Revelación

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Tras un ajetreado fin de semana, lleno de todo tipo de emociones, era hora de volver a la rutina habitual de la semana.

— ¿Todo bien, Mita?

— Claro, Def.- Respondió el rubio, bajando de la motocicleta, frente a la universidad.

— Has estado actuando un poco raro desde que salimos de tu casa.- Señaló el moreno.- ¿Todo bien con Kardia?

— Descuida, no tiene nada que ver con él.- Aclaró con una tranquila sonrisa.- Solo pensaba en algunas cosas.

— No me digas que ya te arrepentiste de darle una oportunidad cuando tú mismo te le declaraste en público.

— Claro que no. Estoy más que feliz con él.- Repitió con una pequeña risa.- Solo me preguntaba cuándo vas a pedirme ser padrino del bebé.

— ¿Qué?

— Ya sabes, para cuando Sísifo y tú decidan tener su primer cachorro.- Añadió Asmita, confirmando silenciosamente sus sospechas ante la reacción de Defteros.- Más te vale tenerme como primera opción.

— Ah, claro.- Murmuró el Delta, intentando ocultar su sobresalto.- Descuida, estás contemplado junto a Regulus.

— ¿Acaso ya debo comenzar a prepararme para competir con el cabeza hueca de Manigoldo y Regulus por ser el padrino de un mini-Defteros o un mini-Sísifo?

Defteros temió haber dado alguna señal que hiciera a Asmita sospechar. Le había prometido a Aspros no decir nada a nadie, y lo había cumplido, ni siquiera Sísifo sabía del embarazo de Úrsula. No podía decirle a Asmita.

— No, por ahora no.- Respondió, intentando sonreír para ocultar su nerviosismo.- Serás el primero en saberlo cuando sea hora.

Asmita solo esbozó una sonrisa tranquila y asintió en respuesta, antes de darle un corto abrazo como despedida, y alejarse a la institución, permitiendo a cada uno iniciar su rutina.

Defteros suspiró aliviado una vez perdió de vista a Asmita, y se tomó unos minutos para tomar aire y relajarse. Quería convencerse de que Asmita realmente no tenía la más mínima sospecha del embarazo de Úrsula y la paternidad de Aspros, pero esa pregunta, ese tono de voz, y esa mirada del Omega, le hacían creer lo contrario...

No, seguramente solo estaba estresado por mantener el secreto y sus demás preocupaciones. No había forma de que Asmita se enterara. Y con ese pensamiento, se montó en su motocicleta para dirigirse al trabajo.

El camino se sintió inusualmente corto, y al llegar al edificio, sin razón aparente, un escalofrío lo recorrió.

Tenía años sin experimentar esa sensación que parecía un sexto sentido innato en él, que le avisaba de alguna catástrofe inminente. La última vez que lo sintió, terminó cayéndose de su motocicleta, casi rompiéndose el brazo en el proceso...

No, seguramente solo estaba siendo paranoico, y absolutamente nada malo ocurriría. Así que, de nuevo, ignoró su intuición, y trató de continuar su día de forma normal.

No había nada fuera de lugar. El mismo recepcionista de siempre, los mismos compañeros, el mismo trabajo de siempre... Al menos hasta la hora del almuerzo cuando, mientras esperaba a Sísifo para salir a comer, vió pasar a Úrsula por el pasillo.

La Beta le dirigió una mirada indescriptible y una sonrisa desafiante, hasta perderse de vista. Eso fue suficiente para encender sus alarmas y hacer que su corazón latiera como loco.

— Def...

Ni siquiera fue capaz de reaccionar ante la llegada de Sísifo, completamente inmerso en todos los compañeros de trabajo que se aglomeraban alrededor debido a la hora. Algo iba a pasar, y simplemente no se sentía capaz de hacer nada.

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