Capítulo 10

226 23 0
                                    

—Sera, no sé cuánto más puedo soportar esto —murmuró, abriendo los ojos para mirar a su amiga—. Otto tiene ojos y oídos por todo el castillo. Es imposible hacer algo sin que él se entere.

Sera frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente para encontrar una solución. De repente, sus ojos se iluminaron con una idea.

—¿Y si... —empezó, vacilando por un momento antes de continuar—, y si conseguimos información sobre Otto? Algo que podamos usar en su contra, algo que le obligue a dejarte en paz.

Lyra abrió los ojos con sorpresa y negó con la cabeza casi de inmediato. —¿Información sobre Otto? —repitió incrédula—. Sera, eso es muy arriesgado. Tiene una red de espías por todo el castillo. Sería difícil y peligroso.

—Lo sé, pero piensa en esto: si conseguimos algo lo suficientemente importante, algo que él no quiera que nadie sepa, podríamos usarlo como moneda de cambio.

Lyra consideró sus palabras, la idea girando en su mente. Al principio, la idea la asustaba, pero luego, pensó en Elara y en su bebé. Esta podría ser la única manera de mantenerlas a salvo.

—Tienes razón —dijo finalmente—. Es peligroso, pero no tenemos otra opción. Necesitamos encontrar algo que podamos usar contra él. Pero, ¿cómo lo haremos sin que él se dé cuenta?

Sera sonrió con una mezcla de alivio y determinación. —Lo haremos con cuidado y paciencia. Observaremos, escucharemos, y cuando tengamos la oportunidad, actuaremos. Juntas, podemos hacerlo.

—Entonces, empecemos a planear —dijo Lyra, su voz más firme ahora—. Tenemos que estar un paso adelante de Otto y conseguir esa información antes de que él sospeche.

Sera sonrió y tomó la mano de Lyra en un gesto de apoyo. —Vamos a lograrlo, Lyra.

Los días siguientes, Lyra se mantuvo alerta, prestando atención a cada susurro y cada mirada furtiva en los pasillos del castillo. Pasaba muchas veces por los corredores donde se encontraban los miembros importantes de la corte, esperando captar algo, cualquier cosa, que pudiera utilizar contra Otto Hightower. Sin embargo, Otto parecía ser intocable, siempre cuidadoso y nunca dejando escapar nada comprometedor.

La frustración comenzó a instalarse en Lyra, una pesada carga que aumentaba con cada día que pasaba sin éxito. Otto la observaba con una mirada calculadora cada vez que sus caminos se cruzaban, y Lyra sabía que estaba impaciente por recibir más información sobre la princesa. Su constante vigilancia la asfixiaba, y ella hacía todo lo posible por evitar encontrarse a solas con él.

Una tarde, después de un encuentro particularmente tenso con Otto en el que no le dijo nada relevante para que no sospechara, Lyra se reunió con Sera en un rincón apartado del castillo.

—No puedo más, Sera —dijo Lyra, su voz un susurro desesperado—. He intentado todo, pero Otto no deja escapar nada. Es como si supiera que estoy buscando algo.

Sera frunció el ceño, pensando en una solución. —Tal vez necesitemos un enfoque diferente —dijo finalmente—. ¿Qué tal si intentamos obtener información de alguien cercano a Otto? Alguien que pueda tener acceso a sus secretos.

—¿Quién sería lo suficientemente cercano y, al mismo tiempo, vulnerable a nuestra influencia?

Sera sonrió levemente. —Tengo una idea. Hay un sirviente, Sam, que siempre está cerca de Otto. Lo he visto murmurar con él en más de una ocasión. Si pudiéramos acercarnos a él, tal vez podríamos conseguir lo que necesitamos.

—De acuerdo —dijo finalmente.

No fue difícil encontrar a aquel chico. Sam era un muchacho atractivo de cabello dorado y ojos verdes, que se encargaba de arreglar y cambiar cosas en los aposentos de la corte del castillo. Él estaba a menudo en el ala del castillo donde residía Otto. Lyra pasó varias veces por allí, observándolo y pensando en cómo podía acercarse a él sin levantar sospechas.

Bajo el velo de la seda || Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora