Once Upon A Time: El Hijo De Malefica

11. Ha nacido un nuevo héroe

Pasaron días y días, Chris va conociendo a todo el pueblo y ayudando con sus problemas, de momento, menores. La idea de ayudar, era una gran idea y le gusta. Los días en Storybrooke transcurrían con una tranquilidad que Chris había llegado a apreciar. Cada encuentro, cada pequeña ayuda que ofrecía, le hacía sentir más arraigado en la comunidad. La idea de ayudar no solo era gratificante, sino que también le daba un propósito.

Mientras Chris descansa en el parque, llega Ruby con el almuerzo.

Mientras disfrutaba de la paz del parque, la llegada de Ruby con el almuerzo fue una agradable sorpresa.

- Hola. Traigo almuerzo. - Decía Ruby con una sonrisa frente a Chris, que se encuentra sentado sobre un banco.

-Hola, Ruby. Gracias, esto es perfecto. - Dijo Chris, haciendo espacio en el banco para que ella se sentara.

Ruby se sentó a su lado, extendiendo entre ellos un mantel y colocando sobre él sándwiches recién hechos y una jarra de limonada fresca.

-Pensé que podríamos disfrutar del buen tiempo mientras comemos. - Comentó Ruby, sirviendo dos vasos de limonada.

Chris asintió, tomando un sándwich. - Es un día hermoso, y la compañía lo hace aún mejor.

Comieron en silencio durante unos minutos, disfrutando del sol y de la brisa suave que agitaba las hojas de los árboles.

- Sabes, Chris, has hecho mucho por la gente aquí en poco tiempo.- Dijo Ruby, mirándolo con aprecio. - Todos están hablando de lo mucho que has ayudado.

-Solo estoy haciendo lo que siento que es correcto. -Respondió Chris, humilde. - Storybrooke me ha dado mucho, es lo menos que puedo hacer.

Ruby sonrió, y juntos continuaron su almuerzo, hablando de las pequeñas cosas de la vida, de los planes para el futuro y de cómo, en lugares como Storybrooke, los actos de bondad nunca pasan desapercibidos.

Con el estómago lleno y el corazón contento, Chris se levantó del banco, listo para enfrentar lo que el resto del día le deparara, sabiendo que cada pequeño gesto de ayuda tejía aún más su conexión con este lugar mágico.

Después de su almuerzo en el parque, Chris y Ruby recogieron sus cosas y se dispusieron a continuar con el resto del día. Ruby tenía que volver a la cafetería para su turno de la tarde, y Chris decidió acompañarla de vuelta.

-Siempre hay algo que hacer en la cafetería. - Comentó Ruby mientras caminaban. - Y siempre hay alguien a quien puedes alegrarle el día con una simple sonrisa o una conversación amistosa.

Chris asintió, pensando en cómo cada acción, por pequeña que fuera, podía tener un gran impacto en la vida de alguien más. Al llegar a la cafetería, se despidieron con un breve adiós y Chris decidió dar un paseo por el pueblo.

Mientras caminaba, saludaba a los conocidos que pasaban. La gente de Storybrooke había comenzado a reconocerlo y a apreciar las pequeñas ayudas que había ofrecido desde su llegada. Desde ayudar a arreglar un tejado hasta encontrar una mascota perdida, Chris había encontrado alegría en cada acto de servicio.

Al anochecer, Chris se encontró en la orilla del lago de Storybrooke, el agua reflejaba los últimos rayos del sol que se despedía. Se sentó en un banco, contemplando el reflejo del cielo en el agua, pensando en su madre, Maléfica, y en cómo, a pesar de su oscuro pasado, había encontrado la luz en este lugar.

La noche cayó sobre Storybrooke, y Chris decidió regresar al hostal. Subió a su habitación y se asomó por la ventana, observando cómo las luces de las casas se encendían una por una. Sentía una profunda gratitud por cada momento vivido en este lugar mágico.

Antes de dormir, Chris escribió en su diario, plasmando sus pensamientos y experiencias del día. Con cada palabra, reafirmaba su conexión con Storybrooke y su deseo de ser una fuerza positiva en la comunidad.

Con el corazón lleno de esperanza y la mente llena de sueños, Chris se acostó, sabiendo que mañana sería otro día lleno de oportunidades para hacer el bien y para seguir descubriendo los secretos y las maravillas de Storybrooke.