-Cap 11-

1.2K 100 75
                                        

Harry y Emma esperaban que Lupin hablara, hasta que por fin lo hizo.
—Harry, me han contado lo del partido.— Dijo lupin volviendo a su mesa y metiendo los libros en su maletín. —Y lamento mucho lo de tu escoba, ¿Será posible arreglarla?
—No— contestó Harry. —El árbol la hizo trizas.

Lupin suspiro
—Plantaron El sauce boxeador del mismo año que llegue Hogwarts.
La gente jugaba un juego que consistía en aproximarse lo suficiente para tocar el tronco. Un chico llamado David Gudgeon casi perdió un ojo y se nos prohibió acercarnos. Ninguna escoba habría salido airosa.
—¿Ha oído también de los dementores?— dijo Harry, haciendo un esfuerzo. Mientras que Emma se quedaba quieta en su lugar, incómoda.

Lupin le dirigió una mirada.
—Sí, lo he oído. Creo que nadie ha visto nunca tan enfadado al profesor Dumbledore. Están cada vez más rabiosos porque Dumbledore se niega a dejarlos entrar en los terrenos del colegio... Fue la razón por la que te caíste, ¿no?

—Sí— respondió Harry.
—¿Por qué? ¿Por qué me afectan de esta madera? ¿Acaso soy...?
—No tiene nada que ver con la cobardía.— dijo el profesor Lupin tajantemente, como si hubiera leído el pensamiento de Harry.

Emma seguía incómoda en su lugar, no sabía ni a dónde mirar, solo se hacía la que no escuchaba.

—Los dementores te afectan más que a los demás porque en tu pasado hay cosas horribles que los demás no tienen.— Un rayo de sol invernal cruzo el aula, iluminando el cabello gris de Lupin y las líneas de su joven rostro. —Los dementores están entre las criaturas más nauseabundas del mundo. Infestan los lugares más oscuros y más sucios. Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajena, se llevan la paz, la esperanza, y la alegría de cuánto los rodea.
Incluso los muggles perciben su presencia aunque no pueden verlos. Si alguien se acerca mucho a un dementor este le quitará hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si puede el dementor se alimentará de él hasta convertirlo en un semejante: en un ser desalmado y maligno. Lo dejarás sin otra cosa que las peores experiencias de su vida y el peor de tus recuerdos, Harry. Es tan horrible que derribaria a cualquiera de su escoba.
No tienes de qué avergonzarte.

—Cada que hay alguno cerca de mí...— Harry miró la mesa de lupin con los músculos del cuello tensos. —escucho el momento en que Voldemort mató a mi madre.

Ahora Emma estaba más incómoda que nunca, tanto que pensó en la opción de salir de aula, pero al final se quedó.

—¿Por qué acudieron al partido?— pregunto Harry con tristeza.
—Estan hambrientos.— explicó lupin tranquilamente, cerrando el maletín que dio un chasquido.
—Dumbledore no los deja entrar en el colegio, de forma que su suministro de presas humanas se ha agotado... Supongo que no pudieron resistirse la gran multitud que había en el estadio. Toda aquella emoción, el ambiente emocionado... para ellos tenía que ser como un banquete.

—Azkaban debe ser horrible...— dijo Emma al mismo tiempo que Harry.
Ambos volvieron a mirarse.
Lupin sonrió y continúo hablando.
—La fortaleza está en una pequeña Isla perdida en el mar, pero no hace falta muros ni agua para tener a los presos encerrados.
Porque todos están atrapados dentro de su propia cabeza, incapaces de tener un pensamiento alegre, la mayoría enloquece al acabo de unas semanas.
—Pero Sirius Black escapó..— dijo Harry mientras miró de reojo a Emma, Emma lo miro de reojo también.

Estaba acostumbrada a qué siempre que hablaran sobre Sirius, la mirarán mal o hablarán de ella.
Lupin noto que Emma estaba incómoda así que volvió a hablar para aligerar el ambiente.

Seven Thorny RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora