Karma y Destino

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Aún en la inconsciencia, su apariencia seguía siendo hermosa, como si aquel sueño profundo no hiciera más que aumentar su belleza.

Sus labios se veían más rojizos, su tez parecía más pálida de lo que alguna vez había sido y sus oscuros cabellos contrastaban aún más debido a ello.

Su expresión totalmente neutral, no delata absolutamente nada, totalmente vacía, como un cuerpo sin vida, como un cuerpo sin alma. Pero hay algo que emana de él, inexplicable, inocencia, esencia pura, casi hipnótico.

~Incluso en tu inconsciencia, no me permites estar cerca de ti.~

~¿Por qué? ¿Por qué no puedes amarme de nuevo?~

~¿Por qué te aferras a ese dolor?~

~Solo por ese… Ni siquiera te merece.~

~Te ha dejado de lado. Una y otra vez. Ni siquiera merece tu consideración~

Sus pasos lo guían hacia el centro de la habitación, hacia la cama donde yace el cuerpo del más joven. Sus ojos se quedan prendados en la belleza de su rostro, en aquellas facciones tan familiares y se permite caer en los recuerdos, en aquella voz que le proclamaba dulcemente su amor, esa mirada llena de adoración que siempre le había pertenecido, en el tacto suave de aquellas manos tomando las suyas, mirándolo con aquellos ojos en los que no existía nadie más que él. Esos ojos que habían sido suyos igual que todo lo demás.

~Entonces ¿Por qué ahora…?~

Una de sus manos se acerca a aquel rostro, delineando cada una de sus facciones, recorriendo con sus manos cada una de ellas con la más absoluta devoción.

Pero sus manos jamás entran en contacto con su piel. No. No puede. Hay algo, algo dentro de sí mismo, que no entiende, que no tiene explicación, algo que se revela ante la idea de tocar al otro, incluso de la manera más inofensiva y mínima como aquella.

Sus párpados caen, otro rostro viene a su mente, el sabor de otra piel llena sus labios y el fantasma de otro tacto hacen picar sus manos. Y la culpa se hace presente, tan pesada que amenaza con llevarse su cordura, demasiado amarga y dolorosa en su garganta.

La impotencia, el resentimiento corroen su corazón, aún así, lo intenta de nuevo, recorrer aquellos labios indefensos con la yema de sus dedos, pero todo su ser se retuerce, se siente asqueado de pronto, casi como un profano, como si aquello, el tacto del otro, no le perteneciera en absoluto.

~Incluso así, aún puedes rechazarme?~
~Está bien. Te ayudaré a entender entonces.~
~Que soy el único que te merece~

Sus manos se cierran en puños, su expresión se torna furiosa y resentida. Sus ojos destellan verdes y tormentosos mientras mira hacia el joven en aquella cama.

~Y cuando lo hagas, te quedarás conmigo justo aquí, dónde perteneces.~

~Te haré feliz, Wansarut. Recuperaré a esa niña para tí y ya no tendrás que ir a ninguna parte~

Una punzada de dolor recorre todo su brazo, fiel recordatorio de su enfrentamiento y de su condición.

~Maldito Garuda. No podrás detenerme por mucho tiempo~
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El miedo en ella es innegable, se siente aterrorizada, pero aún así no se permite flaquear. Lleva la decisión escrita en su rostro y en su mirada.

Puedo oírlo a lo lejos, como un eco en el cielo traído hasta ella por el viento. No esconde su presencia, quiere que él la descubra, que sepa que está allí, que venga hacia ella. Y ruega en su interior que el otro se muestre lo suficientemente benevolente como para escuchar sus palabras antes de terminar con su vida.

Después de Ti (BillyBabe) (PhayaTharn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora