Santorini

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Después del incidente con las rosas, finalmente la bomba había estallado con su familia y amigos.

Todos se enteraron de su relación y, tal como Defteros le advirtió, nadie estuvo felíz al respecto.

Hasgard advirtiéndole de los riesgos por un lado, Dohko reclamándole por otro y Shion y Regulus siguiéndolo, Tokusa y Manigoldo sacando a relucir sus mejores amenazas contra Aspros, su tío y sus padres expresando su temor por él, su desprecio por Aspros y disgusto por la situación...

Los únicos capaces de mantener la calma entre todo ese caos, y ayudar a calmar los humos, fueron Defteros y Sísifo... Aunque eso no los exentó de los reproches de algunos por no haberles informado cuánto antes que los rumores eran ciertos.

A pesar de todo, sabían que no podían hacer mucho. Al final del día, era su vida, su relación y su decisión.

Así transcurrió finalmente el resto de la semana, con una ligera tensión presente en casi todo su círculo social.

Manigoldo haciendo sabrá el demonio qué cosas para sacar tiempo de ir a su trabajo por las tardes, un par de veces en compañía de Shion y Regulus, y otra de Dohko.

Hasgard llamándole para preguntar si las cosas marchaban bien, o si Aspros y Manigoldo habían vuelto a hacer otro escándalo.

Y todos turnándose para ir a recogerlo al terminar la jornada.

Los únicos que seguían actuando igual, eran Defteros y Sísifo. A la par que intentaban ayudar a calmar las aguas.

— Vaya que les preocupas a tus amigos y tu familia.

— Manigoldo, Hasgard, Sísifo y Defteros piensan que aún necesito pañales.- Respondió a la afirmación de Kardia con una sonrisa, buscando ocultar su pesar.- Aunque mamá Sísifo y papá Defteros poco a poco me sueltan la correa, mamá Manigoldo y mamá Hasgard aún me ven como la pequeña garrapata que los seguía en todas sus locuras de adolescentes y debían cuidar.

— También tengo uno de esos.- Rió Kardia.- Mamá Degel, que es solo ocho meses mayor que yo, pero se la pasa sermoneándome como si fueran ocho años.

Ambos compartieron una pequeña risa, mientras bebían algo de agua, tras un largo día de trabajo. Viernes por la tarde, sin duda, el día más difícil de la semana en palabras de Kardia, y de las que ahora Asmita podía dar fé. Afortunadamente, la tormenta había pasado, y la hora de cerrar estaba cerca.

— Por cierto, jamás me dijiste qué te pareció el pastel.

— ¿Lo preguntabas en serio?

Kardia solo se encogió de hombros, manteniendo la sonrisa felina que lo caracterizaba.

— Bueno, ya que insistes...- Sonrió el Omega.- El pan estaba bastante suave y húmedo, el glaseado sedoso, y la fruta dulce y fresca. Tienes buena mano en la cocina.

— Sabía que te gustaría.

— ¿Siempre eres así de arrogante?

— ¿No tengo razón?

— Bien. Por esta vez ganaste.- Cedió Asmita, con una pequeña risa.- ¿Dónde aprendiste a hornear?

— En casa. Haciendo explotar la cocina y sacándole mil sustos y enfados a mis padres desde los seis años.- Respondió el Alpha.- Hasta que me echaron a los dieciocho por decidir estudiar música.

Asmita no pudo contener un leve respingo al escuchar la última frase. Sabía que Kardia era apenas un año mayor, ¿por qué cosas habría pasado ese chico?

— Hey, está bien. No me quejo, me ha ido relativamente bien.- Aclaró Kardia.- Ya tenía poco más de un año trabajando aquí, así que podía sostenerme. Mamá Degel y sus padres me recibieron en su casa por un par de meses, mientras conseguía un lugar propio. La mamá gallina sobreprotectora de tu primo, Sísifo y Defteros me ayudaron un poco en eso. También logré conseguir una beca parcial en la universidad, y me he sabido dar a basto.

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