5

60 28 46
                                    


Alan.

Tenía llamadas perdidas del trabajo y una de mi madre, que seguramente quería preguntar por mi ausencia en el trabajo, además de quince llamadas perdidas de Daniel. Suspiré y marqué su número. Lo cogió al tercer tono y me saludó con un amable:

—¡Hombre, idiota! Por fin te dignas a contestar. ¿Se puede saber dónde narices estás?

—Estoy en un pueblo en medio de la nada, básicamente.

—Podrías haber cogido el teléfono, te he llamado como diez veces.

—Me has llamado quince veces, no sabía que me querías tanto—respondí burlón.

—Tú me das igual, lo que no quiero es la bronca de tu madre, que por cierto me ha llamado, y de todo el grupo Miller.

—Qué majo —dije con sarcasmo—. No te he llamado antes porque no tenía batería.

—¿Y por qué no lo has cargado antes?

—Porque mi cargador está en mi maleta, que está contigo.

—¿Y cómo has cargado el móvil entonces? —preguntó.

—Es una larga historia. Escucha, no sé ni dónde estoy ahora mismo, ¿podrías venir a buscarme?

—Claro, y de paso te voy a hacer la compra y nos vamos de paseo por el Himalaya —respondió con sarcasmo—. Era tan fácil como tomar el siguiente tren.

—Es lo que he hecho, no soy tonto, pero lo que pasa es que el siguiente tren resultó que no iba a Worthing, sino a Brighton.

Escuché cómo se reía de mí sin piedad al otro lado del teléfono, incluso escuché alguna que otra palmada de la risa.

—Tío, no te rías, que esto es serio —ni caso, él seguía riéndose de mí—. En primer lugar esto es culpa tuya.

—¡Encima! Lo siento adicto al trabajo, siento haberme preocupado por tu salud mental y llevarte a hacer lo que hace una persona normal de veintidós años.

—Serás capullo, no le des la vuelta a la situación, que aquí la víctima soy yo.

—Vale, vale —dijo, en su mayor esfuerzo de dejar de reír, esfuerzo no muy grande la verdad—. Pásame la ubicación, pero estoy a tomar por saco de Brighton, vas a tener que pasar la noche por allí.

—Si está a tan solo media hora de aquí.

—Tengo vida, ¿sabes? No me voy a poner a conducir de noche para ir a recogerte.

—Pero...

—Pero te las apañas solito, que suficiente tengo con tener que hacer de niñera contigo. Hasta ahora —dijo colgando el teléfono.

Estaba jodido, ¿ahora qué iba a hacer? No tenía dinero para una habitación de hotel. Y en cuanto mi móvil cargase un poco más, Dahlia me sacaría a patadas de su casa.

Miré al techo frustrado y ví las muchas estrellitas de plástico que tenía. ¿Creéis en las casualidades? ¿Cómo es que dos personas con el techo cubierto de estrellas se habían encontrado? A lo mejor fue cosa del destino. ¿Creéis en el destino?

Me asomé fuera de la habitación, con cuidado de no hacer ruido. Ví a Dahlia al final del pasillo, barriendo. Me fijé mejor en ella. Si el destino existía y había hecho que me encontrase con ella, había elegido muy bien, porque era muy guapa. Tenía la piel un poco oscura, como aceitunada, y el pelo ondulado a media melena, color castaño oscuro, como sus ojos. Estaba muy delgada, pero lo que más resaltaba de ella es su hoyuelo, me hacía gracia, porque solo tenía uno.

En un momento dejó la escoba y miró de frente, clavando sus ojos en mí.

—¿Ya has acabado de hablar? ¿Qué te ha dicho Brooks?

De verdad que no entendía esa obsesión con los apellidos. ¿Por qué no podía simplemente decir el nombre como una persona normal? ¿Sería una costumbre inglesa extraña?

—Pues que viene hacia aquí, pero vendrá mañana, cuando ya sea de día —dije, tratando de dar lástima, porque no tenía ningún sitio a donde ir.

Ella apoyó la escoba contra la pared.

—¿Y qué vas a hacer?

—Pues...—la verdad es que no tenía ni la más remota idea de qué hacer, no tenía ningún sitio donde dormir y la idea de dormir en la calle no se me hacía muy atractiva.

Solo se me ocurrió un sitio donde poder pasar la noche, y pareció que a ella se le había ocurrido la misma idea.

—No te vas a quedar aquí —dijo muy seria.

----------- • ⋆ ☾ ✮ ☽ ⋆ • -----------

AAAAAH ¿¿Qué pasara ahora??

¿¿Convencerá a Dahlia??

Por cierto, ¿qué os está pareciendo?

Besoss ✨💗😘

Cantando a las estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora