NADA QUE PERDER

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No estoy segura de cuánto tiempo me quedé en el suelo, pensando en el cambio drástico que había sufrido mi vida. Antes de que la gira empezara, estaba segura de que Lauren y yo éramos almas gemelas, destinadas a estar juntas para siempre. Aunque siempre había temido que se despertara un día y se diera cuenta de que podía aspirar a alguien mejor que yo, también me aferraba a la creencia de que nunca
se iría porque era la primera persona que había conseguido colarse en su corazón. Creía que eso nos había unido, que teníamos un vínculo que nos mantenía juntas.
Sin embargo, quizá, todo lo que había hecho era marcar su cuerpo. Tal vez el tatuaje de mi nombre de su pecho era una representación simbólica de cómo había conseguido abrirla y liberarla para amarse a sí misma y... a otras.
Y ahora, ahora que lo nuestro se había acabado, estaba segura de que volvería a enamorarse, de que volvería a la carretera a tirarse a fans, a diestro y siniestro hasta que superara su desamor, y entonces la encontraría a ella. Sería dulce, quizá tímida, y tendría una fe total en ella. Porque su relación no habrían empezado como la nuestra.
Nosotras habíamos empezado con una traición. Ambas habíamos visto a la otra mentir a alguien que amaba. Ambas habíamos visto a la otra acostarse con otra gente, cuando ya estábamos enamoradas.

Desesperadamente enamoradas.

Ver ese tipo de traición, que llegue a ser una parte de ti… te amargaba. Ambas sabíamos qué éramos capaces de hacer. Tal vez estábamos condenadas al fracaso desde el principio. Quizás era culpa mía. Cuando Denny había vuelto de Tucson, debería haberle contado lo
que había pasado mientras estaba fuera. Habría acabado con nuestra relación, pero, en realidad, ya se había acabado. Habría sido una ruptura limpia, honesta. Tal vez, entonces, Lauren y yo habríamos tenido una oportunidad.
Miraba fijamente el techo de mi dormitorio, dormir me resultaba
imposible y tenía agarrado el móvil a la espera de que Lauren me llamara para decirme que no hablaba en serio, que no quería romper conmigo. Sin embargo, no llamaba, y ya sabía que muy pronto
se reuniría con su grupo para proseguir la gira... y no volvería a verla.

Mientras me mordía el labio, pensaba si tendría que ceder y llamarla. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué podría decirle? Sólo podía seguir declarando mi inocencia, pero
Lauren no parecía creerme. Lo había hecho durante un breve momento, pero después… Toda fe que hubiera tenido en mí ahora había desaparecido. Y lo cierto era que no sabía por qué.
Sin dejar de pasarme las manos por el pelo, sopesé llamar a Anna y pedirle que volviera a casa. Estaba en casa de una amiga, porque al fin se sentía lo suficientemente feliz para recuperar su círculo social. De modo alguno quería arrastrarla conmigo en mi tristeza. ¿Y si llamaba a Jenny? Justo mientras pensaba en marcar su número, mi teléfono sonó para avisarme de que acababa de recibir un mensaje de texto. Con la vaga esperanza de que fuera Lauren, miré la pantalla.

Solté un suspiro. Era de Denny, no de Lauren. Me mordí el labio, abrí el mensaje:

«Sólo quería saber… ¿estás bien?»

Sin saber si alguna vez volvería a estar bien, le respondí:

«No... Lauren ha roto conmigo.»

Al menos, creo que eso fue lo que escribí. No podía ver bien a través de las lágrimas. Por la respuesta de Denny, entendí que sí.

—Estaré allí dentro de cinco minutos.

Quería decirle que no, que no renunciara a dormir por mí, y menos teniendo en cuenta que tenía que ir a trabajar al cabo de unas horas. Sin embargo, no respondí, porque realmente no quería estar sola. Me quedé resoplando con la cabeza hundida en la almohada, esperando a que las punzadas de dolor de mi corazón cesarán, a dejar de sentir que mi vida se había acabado. Y, sin embargo, no, todo
había acabado. Ya había experimentado toda la felicidad que tendría en mi vida. Ya había sentido toda la alegría que jamás podría sentir. Pensé en todo el tiempo que Lauren y yo habíamos estado juntas.
Si hubiera sabido que todo acabaría tan abruptamente, tal vez habría intentado disfrutar aún más de cada momento.
Entonces me di cuenta de que ya lo había hecho. Siempre había atesorado cada segundo que había estado con ella. Había memorizado cada uno de sus rasgos, cada palabra que había dicho, cada sitio que había tocado. Lo sabía. Cierta parte asustada e insegura de mí
sabía que no lo conseguiríamos… así que había saboreado todo el tiempo que había estado con ella. Volví a sollozar.
La puerta de mi dormitorio crujió un poco cuando se abrió un poco después y oí un suave suspiro. Me apoyé en un codo mientras Denny se quedaba en el umbral. Inmersa en mi dolor, no debía de haber cerrado con llave la puerta
principal después de que Lauren se marchara. De nuevo, si hubiera pensado con claridad, nunca le habría gritado así.

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