Larys Strong, se encontraba en sus aposentos, sentado en su escritorio iluminado por la luz de las velas. La habitación estaba en silencio, interrumpido solo por el suave crujido de la madera y el ocasional chirrido de una puerta al ser movida por el viento. Larys tamborileaba con los dedos sobre la superficie de su escritorio, su mirada fija en la puerta, esperando con paciencia.
Finalmente, la puerta se abrió y un chico de unos 12 años entró tímidamente, llevando un papel enrollado en la mano. El chico se acercó a Larys y le entregó el mensaje. Larys tomó el papel, desenrollándolo y leyéndolo rápidamente. Una sonrisa astuta se dibujó en su rostro mientras asintió, satisfecho.
—Bien hecho —dijo Larys, extendiendo una bolsa de monedas al chico—. Sigue vigilándolos y asegúrate de que no sospechen nada.
El niño asintió con entusiasmo, guardó la bolsa de monedas y salió rápidamente de la habitación. Larys se quedó un momento más, leyendo nuevamente el mensaje antes de levantarse de su asiento y salir de sus aposentos con una expresión calculadora.
Mientras tanto, Lyra se encontraba junto a Sera y otras damas, limpiando algunas zonas del salón del trono. La gran sala resonaba con el eco de sus movimientos, el sonido de cepillos y trapos contra la piedra y la madera.
—¿Te imaginas vivir aquí? —preguntó Sera, con una sonrisa soñadora mientras pasaba un trapo por una de las ventanas.
—Sería algo... —respondió Lyra, concentrada en su tarea. —Raro. —finalizó.
De repente, el sonido de pasos firmes resonó en el salón. Un guardia real entró con un porte imponente, llamando la atención de todas las damas.
—Lyra Blount—dijo el guardia, su voz fuerte y autoritaria—, eres requerida en los aposentos de la Mano del Rey.
Lyra sintió un nudo en el estómago. Intercambió una mirada con Sera antes de asentir y seguir al guardia fuera del salón. Mientras caminaba por los pasillos del castillo, su mente corría con preguntas y preocupaciones. ¿Qué querría Otto Hightower de ella? ¿Estaba en problemas? Tratando de mantener la calma, se permitió una profunda respiración antes de llegar a la puerta de los aposentos de la Mano del Rey.
El guardia tocó la puerta y, tras recibir permiso, abrió la puerta para que Lyra entrara. Ella entró despacio, sus ojos recorriendo la habitación antes de posarse en Otto, quien la esperaba con su típica sonrisa enigmática.
—Lyra —dijo, su tono suave pero con una nota de autoridad—, tengo algo de lo que necesito hablar contigo.
Lyra sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras Otto la observaba con una mirada penetrante.
—¿Eres una de las damas de compañía de la princesa Rhaenyra? —preguntó Otto, inclinando ligeramente la cabeza.
—Sí, mi señor —respondió Lyra, asintiendo con la cabeza.
Otto sonrió, pero su sonrisa no tenía calidez alguna, solo un cínico destello en sus ojos.
—Cuéntame, ¿dónde te criaste y quiénes son tus padres?
Lyra se quedó en blanco, preguntándose por qué le hacía esas preguntas. Rápidamente, respondió:
—Me crié con mi padre, Gerold Blount, en Desembarco del Rey. Mi madre murió al darme a luz, así que nunca la conocí.
Otto alzó una ceja, su sonrisa cínica ampliándose.
—¿Y dónde está tu padre ahora?
—Está en Pentos, encargándose del mercado de mi abuelo —contestó Lyra, sintiendo que su corazón latía más rápido.
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Bajo el velo de la seda || Jacaerys Velaryon
FanfictionNacida entre las sombras de Desembarco del Rey, Lyra Mares fue criada en el bullicioso y peligroso ambiente de la calle de la Seda. Huérfana desde su primer aliento, Lyra se aferró a su determinación y coraje para sobrevivir en un mundo que la había...