NUEVOS COMIENZOS

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Lauren y los chicos tenían que partir a Los Ángeles el lunes por la mañana. Todos quedamos en casa de Pete para la despedida oficial. Lana, la representante de la discográfica, apareció en una brillante limusina para llevarlos al
aeropuerto. Griffin estaba fuera de sí de contento cuando abrió la puerta y echó un vistazo dentro. Le lanzó una sonrisa a Lauren y exclamó:

—¡Ahí dentro hay champán, Laur!

Lauren sacudió la cabeza y se volvió para mirarme.

—Todavía no puedo creerme que vaya a ser padre —masculló mientras ponía los ojos en blanco.

—Ni yo tampoco —suspiré.

Anna seguía en casa de mis padres. La llamé para intentar convencerla de que viniera pronto a casa para ver a Griffin antes de que se marchara otra vez, pero se negó. Entonces mi padre se puso en la otra línea y me echó la bronca por no haberlos llamado en el mismo momento en que me enteré de que Anna estaba embarazada. Intenté decirle que había prometido guardar el secreto, pero los pactos entre hermanas no le importaban demasiado si la salud y el bienestar de su hija estaban en peligro.
Después de sacarse la severa lección del pecho, mi madre se puso en la otra línea y pasaron una hora aconsejándome que no siguiera los pasos de mi hermana mayor. Les dije una y otra vez que
llevaba cuidado, pero eso sólo les hizo recalcar la importancia de esperar hasta el matrimonio antes de llegar a las relaciones íntimas. De mala gana habían llegado a aceptar la idea de que Lauren se convirtiera en mi esposa. Puesto
que llevaba acostándome con ella desde el principio, la conversación me resultó un poco absurda. Aunque no debería haberlo hecho, escogí ese momento para contarles la noticia de que había vuelto a vivir con Lauren. Y aún podía seguir
oyendo sus gemidos de contrariedad.
Matt y Evan echaron un vistazo al interior de la limusina cuando Griffin salió. Éste caminó despacio hacia Lauren, como si anduviera en una nube, y le echó el brazo por encima del hombro.

—Esto va a ser la bomba, tía. ¿Te lo puedes creer? Chicas, dinero, mansiones… No habrá nada que no podamos conseguir.

Lauren enarcó una ceja con desaprobación al mirar a su bajista.

—Grabar un disco no significa llegar a lo más alto de inmediato, Griffin. Lo más seguro es que sigamos siendo unos
desconocidos… Pero seremos unos
desconocidos a los que una discográfica insiste en pagar los costes de la grabación.

Griffin soltó un bufido y se pasó la mano por el cabello claro.

—No, eso no va a pasar. Nosotros tenemos algo que no tienen los demás.

Incitada por una curiosidad enfermiza, pregunté:

—¿Y qué es lo que tenéis?

Griffin me sonrió con malicia y le dio un golpe a Lauren en el pecho.

—A ella.

Lauren negó con la cabeza y miró al suelo mientras Griffin salía corriendo a pegarle un capón a su primo. El aire primaveral era limpio y refrescante. Me acerqué a Lauren y le sonreí.

—Griffin tiene razón. —Cerré los ojos y susurré—: Aunque no puedo creer que esté de acuerdo con él.

Lauren se rió por lo bajo. Yo abrí los ojos y la encontré mirándome.

—Sois los dos muy tontos — musitó mientras se inclinaba para besarme en la mejilla.

Vi cómo Evan le daba un abrazo de oso a Jenny al mismo tiempo que yo estrechaba a Lauren con fuerza.
Matt rodeó a Rachel con los brazos de forma más discreta, pero pude apreciar con claridad el amor que transmitía ese pequeño gesto. Griffin miró a su alrededor, en busca de alguien a quien abrazar, pero todo el mundo estaba ya
emparejado, aparte de Lana, quien ya se había metido en el coche a esperar a sus talentos. Volví a desear que Anna estuviera allí para despedirse de él. Por extraño que pareciera, hacían buena pareja.
Le di un rápido abrazo a Matt después de que las parejas se separaran. Él sonrió y me devolvió el abrazo, cuando alguien me agarró desde atrás. Evan me levantó en el aire hasta casi dejarme caer sobre su hombro. Lauren se rió del
comportamiento de su amigo y yo grité sorprendida. Entonces Lauren rodeó a Jenny con el brazo mientras Evan volvía a bajarme. Los dos amigos de toda la vida se dijeron algunas palabras que no pude oír y luego se dieron un fugaz abrazo.
Después de eso, Lauren abrazó a Rachel con un solo brazo mientras Jenny le daba unas palmaditas en la espalda a Matt. Entonces los chicos se despidieron con la mano y subieron a la limusina para ir en pos de su creciente estrellato. Al igual que Griffin, yo también estaba segura de que lo lograrían. Lauren era
demasiado buena y demasiado guapa. Su fama estaba escrita, y lo único que podía hacer yo era darle la mano y decirle que se lo merecía.
Tenía los ojos llenos de lágrimas cuando el precioso ejemplar negro empezó a alejarse. Pero esta vez no eran lágrimas de preocupación ni de tristeza. No, estaba orgullosa de ella, muy orgullosa de ella.

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