Cuando Gilbert conoció a November

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Gilbert

"¿Y si no soy lo suficientemente bueno como doctor? Tal vez debería dejarlo y que alguien con mas experiencia tome esa responsabilidad de cuidar de Avonlea, así podría dedicarme a algo que no signifique hacerle mas daño a las personas, podría ser contador o abogado, o quizás debo seguir el sueño que tenía mi padre para mi: dedicarme a la granja. ¿Se sentiría orgulloso de mi con cualquier decisión que tome? Si tan solo estuviera aquí, si tan solo pudiera escucharlo una vez mas, le pediría un consejo de que es lo que debo hacer.

Si tan solo su enfermedad hubiera esperado un poco mas, así hubiera tenido las agallas de estudiar medicina para ayudarlo a él, no sentiría miedo porque mi motivación sería ayudarlo. Pero estoy aterrado, las personas que saben mi deseo esperan mucho de mi, creen que puedo con todo, creen en mi inteligencia y valor, pero estoy flaqueando."

Todos esos pensamientos no me dejaron dormir por la noche, mi futuro se veía cada vez mas cerca y yo no me sentía listo para eso y menos para un compromiso, la gente también iba a esperar que buscara una candidata para mi esposa, pero Anne no me miraba siquiera y era la única con la cual consideraba que podría tener una relación reciproca y ambos podríamos crecer juntos, profesionalmente, pero no estaba interesada.

Si tan solo el cielo pudiera mandarme una señal, de Dios, de mi padre, quien sea...

La noche comenzó a desvanecerse para darle paso al sol, así que con pesar me levanté de la cama. Fui hasta la cocina con pasos lentos y con los ojos cansados. Mi mente aún daba vueltas cuando escuché el sonido del fuego crepitando, los cubiertos moviéndose en manos de Bash y su esposa Mary, quienes al verme entrar pusieron su atención en mi.

—Tuviste otra mala noche ¿cierto? —dijo Bash antes de que pudiera darles los buenos días. Asentí.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Mary con su voz casi maternal.

—No, por ahora no quiero hablar de ello —dije y me acerqué a la mesa.

—Bien, entiendo, pero déjanos aligerar tu carga sirviéndote el desayuno —dijo Mary, me dio la espalda para ir por un plato.

Bash se puso de pie y fue a servirme el café.

—Se los agradezco mucho, sin ustedes esta granja y esta casa estarían desmoronándose.

—Para eso estamos —dijo Bash al ponerme la taza de café frente a mi, el olor del café me relajó un poco.

—Estamos para apoyarte, no se puede hacer todo solo, además tú tienes algo mas importante que cuidar de este lugar, vas a ser doctor —Mary me puso el plato en la mesa.

Asentí y sonreí a duras penas.

El desayuno estaba en silencio hasta que el sonido de un cuervo nos hizo elevar nuestras miradas. Bash se puso de pie y fue hasta la ventana.

—Ese cuervo ha vuelto, iré a revisar la cosecha —dijo con los ojos aún buscando al cuervo por la ventana.

—Si no te importa quiero ir yo, necesito despejar la mente antes de ir a la escuela —dije.

—Bien, pero cualquier cosa me avisas.

Después del desayuno fui a prepararme para la escuela, decidí bañarme pues no había tomado un baño desde que comencé con ese episodio de tristeza. Una vez que estuve listo salí de casa y me dirigí hasta los manzanos.

Encontré muchas manzanas mordidas, otras yacían en el suelo aun inmaduras pero fuertemente afectadas por aquella ave. Suspiré y comencé a quitar una por una las manzanas afectadas. De pronto el sonido de unos pasos me alertó, venían de la parte mas alejada de la casa, así que no podía ser Bash.

My Sweet Boy | Gilbert Blythe | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora