Capítulo 19

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—¡AHHHHH! ¡AHHHH! ¡DETENTE! ¡DETENTE! ¡ESTOY MURIENDO! ¡TEN PIEDAD! ¡DETENTE! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!

Desgarradores gritos de sufrimiento se prolongaron en un estertor agonizante. En cada grito, las convulsiones de dolor se apoderaron de aquel cuerpo que yacía encadenado dentro de la reducida caja de madera.

Esta apenas fue lo suficientemente larga y ancha, para contener el cuerpo del hombre, pero fue tan justa a su medida, que lo presionaba por la cabeza y los pies, obligándolo a mantener una rigidez incómoda.

Ese hombre, que en el pasado fue la semblanza de la opulencia; utilizando su posición para cumplir las más sucias fantasías lujuriosas con muchas mujeres nobles y no tan nobles; ahora fue reducido a un sucio esclavo de tortura.

Entre suciedad y sangre, el hombre continuó retorciéndose en el reducido espacio. Su cabello enmarañado, le cubría casi por completo el rostro, entre los movimientos bruscos que hacía debido al dolor.

Había un característico lunar rojo bermellón pintado en el medio de su frente, permanece a pesar de la tanta sangre y sudor manchando el rostro deformado en agonía. Las costosas túnicas en tonos amarillo y blanco, han quedado percudidas, desgarradas hasta sus rodillas, donde todo lo cubre con suciedad. Inclusive el característico emblema de peonía, ha quedado hecho trizas, restos quemados sobre el pecho cicatrizado, después de que utilizaron una vara de hierro para marcar.

—¡¡AAGH!! ¡BASTA! ¡POR FAVOR, LO SUPLICO! ¡Les daré todo lo que quieran! ¡NO QUIERO MORIR! ¡¡BASTA!! ¡¡AAHHHHHH!!

Una nueva secuencia de devastadores gritos inundó aquella habitación, tan pequeña y lúgubre, como un calabozo para prisioneros.

Hace tiempo que las lágrimas de éste antiguo líder de secta, se habían convertido en un goteo rojo escarlata, escapando de sus ojos hinchados e inyectados en sangre. Probablemente ya había perdido casi la vista, culpa de algún extraño veneno de tortura que utilizaron. Su qi debería estar extremadamente inestable, pero alguien sello los puntos de acupuntura espirituales para evitar que el dantian se rompa.

―¡NOOO! ¡ALQUIEN QUE ME SALVE! ¡AGH!

Más hilos de sangre escaparon desde las hinchadas fosas nasales del que deliraba en el indescriptible dolor, también fluyó desde aquellos oídos mordisqueados por las ratas. El desvío de qi se produjo a medias, lo cual podría ser la causa de gran parte de su agonía.

El hombre intentaba patear, mover los brazos con un par de muñones por manos; pero la caja era tan estrecha, no importa cuánto se retuerza, está atrapado en el reducido espacio. El único alivio al dolor demencial, fue gritar y suplicar por una salvación.

Alrededor de la caja, se había colocado un dosel del que colgaban cortinajes de gasa blanca, desgarrada y teñida con muchas manchas rojas.

Algunos cultivadores rodearon este espacio, indiferentes al sufrimiento de aquel hombre, quien tenía el abdomen abierto en un solo corte.

Además de la sangre espesa que brota desde la gran herida, había bastantes ratas y gusanos, colocados para devorarle las entrañas muy lentamente.

Fue un método de tortura demasiado cruel, muy bien pensado, quizás de parte de alguien que realmente detestaba a este antiguo líder de secta.

En todo momento, sus gritos resonaban en la pequeña habitación, pero ninguno de los presentes tuvo el mínimo interés en ayudarlo o callarlo. Para ellos, podría ser parte de otra de las feas decoraciones del lugar.

Los cultivadores demoníacos ahí presentes, usaban diferentes disfraces en colores rojo y oscuro, como la noche que llega a final del crepúsculo sangriento. Sus rostros van cubiertos por máscaras que asemejan demonios folclóricos, con grandes narices puntiagudas y feroces colmillos sobresaliendo de las bocas; hay un par de huecos en donde están pintados los ojos, desde donde se asoman los oscuros ojos de los hombres.

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⏰ Última actualización: Sep 12 ⏰

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