Capítulo 9

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Los días habían seguido pasando, y la vida en la Fortaleza Roja continuaba con su rutina habitual. Sin embargo, para Lyra, cada día era una mezcla de tensión y preocupación. Había intentado escuchar conversaciones o enterarse de algo relevante, pero lo que sabía era escaso y generalmente trivial. Como le dijo Otto, siempre que sabía algo, iba a contárselo, pero eran cosas inútiles que apenas interesaban a la Mano del Rey.

A pesar de sus esfuerzos por actuar de manera normal, Lyra no podía evitar sentirse tensa cada vez que la princesa Rhaenyra o el príncipe Daemon estaban en la misma habitación que ella. Sera, su amiga más cercana, le había preguntado varias veces si algo estaba mal, pero su respuesta era la misma siempre: que se encontraba mal. Aunque Sera no estaba convencida, sabía que no debía presionar demasiado.

El príncipe Jacaerys había estado observándola de vez en cuando, sus grandes ojos marrones siguiéndola en algunas cenas o simplemente por los pasillos del castillo. Lyra podía sentir su mirada sobre ella, pero intentaba evitarlo, sabiendo que cualquier conversación con él podría ponerla nerviosa y hacer que revelara algo que no debía.

A medida que los días pasaban, Lyra seguía cumpliendo con sus deberes mientras intentaba reunir información útil para Otto. Sin embargo, cada vez le resultaba más difícil mantener su fachada de normalidad. Las miradas furtivas de Jacaerys y la preocupación de Sera solo aumentaban su tensión.

Una mañana, mientras Lyra limpiaba una de las cámaras reales, escuchó una conversación entre Rhaenyra y Daemon. Se escondió detrás de la puerta, aguzando el oído para captar cada palabra.

—Tenemos que asegurarnos de que el rey esté presente —decía Rhaenyra en un tono preocupado—. Sin su apoyo, los Hightower entregarán el puesto de Señor de las Mareas a Vaemond.

Daemon asintió, su expresión grave. —Hablaremos con el rey en cuanto sea posible.

Rhaenyra suspiró, mirando a su esposo con determinación. —Confío en que podremos convencerlo.

Lyra, oculta, escuchó cada palabra. Su mente se llenó de pensamientos conflictivos. Sabía que esta información podría ayudar a la princesa Rhaenyra si lograba convencer al rey, pero también sabía que su lealtad forzada estaba con Otto Hightower. La imagen de Elara y su futuro bebé se le vino a la cabeza, recordándole lo que estaba en juego.

Después de una lucha interna, Lyra decidió qué debía hacer. Asegurándose de que nadie la seguía, se dirigió a los aposentos de Otto Hightower. Tocó la puerta suavemente y, tras recibir permiso para entrar, se encontró de nuevo frente a la Mano del Rey.

—¿Qué has averiguado? —preguntó Otto, mirándola con interés.

—He escuchado a la princesa Rhaenyra y al príncipe Daemon hablar sobre la decisión final de la sucesión de Marcaderiva —comenzó Lyra, su voz temblando ligeramente—. Están preocupados porque sin el rey de su lado, los Hightower le darán el puesto de Señor de las Mareas a Vaemond. Planean hablar con el rey para asegurar su apoyo.

Otto sonrió fríamente, satisfecho con la información. —Bien hecho, Lyra. Has hecho bien en decírmelo rápidamente para que podamos actuar.

Lyra asintió, sintiéndose atrapada en una red de espionaje y traición. Otto le dio las gracias de manera fría y distante, y Lyra se retiró de la habitación, sabiendo que no tenía otra opción más que seguir cumpliendo con sus órdenes. Sabía que debía mantenerse alerta y protegerse a sí misma y a aquellos que amaba, aunque el precio fuera traicionar a quienes admiraba.

Cuando Lyra salió de la habitación de Otto, su mente era un torbellino de pensamientos y emociones. Cruzó varios pasillos, tratando de calmarse y recuperar la compostura, cuando de repente una mano se posó sobre su boca y otra en su cintura, llevándola tras un muro oscuro y poco iluminado. Soltó un grito ahogado y su corazón comenzó a latir rápidamente.

Bajo el velo de la seda || Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora