DIOS MIO

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Después de que Denny se fuera, me fui a la cama con la nota agarrada entre los dedos. Sabía que Lauren me la había escrito en otoño, antes de que las cosas cambiaran entre nosotras, pero logró reconfortarme. Incluso entonces, ya había imaginado que algo podía
distanciarnos mientras ella estaba de viaje. Lo sabía, y me había rogado por anticipado que no la abandonara. Y yo no quería hacerlo. La amaba. Deseaba la vida que ella había descrito en la nota,
pero también necesitaba confiar en ella.
El teléfono sonó junto a mi cama a primera hora de la mañana siguiente. Seguía agarrando la nota con los dedos ya entumecidos y a tientas conseguí descolgar el ruidoso aparato antes de que saltara el contestador automático. Me respondió una voz llena de calidez.

—Feliz aniversario.

Sonreí y me puse boca arriba, con la imagen de los ojos verde oscuro que iban con la voz en mi cabeza.

— Lauren, no tienes que decírmelo cada vez que llames.

Soltó un suspiro, un sonido tenue que casi pasó desapercibido por el chirrido de un colchón.

—Lo sé, pero sigo sintiéndome muy mal por habérmelo perdido, por no haber podido coger un vuelo hasta donde estabas. Un año juntas es algo importante, y de verdad quería verte..., pero cada día tenemos cosas nuevas que hacer…

Apreté los labios. Ya me había dicho antes que habían surgido nuevas tareas relacionadas con el disco. Justo cuando pensaba que podría escaparse, la compañía de discos aparecía con un nuevo impreso que tenía que firmar o
algún añadido al contrato. También
querían aprobar formalmente cada canción antes de dar el visto bueno para la grabación. A Lauren no le emocionaba que una empresa tuviera la última palabra sobre su música, pero grabar un álbum era caro, y el estudio tenía queasegurarse de que conseguían los mayores beneficios con su inversión. Económicamente, tenía sentido, pero también hacía mucho más difícil el proceso de grabación. Especialmente porque querían tener aprobadas todas las canciones antes de que el grupo se trasladara a Los Ángeles en mayo, por lo que ni Lauren ni los demás tenían un
margen de tiempo muy amplio.
Entendía su situación... pero de verdad me habría gustado pasar mi aniversario con mi novia, no con una botella de Nyquil.

—Tenías buenas razones, Lauren. Además, me encontraba bastante mal, y te acordaste de enviarme flores.

Sonreí al acordarme de ellas, pues las había colocado en la otra habitación, pero Lauren volvió a suspirar.

—Sí, bueno, flores que no recibiste a tiempo. Me supo fatal, estaba segura de que te encontraría en el local de Pete un sábado por la noche.

Entonces fui yo la que suspiró.

—Está bien, Lauren, no le des tanta importancia.

—Es que para mí la tiene, Camila. Siento mucho que las cosas salieran así. Pienso compensártelo, en cuanto pueda… Te lo prometo.

Me puse de lado y apoyé la cabeza en el hombro. Se hizo un momento de silencio entre ella y yo. Un momento que empezó a llenarse de tensión, mientras me daba cuenta de el muro de ladrillos que nos
separaba, tanto físicos, como emocionales. Apretando la mano en la que sujetaba el papel, susurré:

—Ayer por la noche encontré tu última carta, la que estaba en el sofá.

Silencio, volví a oír el chirrido de un colchón mientras se acomodaba.

—Ah sí… ¿Y?

Percibí inseguridad en su voz, como si pensara que tal vez había ido demasiado lejos al admitir abiertamente que quería casarse conmigo. Tal vez pensaba que yo no quería lo mismo, o que incluso
esperaba casarme con Denny algún día, puesto que ése había sido nuestro plan no oficial.

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