Intereses II

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Narrador omnisciente

Desesperada, esa era la palabra que describía como se encontraba Violeta, ya había podido aceptar que con Chiara no era solo un juego, y esa burbuja que había construido había explotado, claramente sabía que las mentiras tenían las patas muy cortas, pero sabía que lo podría arreglar, ahora la había perdido para siempre. 

- Eso te pasa por jugar a dos bandas - dijo Julio que andaba de un lado a otro por el salón - te pasa por ser una gu4rr4 y por ser una indecisa, las mujeres bisexuales sois unas indecisas - suspiró - no os conformáis con nada

 Violeta que se había abierto en canal ante su novio hace dos minutos estaba hiperventilando, le había costado aceptar que al fin y al cabo tan hetero no era, y que además la había perdido. 

- Que te vayas he dicho - dijo mientras intentaba que su voz no sonase a rota

- Lo que teníamos ha terminado - dijo enfadado Julio - te lo has cargado tu solita, y Chiara está mejor lejos tuya - dijo mientras dejaba la copia de la llave sobre la mesa del salón

A Violeta no le dolió acabar de romper con su novio de hace años, la relación desde hace meses no iba a ninguna parte, solo era sexo y poco más, le dolía que las cosas hubieran acabado así, Julio y ella se conocían desde siempre, ahora no estaba segura de conocerlo tan a fondo como creía. 

Chiara en su casa tenía una expresión que denotaba tristeza, porque le había vuelto a pasar, se había vuelto a enamorar y sabía que eso hacía daño en un momento u otro, estaba enfadada también porque habían jugado con ella por dinero, y decepcionada porque creía conocer un mínimo a Violeta, pero ahora no sabía ni quien era

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Mes y medio que había pasado desde que Chiara mandó ese mensaje a Violeta, no habían vuelto a hablar pues la motrileña estaba más que bloqueada

Chiara decidió partir para Newcastle, encontrarse con su abuela y dejar de trabajar unos meses, al final su puesto se basaba en supervisar, y siempre podía delegar ese poder en otra persona, esa persona era Martin, se conocieron en la carrera, al chico se le daba bastante bien administrar empresas, pero no se dedicaba a ello, sino a la compra y venta de estas, quedándose con unas ricas sumas de la diferencia.

Martin lo sabía todo, Chiara se lo había contado estando borracha, estando enfadada, estando triste y también estando... no sé demasiadas emociones. 

Tocó fondo, la tuvieron que hospitalizar por haber ingerido demasiado alcohol sin nada de comida en su estómago, su servicio de limpieza dejó de ir por orden de ella, no quería a nadie deambulando por su mansión, recordándole que el mundo seguía aunque ella tuviera el corazón roto. 

No se lo podía creer, otra vez en el mismo lugar, desahogándose en alcohol para superar sus miedos, el miedo de nunca ser suficiente, que solo su dinero sea suficiente, de tener que ocultarse para que las personas la vean como una más, no como un banco con piernas. 

Anterior a la Chiara que era una picaflor hubo una chica que lo dio todo, que se enamoró perdidamente de la persona equivocada, que le sacó hasta el último penique y que todavía vivía de ello, la inglesa pudo reinventarse y formar su actual empresa, no le dolió haberse quedad sin dinero, sino sin la persona en la que más confiaba. 

Pero eso ya no importaba, ahora si que no se iba a abrir a nadie, se iba a ir a la casa de su abuela una buena temporada, necesitaba desconectar y no había mejor lugar que Newcastle. 

Allí estuvo varias semanas cuidando de los animales, viendo nacer a pequeños corderos, estaba acostumbrada a este tipo de trabajos, le era natural, quien lo diría que una exitosa empresaria estaría ordeñando una vaca, o yendo en caballo hasta el pueblo más cercano para cambiar trigo por harina. 

KIVI -one shotsWhere stories live. Discover now