Capítulo 15: Azul.emos a mi casa, decidimos uno entre los dos.

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Lunes por la noche. La ciudad de Magnolia se movía como siempre. Los ciudadanos estaban inmersos en sus vidas cotidianas, sin prestar atención a su alrededor. La luz de la luna, junto a la luz de los postes, iluminaba las calles. En particular, uno de esos postes alumbraba una banca en la calle donde estaba sentado un chico pelirrosa, que miraba a la pantalla de su celular fijamente. Llevaba casi una hora esperando por un mensaje, y finalmente este había llegado.

Lucy Heartofilia

Lucy: Hola Natsu

Lucy: Perdón por la demora, es que no creí que tardaría tanto en salir de la escuela.

Lucy: ¿Por donde estás?

Natsu: En el parque de la quinta avenida, estoy aquí sentado en una banca, como acordamos.

Lucy: ¡Listo! Ya estoy apunto de llegar, en un minuto.

Al leer eso, Natsu se calmó y guardó de nuevo su celular. Ahora solo tendría que esperar a que ella llegara. Y cuando llegara... no tenía ni la más mínima idea de que iban a hacer. ¿Que hacía la gente cuando se veía en secreto? No tenía idea. Nunca antes había hecho algo parecido.

Quizá ir al Club de Pelea era lo más parecido, pero ni tanto. En el Club se reunía con varias personas, con amigos, con el único objetivo de pelear y pasar el rato. Con Lucy era distinto. ¿Para qué se iba a reunir con ella? En el fondo, no lo sabía. Claro, sabía que quería pasar el rato con ella. Pero, ¿por qué quería pasar tiempo con ella? ¿Por qué tomarse todas esas molestias solo para verse con una amiga? No lo sabía, aunque daría lo que fuera por saberlo.

"Quizá ya me he vuelto loco." Pensó, a lo que soltó una ligera risa.

Permaneció quieto en su banca, mirando a la nada frente a él mientras esperaba en su banca. No había más ruido que el de algunos autos o personas caminando, pero nada que fuera realmente destacable. Al menos no hasta que escuchó el maullido.

— ¿Eh? ¿Qué fue eso? — Preguntó Natsu, mirando a sus alrededores. Se paró en la banca, en busca del origen del ruido. Miró a los alrededores en su andén, pero no encontró nada. Entonces escuchó otro maullido.

"No viene de aquí, viene del parque." Se percató.

Cruzó la valla y entró al parque, continuando con su búsqueda por el origen del ruido. Avanzó durante un rato más, entre arbustos y árboles, hasta que escuchó otro maullido. Por fin se dio cuenta de dónde venía: Debajo de un árbol. Se acercó al tronco y se agachó, viendo que allí estaba oculto un gato de color azul, con temor en los ojos. Cuando el gato vio a Natsu retrocedió, asustado.

— ¿Y esto? — se preguntó Natsu, perplejo. Miró a sus alrededores, pero no había nadie en el parque. Aquello lo dejó pensativo, y volvió a mirar al gato con preocupación — Mmm...

"¿Y qué se supone que haga con este animal?"

— ¡Natsuuu! — Gritó una voz a lo lejos, la cuál él reconoció al instante. Sintió como la piel se le erizaba tan solo de escucharla, tenía un efecto mágico en él. Era Lucy. Al instante él se puso de pie, ignorando totalmente al gato, para buscarla. No tardó en encontrarla. Se estaba acercando por el andén, caminando hacia su dirección con una chaqueta blanca que la cubría del frío y un bolso negro. Una sonrisa se formó en su rostro cuando vio al pelirrosa allí — ¡Natsu!

Él sintió como su corazón se aceleró al verla — Hola, Lucy... ¿Cómo te ha ido?

— Bien, aquí. Lamento llegar tarde, en serio. — Dijo ella, agachando la mirada — No creí que Erza y los demás me retendrían tanto tiempo...

— Está bien, igual hoy no tenía nada que hacer. — Le aseguró Natsu, encogiéndose de hombros — Esperarte no fue ningún problema. — Él salió de la zona verde del parque y se paró de nuevo sobre el andén, justo frente a la rubia.

Ella alzó la mirada de nuevo y se rascó la nuca nerviosa — La próxima vez, procuararé no llegar tan tarde.

— Está bien. — Contestó Natsu secamente.

El silencio se apoderó del lugar, incomodando a ambos presentes pues no sabían muy bien que decir a continuación. Fue un momento bastante incómodo, para los dos.

— Entonces... ¿qué hacemos ahora? — Preguntó Natsu, algo inseguro.

— Pues... no lo sé... Podríamos...

Justo en ese momento, el gato volvió a maullar, tomando por sorpresa a la chica rubia.

— ¿Y eso que fue? — Preguntó con curiosidad mientras miraba a sus alrededores.

Natsu procedió a explicarle todo — Pues mira, me encontré a este gato mientras exploraba la zona. ¿Ves? — Le indicó, metiendose a la zona verde del parque y señalando con la mano al gato azul que había encontrado.

— ¡Que tierno! — Gritó Lucy — Aunque nunca vi un gato azul.

— Ahora que lo pienso yo tampoco.

Ella lo miró con una ceja alzada — ¿Nunca viste a un gato azul antes y recién te das cuenta?

— Veo muchas cosas raras y no les doy importancia hasta que me doy cuenta de que en realidad son cosas raras. ¿No te pasa?

— No.

— ¿En serio?

— No, no me pasa. Eres...

— ¿Rarito?

— ¡NO! Solo eres despistado. Es normal.

— Ah bueno.

— Si, bueno. ¿Qué hacemos con este gato?

— ... ¿Llevarlo a un refugio de animales? — Sugirió Natsu, encogiendose de hombros.

Lucy quedó pensativa unos segundos — Quizá yo podría adoptarlo.

— Bueno, ahí tu. Yo no tengo dinero para cuidar animales. — Dijo Natsu.

Ella lo miró con una ceja alzada — ¿No tienes dinero para cuidar a un animal pero si para jugar videojuegos?

— Existe algo llamado piratería, por si no sabías. — Le aclaró el pelirrosa — No he pagado por casi ningún videojuego que he jugado en mi vida. Todos son gratis. Viva el internet.

La chica rodó los ojos, pero no pudo evitar soltar una ligera risita — Está bien. Entonces, me quedaré con el gato. ¿Me ayudas a llevarlo a mi casa?

— No creo que ir a tu casa sea la mejor idea... No le caí bien a tu papá. — Dijo Natsu, agachando la cabeza.

Ella lo comprendió rápidamente. Le puso una mano en el hombro y lo miró con una sonrisa reconfortante. Con voz suave, dijo — Ya ha pasado mucho tiempo desde eso, Natsu. Él ha cambiado la forma en la que te ve. No te preocupes, todo irá a mejor.

Él la miró a los ojos. La sonrisa hizo que su corazón palpitara más rapido. Entonces asintió con la cabeza.

— Está bien... vamos. — Dijo, agarrando al gato entre sus manos y caminando junto a ella por la ciudad — ¿Deberíamos ponerle un nombre, no crees?

— Si... — Ella quedó pensativa — Cuando lleguemos a mi casa, decidimos uno entre los dos.

Fin del capítulo 

Cuando nadie veDonde viven las historias. Descúbrelo ahora