—Es muy lindo.— dijo Emma mirando al gato, realmente era muy tierno, parecía un peluche, quisiera abrazarlo y darle muestras de afecto pero no quería que Snape se burlara de ella.
—Gracias profesor.— agradeció Emma, ya que no sabía que decir exactamente. Estaba muy feliz, al menos ya no estaría tan sola cuando estuviera en casa.—De nada, Rosier.— dijo Snape tranquilamente, Emma le sonrió y carraspeo.
—Bueno, ya tengo que irme.— anunció Emma, Snape asintió. Emma se dio la vuelta y cuando estaba apunto de salir...—Recuerda que debes ponerle sus vacunas, encargarte de sus excrementos, darle su comida, jugar con el, comprometerte con su bienestar, atender sus necesidades físicas y emocionales, procurar tener un espacio amplio, fresco y limpio para vivir.— dijo Snape, Emma paro en seco, no recordaba que fueran tantas cosas... O tal vez era porque Kreacher se encargaba de toda la responsabilidad de pelusa años atrás.
—Ah... claro, profesor.— dijo Emma pensando en todo lo que dijo Snape.
Salió de la oficina de Snape abrumada, si Snape no le hubiera recordado lo "difícil" que era tener una mascota probablemente estuviera más feliz, pero no, Snape decido recordarle todas las responsabilidades.—Oh, pero aquí también hay elfos...
¡Ja! No será tan difícil.— dijo Emma triunfante, pero aún así, los elfos solo limpian las habitaciones. Así que Emma tendría que hacer la mayoría de responsabilidades...«Ya no quiero tener a este gato.»
Emma miro al gato con desconfianza.
Tenía mucho sin cargar a uno, desde que Haddar se llevo a pelusa al lugar que nunca le dijo, nunca más vio a su gato. Emma miro al gato y ladeó la cabeza, como solía hacer a veces.
El gato la miraba, pero Emma no sabía si era una mirada de desconfianza, temor... o tal vez odio, ya que, el gato intento morder a Emma.—Ni que fueras perro...— dijo Emma, entrecerrando los ojos. Emma decido bajar a el gato y dejarlo en el piso, ella no pensaba cargarlo ahora que vio que era una amenaza para ella. O sea, imaginar que el gato logre rasguñarla o morderla... Terrible, simplemente sería terrible tener alguna cicatriz que arruine su frágil rostro o sus cuidadas manos.
Cuando Emma lo dejo en el piso para que la siguiera, vaya sorpresa se llevó.
El gato se tropezaba cada dos pasos, Emma frunció sus cejas.
—...Inútil— escupió Emma con decepción, mirando al gato que intentaba caminar correctamente.
Emma suspiro y lo volvió a cargar, pero está vez, de un modo en el que no pudiera intentar morderla.Después de unos segundos Emma continúo hablando con el gato.
—Justo como tú dueña.— susurro Emma con una sonrisa "nostálgica" al recordar a su madre llamarla inútil, que recuerdos tan graciosos, ¿No?—Como sea... Creo que ahora tendré que buscarte un nombre.— dijo Emma con pereza. El gato se mantuvo quieto en el camino, Emma fue a la sala común para descansar un rato, o bueno. Eso quería hacer pero el gato no se lo permitió.
—Por favor, quítate ya...— susurro Emma mientras se cubría el rostro con una almohada. El gato había intentado morderla en la mejilla, Emma no entendía como el gato había logrado subir a la cama, ella lo había dejado en el piso.
—O sea... No sabes caminar bien, pero, ¿Si sabes escalar?— pregunto Emma con incredulidad, el gato solo maullo mientras se sentaba.
—Gran respuesta.— dijo Emma alzando las cejas —Ademas, ¿Por qué estoy hablando contigo? No entiendes, eres un animal.El gato solo intento morder a Emma nuevamente pero no estuvo ni cerca de conseguirlo gracias a la forma en que Emma lo cargaba.
—Creo que eres un poco tonto, pero no te preocupes, me encargaré de educarte e intentar que ya no seas tan tonto.— dijo Emma sonriendo con diversión, ya que no podía creer que estuviera hablando con un gato, patético.