Capítulo 4

285 27 4
                                    

Lyra se despertó con los primeros rayos del sol filtrándose por la ventana de su habitación. La luz dorada bañaba el pequeño espacio, creando un ambiente cálido y acogedor. Se desperezó, sintiendo el ligero cansancio del día anterior, pero también una renovada energía para enfrentar el nuevo día.

Se dio cuenta de que Sera ya se había marchado por lo que, se vistió rápidamente y se dirigió al comedor donde las damas de compañía se reunían para el desayuno. Sera ya estaba allí, conversando animadamente con algunas de las otras mujeres.

—¡Buenos días, Lyra! —exclamó Sera al verla entrar—. Ven, siéntate con nosotras.

Lyra se unió a ellas y se sirvió un poco de pan y fruta. La conversación giraba en torno a las actividades del día y los rumores que circulaban por la fortaleza.

—He oído que hoy habrá una gran cena en honor a la princesa Rhaenyra y su familia. —dijo una de las damas—. ¿Crees que nos dejarán ayudar con los preparativos?

—Es posible. —respondió Sera—. Siempre se necesita ayuda extra en estos eventos.

Después del desayuno, Lyra se dirigió a los aposentos de la princesa Rhaenyra para comenzar su jornada cuidando a los pequeños príncipes Aegon y Viserys. Los encontró jugando en la sala principal, sus risas llenando el espacio con una alegría contagiosa.

—Buenos días, pequeños. —dijo Lyra con una sonrisa, acercándose a ellos.

Los niños la recibieron con entusiasmo, y pronto se sumergieron en juegos y cuentos que mantuvieron su atención durante gran parte de la mañana. Lyra disfrutaba de su tiempo con ellos, sintiendo que realmente estaba haciendo una diferencia en sus vidas.

A medida que la mañana avanzaba, Lyra decidió que sería una buena idea llevar a los príncipes a jugar en los jardines de la fortaleza. Preparó una pequeña cesta con frutas, pan y dulces, y llevó a Aegon y Viserys al exterior, donde el sol brillaba cálidamente y una suave brisa acariciaba las flores.

Los príncipes corrieron alegremente, disfrutando de la libertad y el espacio abierto. Lyra extendió una manta sobre la hierba y colocó la comida, observando con una sonrisa cómo los niños jugaban cerca.

Mientras disfrutaban de su picnic, Lyra notó la llegada de dos figuras que se acercaban a ellos. Reconoció a una de ellas como la princesa Rhaenyra y la otra figura era el mayor de los hijos de la princesa, Jacaerys. Ambos parecían buscar algo o a alguien con urgencia.

Lyra escuchó al príncipe decir con alivio: —Están ahí.

Rhaenyra se acercó rápidamente con un semblante preocupado. Lyra, preocupada también, se levantó de inmediato.

—¿Ha pasado algo, princesa? —preguntó Lyra, tratando de mantener la calma.

Rhaenyra suspiró, aliviada. —No los encontrábamos por ningún lado. —dijo, mirando a sus hijos con alivio—. Me preocupé al no saber dónde estaban.

Lyra se sintió avergonzada y bajó la mirada. —Lo siento mucho, princesa. Pensé que sería una buena idea que jugaran fuera con el buen tiempo que hace. No quise causar preocupación.

Rhaenyra, aunque aún un poco agitada, suavizó su expresión. —Entiendo, Lyra. Solo que la próxima vez, por favor, avísame. Es importante saber dónde están en todo momento.

—Por supuesto, princesa. No volverá a ocurrir. —respondió Lyra con sinceridad, sintiendo un nudo en el estómago.

Mientras Rhaenyra se dirigía hacia sus hijos para asegurarse de que estaban bien, Lyra sintió la mirada del príncipe Jacaerys sobre ella. Levantó la vista tímidamente y se encontró con sus ojos. Había una mezcla de curiosidad y algo más en su expresión, algo que hizo que el corazón de Lyra latiera más rápido.

Bajo el velo de la seda || Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora