1. El de cuando Ten pide el favor.

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Me encontraba empapado de pies a cabeza. La lluvia caía torrencialmente y podía adivinar que los días siguientes tendría pulmonía. Estaría en cama una semana entera sin visitas y aburrido, pero no me importaba, necesitaba esto, necesitaba de este aire purificado para limpiar mis pulmones y sentirme vivo. Miré a mi alrededor y encendí un cigarrillo. Me sentí patético un segundo pero luego le vi el lado positivo a las cosas. Yo era el ganador, yo escapé por fin de una relación tormentosa.

Un auto negro se estacionó junto a mí, y un chico con dos lunares encima de su ojo izquierdo salió a mi encuentro. Se sentó junto a mí y encendió un cigarro.

-¿Todo bien? -Preguntó y asentí levemente. -No tienes porque mentirme, no a mí.

-Estoy... de maravilla.

-No me mientas.

Comencé a llorar y mi amigo me abrazó fuerte. Mis lágrimas comenzaron a mezclarse con las gotas de lluvia, estaba tan mojado que para Kun era difícil mantenerme calmado y seco a la vez. Así que prefirió que subiéramos a la parte trasera del auto.

Secó mi rostro con la manga de su sweater y besó mi frente. Me miró preocupado y soltó un suspiró.

-Vamos Ten, suéltalo todo.

-Tres años de mi vida, desperdiciados. Yo di todo por esa relación, todo y lo sabes muy bien. Me aislé por completo del mundo, me alejé de mis amigos, de ti y todo por nada. Nuestro compromiso no le importó.

-Johnny es un idiota.

-¿Cómo puede decirme que ya no me ama? ¿Qué recoja mis cositas y me largue? ¡Es un verdadero imbécil!

-Ya, vamos a mi departamento. Mañana vengo yo a buscar tus cosas.

-Eres lo mejor del mundo, Kun...

Me recosté en el asiento trasero y Kun se pasó al del conductor. Me sentí a salvo, seguro, y es porque sabía que podía contar con mi mejor amigo. Llegamos a su departamento y como su ascensor pasaba averiado, subimos las eternas escaleras hasta el piso número cinco. Nos metimos al interior y Kun en un segundo encendió la calefacción.

-Es todo tuyo. -Susurró abriendo la puerta del cuarto de invitados. Lo miré atentamente y suspiró.

-¿No quieres estar solo? -Negué con la cabeza y asintió. -Puedes dormir conmigo.

-Gracias.

Entramos a su habitación y me pasó una playera y un pants para que me pusiera de pijama. Me metí al baño y luego de cambiarme, me miré atentamente al espejo. Mis ojos ya estaban hinchados, creo que vuelvo a sentirme patético.

Salí del baño y Kun se encontraba acostado en la cama viendo la televisión. Me acosté junto a él y lo abracé fuerte cargando mi cabeza en su pecho. Él también me abrazó y comenzó a hacerme cariño en el pelo.

-Te quiero. -Susurré escondiendo mi cara en su pecho. -Eres lo mejor, mejor del mundo, gracias.

Apagó la tele y la lamparita.
Nos quedamos a oscuras y se movió un poco para que quedásemos frente a frente.

-Nadie tiene derecho a hacerte sufrir.

-Quiero hacer cucharita. -Susurré volteándome. Kun puso sus brazos alrededor de mi cintura y me acomodé en su regazo. -Te amo, mejor amigo.

-Te amo.

Cerré mis ojos, pero me era imposible quedarme dormido. Todo lo que pasó esa noche seguía en mi cabeza y no me lo podía sacar. Necesitaba distraerme, necesitaba de verdad distraerme.

-Kunnie... -Susurré esperando a que no durmiera.

-Dime.

-Si te pido algo, ¿Prometes decirme que si? Recuerda que estoy mal.

friends [kunten]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora