II

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Yitzel

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Yitzel

Buzón de voz, la llamada se cobrará al reiniciar los tonos siguientes.

Era la tercera llamada que hacía a casa y nadie contestaba, el tráfico estaba horrible y no podia tener mas estres, estaba a unas cuadras por llegar y no recordaba nada como esta ahora.

Volví a llamar pero de nuevo me mandaba a buzón.

¿Porque no se me hace raro? Pensé

Si vivíamos en un casa de locos y no era la primera vez que no se escuchaba una llamada.

– ¿Es aquí señorita? – preguntó el chófer.

Oh por dios.

– Si, si. Gracias – le dí el dinero de la tarifa y se apresuró a bajar mis cosas de la cajuela.

No podía creer lo que estaba viendo. Mi casa estaba más limpia y acomodada que nunca, no había niños, no había suciedad o experimentos, todo estaba bien y normal.

Normal.

Dejé mis cosas para tocar la puerta y espere unos minutos, pero nadie abrió.
Volví a tocar pero no sé escuchaba nada.

¿Dónde estarán?

– ¿Yiyi?

– ¡Señora Palmer! Dios hace mucho que no la veía

Me encaminé a la acera para darle un abrazo y preguntarle que estaba pasando.

– Pero mira que grande estás, creciste mucho allá.

Le ofrecí una sonrisa apenada, solo me había ido un año, no mucho, pero la señora Palmer era de muy avanzada edad como para recordarlo.

– ¿Cómo has estado pequeña yiyi?

– Bien, ya sabe, estudiando y avanzando con la banda, un poco pesado, pero nada que no pueda soportar. Pero era momento de regresar a casa, solo que... – señale el lugar donde parecía no habitar nadie, lo cual era muy raro.

– Oh – soltó una risita – ellos ya no están aquí.

– ¿Mmm?

– Si, tu madre, se casó un un hombre muy apuesto, un marinero.

𝐀𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓𝐇𝐎𝐔𝐒𝐄| ʷⁱˡˡⁱᵃᵐ ᵇᵉᵃʳᵈˢˡᵉʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora