Bill se sostuvo del lavabo del baño y enclinó la cabeza. Tomó agua con ambas manos y se mojó la cara, dejando que el agua se desborde de entre sus dedos. Bill, totalmente empapado, levantó la mirada y se observó en el espejo. A través de este, pudo apreciar un rostro extrañamente rojo entre las gotas de agua que se deslizaban de su flequillo. Era una cara que solía ver a menudo después de tener sexo con mujeres y quedar realmente satisfecho. Y ahora, tenía esa misma expresión, tan rojo como si estuviera borracho, pero en lugar de ser por haber mantenido relaciones sexuales con una mujer, se debía al extraño acto que acababa de cometer.
Siguió pensando en su hermano menor que, con un rostro jadeante de emoción, lo abrazó como si no quisiera soltarlo nunca.
Se le había puesto la piel de gallina cuando vio aquella expresión desconocida y llena de placer en el siempre pulcro rostro de Tom.
No podía apartar los ojos de la apariencia excitada de su hermano menor, una apariencia que no quería ver provenir del rostro de el, pero que a la vez, elogiaba por ser tan perfecta, tan heterogénea. Con un cuerpo tan grande, seguro estaba lleno de una lujuria que no sería fácil de tratar, ¿Cómo podría soportarlo Tom?
Espera. ¿Por quién se estaba preocupando? ¿No tenía él mismo un problema mayor?
Bill se lavó la cara con agua del grifo una vez más. Tenía tantas cosas en la cabeza que se empezaba a molestar, maldiciendo: «¡Qué mierda!»
Había pasado mucho tiempo desde que tuvo una aventura de una noche. ¿Fue hace más de tres meses? La razón era que estuvo demasiado ocupado buscando un nuevo trabajo para convertirse en alguien independiente.
Debe haber estado muy frustrado sexualmente, hasta el punto de permitirse hacer locuras con su hermano menor. Después de todo, solo se había estado masturbando durante todo ese tiempo.
— Bill...— Se sorprendió cuando vio a Tom en la puerta.
— ¿Mmh, qué pasa?
Tom entró desnudo al baño mientras Bill todavía intentaba poner en orden sus pensamientos, lavándose la cara con agua fría.
— Billy, yo también quiero lavarme. Por favor, lávame.
Puedes lavarte solo.—Dijo Bill que fue completamente tomado desprevenido por Tom, quien nuevamente le hacía una petición extraña.
— No puedo. De nuevo se hizo más grande aquí.— Señalo Tom su entrepierna erecta.
— Carajo, ¿por qué sigues excitándote? Saca el agua blanca mientras te lavas.
— Ya lo froté, pero el agua blanca no sale.
— Puedes hacerlo solo. Te mostré cómo. ¡Eres un tipo inteligente!.
— ¡Billy!.— Dijo Tom comenzando hacer pucheros.
— No pongas esa cara de debilidad.
— Como esperaba, soy raro.
— Ugh...— Griño Bill era una completa locura. Ya no sabía quién de los dos era el loco.
Tom agarró a Bill y entró en la ducha. Para que los dos pudieran estar de pie en el estrecho espacio que estaba diseñado para ser usado por un solo hombre adulto, no tuvieron otra opción más que superponer sus cuerpos. Tom le volvió a quitar a Bill los pantalones que ya se había subido, y luego puso su excitación contra él.
—Jeje.— Una vez más Tom rio como un niño pequeño apunto de hacer una travesura.
Bill estaba confundido por la forma en la que sonreía, como si estuviera absolutamente complacido.
¿Estaba esto realmente bien? ¿Debería alejarlo con un golpe y soltarle dos palabrotas? ¿Y si su hermano, que no entendía nada, tuviera una herida irreversible? En medio de su confusión, otras cosas estaban pasando.
— Oye, espera, Tom... yo..
Dedos duros agarraron la esbelta cintura de Bill. Tom giró la llave del grifo hacia un lado para abrirlo. El agua tibia salió de la ducha por encima de sus cabezas. Sacudió su cuerpo pegado a Bill, quien ni siquiera podía abrir los ojos debido al agua cayendo sobre él.
— Mmh, Billy.— Gimió Tom levantándo una de las piernas de Bill, la sujetó en su costado y rozó sus miembros con más fuerza. Era algo muy diferente a lo ocurrido en la cama, donde se había estado frotando inexpertamente. Tal vez ahora pudo leer la atmósfera sexual, o simplemente estaba haciendo movimientos que le resultaban más cómodos.— Bill.... Billy.
La manera en la que Tom se movía expresaba lo insatisfecho que quedó su deseo sexual después de tener una sola noche en la cama. Aún estaba lleno de deseo.
Bill, quien constantemente culpaba a su hermano menor por llevarlos hasta esta situación, se acercó. Envolvió su mano detrás del cuello de Tom y le hizo inclinar la cabeza para cubrir sus labios. Mirando a Tom, quien abrió mucho los ojos como primera reacción, Bill lentamente le metió la lengua por sus labios entre abiertos.
La razón por la que Bill besó a Tom no tenía algún significado en particular. Aún cuando tenía una noche de sexo, fácilmente le entregaba sus labios a sus parejas. Había aprendido que el sexo acompañado de besos fácilmente podría darle a la otra persona una sensación de confianza y satisfacción, así que empezó a mirar el acto de besar como algo trivial que posteriormente convirtió en un hábito.
Entonces, el beso de ahora era solo parte de ese hábito aprendido. A lo largo de los años, también se dio cuenta de que incluir besos al mantener relaciones sexuales resultaba un acto placentero para la otra persona. Incluso si en este momento la otra persona era Tom, su hermano menor, no era diferente a una pareja de una noche, siempre y cuando le estuviera frotando el cuerpo así.
—Hermano, ah, ah, hermano.
Bill seguía girando la cabeza y besándolo, a pesar de que sabía que Tom estaba luchando con la ligera incomodidad de ser besado tan repentina y profundamente. En ese momento, Bill no podía pensar en nada. Fue una simple coincidencia que los gestos de Tom fueran tan lascivos que le recordaran el tener relaciones sexuales con una mujer, queriendo besarla arduamente por satisfacción.
El beso duró más de lo esperado. El acto de frotar y sacudir los genitales del otro continuó con en el aliento entrelazado que explotó tan rudamente como el beso.
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Dulce Pecado (Toll/Tws) +18
RomanceLos hermanos Bill y Tom Kaulitz que nacieron y se criaron en una familia que otros envidiarían, no mantenían una relación cercana, llegando al punto de no dirigirse la palabra a menos que sea necesario durante más de diez años. Pero, un día, debido...