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Horas antes:

–¿Cómo siguió Pablito, Alejandro?— le pregunté mientras conducía la Jeep.

Bien, ya no se ha enfermado y está mas sano que nunca, siempre me pregunta que cuando lo voy a llevar al río, y le digo que pronto, que ya en unos días me dan las vacaciones— me contestó muy sereno.

–¿Aún no te ha preguntado por su mamá?— le comenté un tanto nostálgico, y espero no haber causado incomodidad en él.

–Para mi buena suerte aún no, no se como enfrentar ese tema con él si me lo llega a preguntar; la muerte es difícil de platicar con un menor Rudy— lo ví serio, el tampoco podía responder muy bien que digamos.

–Lo sé, yo ni siquiera he superado la muerte de mi padre así hayan pasado muchos años–.

–Ahí está, si tu, una persona adulta no ha podido superar una muerte, ahora imaginate como lo abordaría un niño, pero... ya buscaré las palabras correctas para hablarlo con él si el tema sale a flote–.

–No quiero que seas tan duro con él, wey–.

–No lo haré— finalizó.

–Y a todo esto ¿a qué iremos al Hospital?— doblé en una esquina.

–Al sargento Rodríguez le dan el alta hoy y lo vamos a llevar de nuevo a la base–.

–¿Y era necesario el convoy?–.

–No hemos salido a patrullar en estos días, siempre hay que estar preparados para cualquier inconveniente ¿cuál es nuestro lema?–.

–"Las Almas salva a los Vaqueros y los Vaqueros a Las Almas"— dije rodando los ojos.

–Muy bien Rudy, ahora mantén la vista en el camino–.

Pasamos unas cuantas calles mas cuando a lo lejos vimos camiones del Ejército Mexicano, no les prestamos mucha atención y nos desviamos una calle a la derecha... maldita sea, no lo hubiera hecho, inmediatamente comenzaron a disparar en nuestra dirección.

–¡Nos emboscaron!— dije agachándome bajo el volante.

–¡Sigue manejando Rudy! Yo terminaré con estos pendejos— pisó el freno, bajó de la camioneta, encendió su radio y empezó a alertar a todos los del convoy —¡A todas las estaciones, estamos siendo emboscados por el Cártel!. ¡Abran fuego contra el enemigo, repito, abran fuego!–.

Seguí manejando unas cuadras mas adelante y mejor me bajé de la camioneta, sería cobarde de mi parte no pelear junto a mi 'carnal'.

–No seguiré manejando, también voy a pelear— agarré valor, tomé mi arma y comenzé a disparar.

–¡Víctor 3-1 a Víctor 1-1! ¿Me copias?— grité por mi radio.

–¡Rudy! ¿Sí llegaste al Hospital?— Alejandro me devolvió el mensaje.

–¡No! ¡Bajé de la Jeep para abrirme paso a pie y llegar a sacar al Sargento!–.

–¡Haz lo que tengas que hacer, cuando salgas da el aviso para la retirada. Víctor fuera!–.

Dicho y hecho, me hice espacio entre las calles para no alterar a la gente, quise escabullirme en el Mercado pero me fue imposible, tambien abrieron fuego ahí; no me quedaban muchas opciones así que tuve que bajar a las alcantarillas, el sistema de drenaje lo conozco bien porque era nuestra ruta de escape durante la adolescencia y me alegro de recordar aun los caminos.

Seguí por las tuberías hasta dar con la alcantarilla de afuera del Hospital, y para mi mala suerte recordé que la habían sellado con concreto, ¡Puta madre! Me voy a arrepentir de esto; con la culata del rifle empezé a golpear hacia arriba con la intención de retirar la tapa y salir a advertirle a la gente que hay un enfrentamiento próximo.

Sigo intentando hasta que de un momento a otro parece que rompí un perno de la visagra, empujé hacia arriba y logré salir de ahí; era un total desastre lo que estaba viendo, civiles heridos, señoras y niños llorando, me parece que iba a ser un reto convencerlos o el simple hecho de llamar la atención.

–¡Escúchenme todos! ¡Dirijanse al Hospital a buscar refugio, los Vaqueros tenemos todo controlado!— fue lo único que pude gritar, espero me hayan escuchado.

Llamé a mas soldados mientras hacía lo imposible por dispararles a los del Cártel, al poco rato llegaron y pudimos acabar con el fuego enemigo unas horas mas tarde; terminamos agotados y sin cargadores, el ambiente era muy tenso... cadáveres de gente inocente, heridos y personas alteradas entrando y saliendo del Hospital, me llena de pesar todo lo que pasó en cuestión de tiempo, el Sin Nombre es un verdadero hijo de puta y nos la va a pagar caro.

Me tranquilizé unos segundos mas tarde y de inmediato recordé que tenía que avisarle a Alejandro la situación.

–Víctor 3-1 a Vargas, el fuego enemigo fue retirado y abatido ¿cuál es tu estado?–.

Se escuchó una señal cortada.

–Víctor 1-1 ¿Cuál es tu estado? ¿Me copias?–.

Siguió sin responder.

–¡Alejandro ¿estás ahí?!–.

Empezé a desesperarme, esperaba de todo menos que el Coronel no me respondiera al llamado e inmediatamente pensé en lo peor.

–¡Mierda!— caminé hacia mis compañeros en busca de alguna respuesta —Sargento Rivera ¿sabe algo de la situación del Coronel Vargas? ¿Sabe si fue alguna baja?–.

–Negativo Teniente ¿no venía con usted?–.

–Sí, pero se desvió y perdimos comunicación ¿usted lo vio Jiménez?–.

–No señor, lo último que supimos fue que salió de su camioneta y se separaron–.

–¡Puta madre!— siseé desesperado y enojado pasandome la mano por el cabello, puse mis dedos en el puente de la naríz y me tranquilizé —okay... Rivera, ustéd y el cabo Jiménez encarguense de la gente del Hospital, yo iré por el Coronel–.

–¿Seguro que puede ir solo Teniente? En una de esas lo atrapan a usted–.

–Puedo hacerlo, rápido, denme todos sus cargadores–.

Tomé los cartuchos que me dieron, me despedí de ellos y salí en busca de Alejandro perdiendome entre las calles del Pueblo, solo espero que esté vivo...

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UNA SIMPLE ENFERMERA (Alejandro Vargas x Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora