El árbol que se erguía majestuoso en la selva era un coloso de madera dura, con una corteza rugosa y densa que había resistido las inclemencias del tiempo durante siglos. Sus anillos de crecimiento eran testigos de incontables temporadas de lluvia y sol, y su tronco robusto parecía impenetrable, un baluarte de la naturaleza contra cualquier amenaza externa.
Sin embargo, la garras afiladas y poderosas, se aferró al tronco con una fuerza casi sobrenatural. Sus garras eran como cuchillas de acero, incrustándose en la madera con una precisión y determinación aterradoras. Con cada batir de sus inmensas alas, la presentación ejercida era surreal, los músculos se tensánron mientras empujaba y tiraba de la corteza.
El sonido que emergía del árbol era un crujido profundo y gutural, como el lamento de un gigante herido. La madera, normalmente tan firme y resistente, comenzó a ceder bajo la presión implacable de las garras del depredador. Astillas volaban en todas direcciones mientras la corteza se rompía lentamente, cada fragmento cayendo con un sordo golpe al suelo de la selva.
El empuje continuó, casi absurdo en su intensidad. El tronco vibraba con el esfuerzo, las fibras de madera resistiendo hasta el último momento antes de quebrarse bajo la abrumadora fuerza del ser. Finalmente, con un estremecedor chasquido, un gran trozo del tronco se desprendió. Era tan grande que podría haber sido la puerta a un mundo secreto, un agujero lo suficientemente amplio para que una inmensa criatura se deslizara en su interior.
Eduardo, lleno de ira, quedó instantáneamente paralizado cuando el temblor cesó. Justo enfrente de él, la robusta corteza del árbol comenzó a desgarrarse con un crujido ensordecedor. Sus ojos, abiertos de par en par por el miedo, observaban impotentes cómo la pared del árbol se desprendía poco a poco.
Entonces un inmenso fragmento de madera, cayó al suelo con un estruendo que reverberó por el entorno, una figura sombría y aterradora apareció en el hueco recién formado, eclipsando la luz del sol. Era esa gigantesca águila arpía, su imponente silueta proyectando una sombra ominosa sobre todos los presentes. El guacamayo mayor sintió su corazón latir con fuerza, como si estuviera a punto de estallar.
El depredador estaba frente a él, proyectando su inmensa y oscura silueta ante sus aterrorizados ojos. El sonido metálico de las cadenas que colgaban de sus patas resonaba como un siniestro presagio de desgracia. Sus plumas, originalmente blancas y majestuosas, ahora estaban opacadas por la suciedad y manchadas con sangre seca, una marca distintiva que la diferenciaba de otras águilas. Esta apariencia descuidada y cruel le daba un aspecto aún más intimidante.
La mirada penetrante del águila era inconfundible, a pesar de la gran cicatriz que atravesaba el lado izquierdo de su cara, donde faltaba un ojo. Ese único ojo sano brillaba con una ferocidad inhumana, intensificando el terror en el corazón del guacamayo anciano. Cada movimiento de la arpía parecía cargado de una fuerza bruta y una violencia contenida, su presencia imponente era suficiente para paralizar a cualquier criatura en la selva.
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Entre Garras Y Alas ||Rio 2|| Fanfic ||
Fiksi PenggemarNuestro querido Blu viajó junto a su familia a la increíble y salvaje Amazonas después de enterarse de que posiblemente no eran los únicos guacamayos spix. Adentrándose en las garras de la selva desconocida, fueron raptados y llevados al corazón de...