Capítulo 11

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Habían pasado algunos días y los encuentros con Sam eran cada vez más frecuentes. Ambos habían formado un lazo especial, viéndose cuando acababan de trabajar o charlando entre los pasillos. Lyra se sentía más relajada en la compañía de Sam. Su amistad le proporcionaba un respiro en medio de la tormenta que era su vida en el castillo. Sam siempre encontraba la manera de hacerla reír, y sus charlas se habían convertido en el mejor momento del día para ella.

—¿Sabes? —dijo, inclinándose ligeramente hacia ella—. He estado pensando... Me encantaría mostrarte un lugar especial. ¿Te gustaría?

Lyra levantó una ceja, intrigada. —¿Un lugar especial? —preguntó, sonriendo—. ¿Qué tienes en mente?

—Ven, sígueme —dijo, tomándola de la mano y guiándola por un camino escondido entre los jardines.

Caminando juntos, llegaron a una pequeña fuente rodeada de flores. Era un lugar tranquilo, apartado del bullicio del castillo.

—Aquí es donde vengo cuando necesito un momento de paz —dijo Sam, soltando suavemente la mano de Lyra y observando el entorno—. Pensé que te gustaría.

—Es precioso, Sam. Gracias por traerme aquí —dijo, sentándose en el borde de la fuente y mirando el agua.

Sam se sentó a su lado, y por un momento, ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad del lugar. Finalmente, Sam habló:  —Lyra, quiero que sepas que... puedes contar conmigo para lo que necesites —dijo, mirándola a los ojos—. Sé que hay cosas difíciles en tu vida, y quiero ayudarte en lo que pueda.

Lyra se quedó mirándolo sin saber qué decir, pero hizo como si no pasara nada y respondió con una sonrisa forzada: —No te preocupes, Sam. Todo está bien, de verdad —dijo, intentando sonar convincente.

Sam la observó por un momento, notando la tensión en su voz, pero decidió no presionarla. En cambio, cambió de tema, y ambos comenzaron a hablar de cosas más ligeras, riendo y disfrutando de la compañía mutua.

—Tengo que irme ya —dijo Lyra después de un rato, mirando el cielo que empezaba a oscurecerse—. Sera me estará esperando para bajar a cenar juntas.

Sam asintió, aunque parecía un poco decepcionado de que el momento terminara. —Claro, entiendo. Nos vemos pronto, entonces —dijo, levantándose junto con ella.

Lyra le dedicó una última sonrisa antes de volver al castillo, su mente aún llena de pensamientos y preocupaciones. Cuando llegó a la habitación, Sera ya la esperaba, una sonrisa traviesa en su rostro.

—¿Qué tal tu paseo con el atractivo Sam? —preguntó con una ceja levantada.

Lyra rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír. —Fue agradable.—dijo, sentándose junto a su amiga.

Sera se acercó más, con una mirada inquisitiva y una sonrisa traviesa. —¿Así que solo agradable, eh? —dijo, alzando una ceja—. ¿Cuándo pretende lanzarse?

Lyra se rió y se puso de pie rápidamente, evitando la pregunta. —Vamos, Sera, dejemos de hablar de eso y bajemos a cenar ya. Estoy hambrienta —dijo, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.

Sera se levantó también, riendo. —Está bien, está bien. Pero no pienses que te librarás tan fácilmente de mis preguntas —dijo mientras caminaban hacia la puerta enganchando el brazo de su amiga.

Las dos amigas se dirigieron al comedor, donde una cena sencilla pero reconfortante las esperaba. Al llegar, se encontraron con otros sirvientes y habitantes del castillo, charlando y riendo. La atmósfera era cálida y animada, un contraste bienvenido con las preocupaciones que llenaban la mente de Lyra. Se sentaron juntas, compartiendo historias y risas, al menos por un rato, olvidando las sombras que se cernían sobre ellas.

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⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

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Bajo el velo de la seda || Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora