Invierno

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Usualmente, recorrer el camino hasta el edificio dónde Defteros alquilaba un modesto piso de soltero, les llevaría unos veinte minutos... Pero en esa ocasión, y teniendo en cuenta la gravedad del asunto, en menos de diez minutos ya estaban todos en el ascensor, esperando con impaciencia que las puertas les abrieran paso a su destino en el quinto piso.

— Alguien recuérdeme porqué vinieron Shion y los gemelos del mal.- Remilgó Manigoldo una vez salieron del pequeño cubo de metal, intentando recuperar el aliento.

— A mí ni me mires.- Jadeó Asmita.- Para cuando me dí cuenta de que estaban en los asientos traseros con Kardia, ya estábamos a medio camino.

— ¿De casualidad no echaron a Atla en la cajuela o en el techo también?

En la urgencia de salir corriendo en busca de Defteros tras la llamada de Regulus, a duras penas tomaron sus abrigos y avisaron a sus padres que volverían en un rato. Todos subieron al auto de Manigoldo como pudieron, buscando un lugar en el trayecto. Y fue hasta el momento de subir al pequeño ascensor, que notaron cuántos habían acudido al llamado.

— Vamos, eso no estuvo tan mal.- Rió ligeramente Kardia, tras recuperar el aliento.- Aunque Manigoldo casi nos mata por saltarse todos los semáforos.

— Pero llegamos en una pieza todos.- Replicó el mayor.- Ahora, a encargarnos de la razón por la que venimos.

El resto asintió, y comenzaron el recorrido por el pasillo, hasta llegar a la mitad, dónde Asmita tomó la iniciativa de tocar el timbre. Aguardando respuesta del inquilino, la cual, para bien o para mal, no tardó en llegar.

Solo con ver el rostro de Defteros confirmaron que la hipótesis de Regulus había resultado ser cierta.

— Def...

El Delta solo apretó los labios, agachando la cabeza, intentando ocultar sus lágrimas.

Nadie dijo una sola palabra, sintiendo pena por el pobre hombre.

Asmita fue el primero en tomar la iniciativa, rodeando con sus delgados brazos a su mejor amigo. Defteros no pudo más, y terminó sollozando sonoramente en el hombro del rubio.

— Tranquilo.- Susurró el Omega, acariciándole la espalda.- Todo estará bien. Estamos contigo.

Conmovidos por la tristeza de Defteros, el resto de los presentes no tardaron en sumarse a ese abrazo, intentando brindar contención al Delta. Afortunadamente, surtió efecto, y después de unos minutos, Defteros consiguió calmarse lo suficiente para permitirles entrar a su hogar, sentarse en la sala y contarles lo que había sucedido hace apenas un par de horas.

— Ay, Def...- Exclamó Kardia con compasión, palmeandole la espalda al mayor, cuando de nuevo fue invadido por el llanto.- Lo siento mucho, amigo.

— Todo esto es mi culpa...- Hipó el moreno, cubriéndose la cara con ambas manos.- Yo... Yo debí ir a buscarlo anoche después de dejar a Aspros en su departamento, y...

Cazzo!* ¿Otra vez ese cabrón jodiendo?- Exclamó Manigoldo al escuchar el nombre del gemelo mayor.- ¿Qué demonios hizo ahora?

— Manigoldo.- Reprendió Asmita a su primo, para después centrar su atención en Defteros.-  Def, ¿qué fue lo que pasó?, ¿por qué de pronto Sísifo lanzó todo por la borda?

Defteros solo pudo agachar la mirada ante las preguntas de su mejor amigo. En el fondo sabía la respuesta a esa pregunta, pero a la vez dudaba si esa era la única razón, o si era al menos una en primer lugar.

— Defteros Dimitris.- Repitió Asmita, esta vez más serio, clavando su mirada celeste en él.- ¿Qué fue lo que te dijo?

— Que me amaba... Pero no puede con todo esto.- Murmuró finalmente, aceptando su derrota.- Que no sería él quién me obligue a cambiar... Que no es justo para ninguno de los dos...- Añadió, cada vez con más dificultad por el nudo en su garganta y las lágrimas desbordándose.- Y lo mejor era continuar por separado.

Rosas de Mayo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora