! ¡Un enorme melocotón gigante apareció en el patio trasero de la casa! ¡El niño gritó emocionado! ¡Su abuela observaba al niño con una risueña sonrisa! ¡El pajarito piaba de alegría! ¡Y el gato maullaba asustadizo!

Sin pensárselo, se sienta justo al lado de la puerta para terminar de escuchar el cuento que Shinsou está leyendo a los dos pequeños...

Cuando despierta tiene la cabeza apoyada en el hombro de Shinsou.

-¿Le he despertado? – Monoma niega frotándose los ojos.

-¿Llevo mucho tiempo dormido?

-No más de veinte minutos.- le acaricia la mejilla. Monoma luce exhausto. Pero Monoma también capta en Shinsou una oscura luz en sus apagados y preciosos ojos - ¿Cómo se encuentran Midoriya y el bebé?

-Ambos están bien.- le desordena el cabello tranquilizándole con la mirada – Deben pasar la noche en observación. Katsuki están con ellos.

Shinsou suspira aliviado.

Ha pasado mucho miedo, sobre todo tras conocer la gravedad del embarazo de Izuku. Los llantos desconsolados de los mellizos. La pesada sonrisa de éste intentando tranquilizar a sus hijos.

Le sigue doliendo el pecho.

-¿Debí haberle pedido permiso para traer a los mellizos?

-Para nada, al contrario, te agradezco que hayan venido contigo.- se pone cómodo recostándose de nuevo en su hombro – Pero me sorprende que hayan seguido a un desconocido y no hayan ido con ninguna de sus abuelas – cierra los ojos – Izuku mencionó algo sobre un truco de magia. ¿Ahora eres mago?

Se burla.

-Solo fue un tonto truco que... bueno... no sabía que podía hacer...

-Enséñamelo.

Le pide girándose hacia él.

Los dedos de Shinsou no dudan en rozar la oreja izquierda de Monoma. Se le ha puesto la piel de gallina. Después, aparece frente a él una pequeña margarita. Monoma sonríe, sorprendido. Quiere saber el truco pero al mismo tiempo no. De pequeño le fascinaba la magia. De adulto descubrió que todo era mentira. Pero con Shinsou no quiere aceptar esa mentira.

-Ahora entiendo por qué te han seguido.- Shinsou le mira confundido – Mahoro y Katsuma adoran las margaritas porque el olor de esas flores es el olor que perciben de sus padres.

-¿Huelen a margaritas? – Monoma asiente – Mmm qué distinto es el olor de un omega u alfa para otros de su mismo segundo género... - luce muy sorprendido – Para mí Midoriya huele a sábanas limpias.

-A mí a algodón de azúcar.

Vuelven a reír pero en voz baja. No quieren despertar a los pequeños.

Se quedan en silencio con sendas sonrisas dibujadas en sus cansados rostros.

-El cuento que le he leído a los niños, lo siento, lo tomé prestado de su biblioteca. Ambos querían que les contara una historia y me puse tan nervioso que no se me ocurrió ninguna buena, entonces recordé que había visto ese cuento entre sus libros de medicina y ha sido todo un éxito.

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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