Capítulo IV

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(No debí poner esto en números romanos)

El verano en la mansión Langenberg transcurrió entre días de sol y noches estrelladas, donde William y Tom exploraron los límites de su relación en medio de una atmósfera de oscuridad y pasión. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, un nuevo evento sacudió el delicado equilibrio entre ellos.

Una tarde calurosa, William recibió una carta en el desayuno. La carta, sellada con el escudo de armas de una familia prominente de sangre pura, contenía la noticia que cambiaría el rumbo de su verano.

William se sentó en la biblioteca con Tom a su lado, sintiendo el peso de las palabras escritas en el papel entre sus dedos. Tom observó su rostro con atención, detectando la tensión que se acumulaba en los rasgos de William.

-¿Qué es, Will? -preguntó Tom, su tono mezclado con curiosidad y precaución.

William inhaló profundamente antes de responder. -Es una carta que me informa que...me han comprometido con una chica llamada Sally Blackwood.

La expresión de Tom cambió sutilmente, sus ojos oscuros estrechándose mientras procesaba la información. -¿Comprometido? -repitió, su voz apenas un susurro.

William asintió, su mirada encontrándose con la de Tom. -Sí, parece que mi familia ha decidido que es hora de que asegure mi futuro con una alianza matrimonial.

Tom se puso de pie abruptamente, una mezcla de emociones cruzando su rostro. -¿Y tú qué piensas al respecto, William? -preguntó, su voz tensa y sentía el pánico recorrer sus venas.

William se pasó una mano por el cabello ondulado, sintiendo el peso de la decisión sobre sus hombros. -No sé qué pensar, Tom. No esperaba esto, y... no sé cómo sentirme al respecto.

Tom se acercó a William, sus ojos fijos en los de él. -¿Y qué hay de nosotros, William? -preguntó Tom, su voz ahora más suave-. ¿Qué significa esto para nosotros?

William miró a Tom, sintiendo el nudo en su garganta. -No lo sé, Tom. Pero te necesito más que nunca ahora.

Tom se quedó en silencio por un momento, su expresión indecisa. -No permitiré que te alejen de mí, William. Eres mío.

Los días siguientes fueron una mezcla de tensión y negociaciones. William intentaba encontrar una manera de manejar su compromiso con Sally mientras mantenía su conexión con Tom intacta. Sin embargo, la presencia de Sally en la mansión Langenberg trajo consigo un aire de formalidad y expectativa que William encontró difícil de ignorar.

Sally, una joven de belleza serena y modales impecables, fue recibida con entusiasmo por la familia Langenberg. Su presencia llenó la casa con una energía diferente, marcada por la planificación de una boda que parecía inevitable.

Tom observaba a Sally con ojos fríos y distantes, aunque William notó la tensión palpable cada vez que estaban cerca. En las cenas familiares, Tom se mantenía reservado pero vigilante, como si estuviera esperando el momento adecuado para intervenir.

Una noche, después de una cena formal en honor a Sally, William y Tom se encontraron en la terraza de la mansión. La luna brillaba sobre ellos, iluminando sus rostros en la penumbra.

-Tom, necesito que entiendas... -comenzó William, su voz llena de angustia.

Tom lo interrumpió, sus ojos buscando los de William con intensidad, por un momento los ojos de Tom parecían cristalinos por querer llorar. Su voz era baja y urgente-. No puedes simplemente casarte con ella y esperar que todo siga igual entre nosotros.

William se quedó en silencio por un momento, sintiendo el peso de las palabras de Tom. -Lo sé, Tom. Pero no sé qué más puedo hacer. Mi familia espera esto de mí...

Desgraciadamente enamorado /Tom Riddle x Male ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora