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Así fueron pasando los días, todo estaba muy tranquilo tanto en el pueblo como en el Hospital, sospechosamente bien pero un tanto raro; el instinto militar me dice que algo está por suceder, por ende debo de estar alerta a toda actividad sospechosa en donde me encuentre.
Dieron las 5 de la tarde hoy viernes, amo este día porque éste sábado y domingo soy libre, no tengo un plan en específico para hacer en estos días pero ya se dará algo, así que tomé las cosas de mi casillero y agarré camino hacia las escaleras, cuando bajaba me encontré al Dr. Magaña y a Bernardo, su aprendíz.
–Buenas tardes doctores–.
–Hola Domínguez ¿ya de salida?— me contestó el Doctor, con su tono serio y desanimado como siempre.
–Sipi, este fin me toca descansar los dos días y los tengo que aprovechar de una vez–.
–Oiga 'doc', ¿qué día nos toca descansar a nosotros?— preguntó Bernardo.
–Creo que te tocan los miércoles, yo apenas y descansé esta semana porque los demás doctores no sirven para nada— le contestó con molestia.
–¿Ahora con que novedades nos salieron?— creo poder entender la molestia del Doctor en este punto.
–Que según eso fueron a la ciudad a exigir no sé que cosas a la Secretaría General, yo no entiendo cual es el afán de escalar hasta ese punto— Bernardo se quejó.
–Posiblemente sea porque no hubo mucha actividad en esta semana que pasó— dije yo —no se si se deba a que la gente no ha salido de casa porque no hay mucha vigilancia, pero y a lo mejor se trata de otra cosa–.
–Dejémoslo a la suerte, tarde o temprano nos vamos a enterar— finalizó el Dr. Magaña —te veremos el lunes Domínguez, disfruta tu fin–.
–Nos vemos luego— me dí la vuelta y seguí bajando.
Al llegar al último escalón escuché muchos gritos que venían de afuera, tambien se escuchaban descargas de cartuchos y algunos disparos; como alma que lleva el diablo fuí a asomarme al lobby y al hacerlo parecía una película de terror: un enfrentamiento armado entre las Fuerzas Especiales y tropas del Sin Nombre.
Mientras la gente corría para esconderse dentro, yo lo hice atrás del recibidor de Betty, y justamente ahí estaba ella temblando de miedo con las rodillas en el mentón.–¡Betty, ¿qué está pasando afuera?!— le pregunte alzando la voz para que me escuchara entre tanto ruido.
–Un enfrentamiento, quisieron emboscar a un Sargento que salía de aquí hace media hora—.
–Con un carajo, esto me faltaba... ¿ahora como saldré de aquí sin salir herida?–.
–Vete por la puerta trasera por el lado de los Laboratorios, es una puerta de Emergencia que también servirá para llamar refuerzos de la Policía–.
–Gracias Betty ¿tú estarás bien?–.
–Sí, ahora vete y activa la alarma de la puerta cuanto antes–.
Salí de ahí escabulléndome entre la gente que se había metido, era un total desorden y me abrí paso como pude; ví la puerta a lo lejos en un pasillo y a pesar de que la incertidumbre me estaba invadiendo llegué, y para mi sorpresa estaba atorada con algo del otro lado.
El primer pensamiento que me cruzó por la cabeza fue el de patear la puerta hasta tirarla, pero alteraría el orden aquí en este lado, como pude la empujé con todas mis fuerzas y se abrió, como acto seguído corrí hacia la otra puerta que dá a la calle de atrás y me tomó otra sorpresa: había camionetas del Ejército ahí; en este punto ya se había activado la alarma, abrí con cuidado y salí sin azotar la puerta, silenciosamente caminé hacia el otro lado y doblando la esquina corrí como nunca hacia mi casa.
–¿Porqué en este punto me suceden estas cosas tan malas?— dije dentro de mí —se supone que todo esto ya estaba controlado y que las tropas de ese desgraciado del Sin Nombre no iban a provocar mas revueltas... maldita sea, como me arrepiento de haber dejado a la gente desprotegida en el Hospital–.
Dí la vuelta en una esquina y a lo lejos ví mi casa, aceleré mas el ritmo de mis piernas al correr porque se escuchaban cerca balazos y arrancones, llegué a mi casa y abrí la puerta principal porque sí, salté la cerca del jardín y ¡oh sorpresa!, ahí estaba Florencia esperando; al abrir y entrar ambas lo primero que hice fue ir a la parte de arriba de la casa a cerrar las ventanas y las cortinas, de ser posible hasta con candado.
Fuí a la cocina y a la sala a hacer lo mismo y sí, francamente estaba muy asustada, pero como fui parte de la milicia tengo que estar preparada para todo así que subí otra vez, abrí mi armario y saqué mis ases bajo la manga: un rifle de caza y un arma corta de mano por si quieren irrumpir en la casa.
Después de un rato me tranquilizé y como ya estaba en la sala aproveché para quitarme los tenis y descansar de mis pies, solo espero que no me duela el cuerpo por haber corrido sin calentar; me puse las pantuflas y fuí a la cocina porque tenía hambre pero antes de preparar algo le dí de comer a Florencia.
Ví que en la alacena había un paquete de pasta, un puré de tomate y unas cuantas papas, ahí se me ocurrió la brillante idea de cenar una pasta roja con puré de papa, abrí el refrigerador y casualmente ahí estaban los filetes de pollo que compré ayer cuando regresaba a casa, con eso tenía mas que suficiente para ponerme manos a la obra.
Pasaban las horas y aún se escuchaban balazos, algunos mas lejos que otros, terminé de cenar y se hicieron las ocho de la noche, fuí a mi cuarto a cambiarme de ropa y bajé mis cosas para tejer, quería tener algo con que entretenerme mientras veo una película o alguna serie en plataforma de streaming; cada minuto que pasaba era mas eterno que el anterior, en momentos todo parecía estar calmado y en otros volvía a haber alboroto afuera, a veces sí me arrepiento de estar aquí en Las Almas y no haber pedido mi cambio antes, pero también pienso en el que habría pasado si lo hubiera hecho, de ser así no hubiera conocido a mis mejores amigas ni a Rudy, cosas como esas hacen que mi estadía aquí valga la pena totalmente.
No se en que momento sucedió pero dieron las cuatro de la mañana y seguía sin tener sueño, ya hice el maratón de películas que quería ver y aún así seguía con energía, ¿qué otra cosa podía hacer? el alboroto de afuera parece haber cesado, hasta la gata se durmió.
Me dirigí a la cocina a tomarme un vaso de agua y bajar el cereal para comer, en eso escucho que tocan la puerta principal con fuerza, casi con la intención de querer tirarla, ¿quién en su sano juicio tocaría la puerta a estas horas? Quize pensar que era un soldado amigo o un vecino queriendo entrar al baño, extrañada fuí a abrir la puerta no sin antes traer mi pistola a la mano, al hacerlo lo que ví ante mis ojos me llenó de terror y nerviosismo hasta su mas alto nivel.
-No grites, y dejame entrar...–.
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UNA SIMPLE ENFERMERA (Alejandro Vargas x Tú)
Fanfiction'Desde que me dieron la residencia médica aquí en el Hospital Regional de Las Almas nada ha sido igual, todo aquí es destrozo, guerras contra el n4rco e inseguridad por todas partes; me llamo Micaela Domínguez y esta es mi vida viviendo aquí en este...