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Al día siguiente llegué temprano a la escuela, tomé asiento y comencé a sentirme ansioso conforme pasaban los minutos y todos llegaban. Después de unos minutos más ya estábamos todos en el salón, excepto Gilbert.

Me sentí triste de no verlo ahí, pero a la vez me sentí aliviado. La señorita Stacey salió de su sala para maestros y comenzó la clase. De pronto se escuchó a alguien entrar.

–Disculpe la demora, ¿Puedo pasar? –dijo Gilbert educadamente.

–Adelante, no te preocupes, recién comenzamos –respondió la maestra.

Me quedé mirando al frente y cuando Gilbert estuvo a mi lado lo miré un poco y le sonreí tímidamente, él hizo lo mismo y sacó uno de sus libros.

No dijimos nada en toda la clase, ambos parecíamos demasiado concentrados en esta, pero si Gilbert en verdad lo estaba era un misterio. Yo definitivamente solo fingía.

Una vez terminada la primera parte de la clase y antes de salir al descanso, tomé el valor de hablarle, decir cualquier cosa, pero él se me adelantó.

–Esta clase estuvo... entretenida ¿no?

–La verdad no sé de que fue, estaba sumido en mis pensamientos –respondí sin mirarlo a la cara.

–Yo igual, Nov, yo igual.

Se levantó sin decir nada y fue al exterior. Yo tomé mi almuerzo y fui detrás de mis amigas.

–Nov, Cole nos lo dijo... –dijo Anne en cuanto llegué a su lado.

Me sobresalté. Temí que ya supieran todo.

–¿Decirles que, exactamente? –pregunté con precaución.

–Sobre que no funcionó lo de ustedes y decidieron quedar como amigos –dijo Diana con expresión triste.

–Porque él está enamorado de alguien mas en la escuela de arte... Oh esto es demasiado trágico –dijo Anne, pero por alguna razón se veía emocionada por lo "trágico".

–Descuiden, él y yo sabíamos que solo lo intentaríamos y si no funcionaba lo entenderíamos.

Cole era un caballero a pesar de todo.

A lo lejos pude ver a Charlie y Moody lanzar la pelota como siempre, pero no vi a Gilbert acompañarlos, así que me pregunté donde estaría. De pronto sentí el peso de su ausencia y entendí que no quería perder a Gilbert como mi mejor amigo, así que actuaría como si nada hubiera pasado e iría a recuperarlo.

Fui hacia donde se encontraban los chicos lanzando la pelota, me acerqué a Charlie y le pregunté por Gilbert, él me señaló unos arbustos que estaban cerca del arroyo y pude notar su figura del otro lado.

Rodeé los arbustos y vi a Gilbert sentado en un tronco en la orilla del arroyo, tenía la mirada muy pensativa.

–Te estaba buscando –dije antes de sentarme a su lado. Él apenas me miró, parecía haber estado llorando.

–¿Tú me estabas buscando a mí? –preguntó.

–Claro que si, quiero pasar tiempo con mi mejor amigo.

–Últimamente preferías pasarlo con Cole –me quedé callado pensando como explicarle lo que ocurría–... Lo siento, es sólo que estoy algo sensible.

–Pues... ahora tengo todo el tiempo para ti... si lo deseas, Cole se fue y antes de eso decidimos sólo ser amigos.

–Siento mucho eso.

–Descuida.

–Extraño mucho a mi padre –dijo después de unos segundos–, necesito su guía, hay algo que quisiera que me aconsejara...

–Puedes decirme a mí, yo puedo aconsejarte.

–Gracias... Pero en esto no puedes hacerlo.

–Pero seguimos siendo amigos ¿no? –Gilbert asintió con una sonrisa apenas visible.

Decidí que esta vez sería yo el que tuviera contacto con él, ya que siempre esperaba que él lo tuviera conmigo, pero me necesitaba sea lo que sea que le ocurriera.

Le pasé mi brazo por los hombros y él se acercó mas a mi, ladeó su cabeza para posarla en mi hombro.

–Te extrañé –dijo.

–Y yo a ti, cada día.

Cuando acabo el descanso volvimos a clases, yo estaba feliz de poder volver a actuar normal con Gilbert, él parecía un poco mas relajado, pero aún así en ocasiones se quedaba pensativo, parecía que su situación lo seguía atormentando.

Al salir le pedí que fuera a mi casa, quería darle algo de comer y que se olvidara un poco de sus problemas, él aceptó pero no lo veía muy convencido. Decidimos caminar para que no se sintiera incómodo con Jan.

–Ya casi es navidad, mi primera navidad en Avonlea –dije al ver como la nieve ya empezaba a caer poco a poco.

–La primera de muchas, espero –respondió levantando la mano para tomar un copo de nieve.

Ya en mi casa Gilbert comió junto conmigo y mi madre, ya que Jan acostumbraba a que le llevaran la comida a la habitación. Después de eso nos fuimos a el salón, pusimos algo de música en el tocadiscos y me concentré en la melodía, fingí tocar un piano imaginario. Gilbert me miraba fijamente.

–Deberías tocar para la panto navideña, supongo que no tardan en empezar los ensayos – dijo.

–¿Aquí hacen pantomimas? –pregunté asombrado.

–Si, aunque no me gusta participar, yo siempre estoy detrás del telón.

–Deberías participar en algo este año, un personaje principal, te quedaría muy bien.

–No lo creo... pero si tú lo dices lo pensaré. Solo si también participas.

–Bien, lo haré –dije.

–Tú si serías un personaje principal, tienes un rostro muy bonito –sonreí y me sonrojé, Gilbert lo notó y continúo–, y un cabello hermoso, una bonita sonrisa, ¿si sigo explotarás? –dijo entre risas.

–Es que nunca nadie me había dicho esas cosas –dije eviando su mirada.

–¿Puedes contarme como fue tu vida antes de llegar aquí? Si no te molesta claro.

–No lo hace, ya sólo son recuerdos malos –dije encogiéndome de hombros–, la mayoría de mis compañeros de clase se burlaban de mi, por mis anteojos, por mi forma de hablar, por mi ropa, cualquier cosa era excusa para tratarme mal. Pero había unos que me hacían cosas peores: me robaban mi almuerzo y pertenencias, no me permitían usar los baños de hombres que incluso una vez no aguanté las ganas y... ya sabes. Me golpeaban casi a diario. Una vez me quitaron toda la ropa y me dejaron así, estuvieron a punto de hacerme algo peor si no fuera porque un maestro los descubrió...

–¿Por qué no te cambiaste de escuela?

–Lo hice, algunas de esas cosas pasaron en escuelas distintas, eso último pasó en la segunda escuela que estuve. En la tercera ya no había tantos golpes pero los insultos eran cada vez peores, no fue hasta que mi abuela me escuchó decir que tenía ganas de quitarme la vida, que decidieron mudarnos, ella les dijo que aquí era mas tranquilo.

Gilbert se quedó callado, le pregunté que que ocurría, me miró con los ojos llenos de rabia y tristeza.

–Es que no puedo creer como le pudieron hacer tanto daño a alguien tan dulce y lindo como tú, ojalá hubieras llegado antes.

–Pero llegué ¿no? Y tú y mis demás amigos han hecho que todo eso quedara atrás.

–Quiero que me ayudes a aclarar mis ideas, lo que siento, espero que no me juzgues. Pero no tengo las agallas de decírtelo, así que toma –me entregó un papel doblado–. Por favor, léelos cuando esté lejos. Si no me apoyas te veo el lunes en la escuela, pero si sientes algo similar, te espero en mi casa mañana.

Gilbert se levantó con pesar y se puso su abrigo, lo acompañé a la puerta desconcertado, él solo me miró como si se estuviera despidiendo, de alguna forma sentí miedo.

Abrí el papel, eran dos, así que me dispuse a leer el primero.

My Sweet Boy | Gilbert Blythe | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora