Templo y religión

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Un puñado de cenizas, con mucho esfuerzo, han logrado convertirse en un templo sagrado, con imágenes para venerar que son tanto cuerpo, como mente y alma, que me convierten en un palacio de adoración, un santuario. Y qué curioso que las puertas de mi templo se hayan abierto únicamente para ti, un ser pagano, que no era puro al igual que yo, pero que se encargó de purificarse para poder ganarse el lugar más exclusivo de mi recinto. A pesar de no ser digno a los ojos de los demás para comer y ni disfrutar de mis frutos, has cerrado la boca de todos al ser el único que puede tenerlos, pues te lo has ganado. Tantos cambios han surgido en mí, que ahora en mi templo no impongo mi religión sino la nuestra, y me dejan estupefacta los milagros de nuestros labios cuando se unen o de nuestros cuerpos cuando se tocan.

Yo tan eternamente entregada a ti y tu tan  eternamente devoto a mí.
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Reflexiones de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora