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–Hey Rudy— la voz de Alejandro me sacó de mis pensamientos y estoy agradecido por eso.

–Dime–.

–¿Dejamos pendientes en la base? ¿O estamos libres por la tarde?–.

–Hay papeleo, inducción a cadetes nuevos, la preparación de la bienvenida y mas cosas por hacer Alejandro, no podemos quedarnos mas tiempo— dije en tono serio, aunque yo sí me quisiera quedar para seguir viendola.

–Pensé que se te iba a olvidar, pero bueno— se paró de la silla para despedirse —ya nos vamos Doña 'Mary', tenemos trabajo que hacer–.

–Vayan con cuidado, les aviso cualquier cosa–.

–Adiós 'vaquerito', te portas bien, nos vemos en unos días para las vacaciones ¿estás listo?–.

–¡Sí papá! ¿Vamos a ir al río a pescar?— me agrada mucho ver a mi sobrino emocionado.

–A pescar no, pero a nadar sí— haciéndole cosquillas y revolviendole el pelo.

–Estoy muy ansioso por ir a nadar entonces, ¿podré llevar mi salvavidas rojo?–.

–Eso lo discutiremos después, por ahora tengo que irme. Nos vemos en unos días hijo, y adiós Doña 'Mary'— se dió la media vuelta y lo seguí hacia la salida.
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–No inventes ¿otra vez–.

–¿Qué pasó Alicia?–.

–Lee la noticia que te mande por chat–.

Alicia y yo estábamos en nuestra hora de comida, pues ya habían dado las seis de la tarde, yo estaba revisando mis redes sociales cuando mi amiga me mandó la noticia que al momento de abrirla y leerla no supe como sentirme exactamente: medios informan que el Sin Nombre está aliado con una organización terrorista y les está ayudando a esconder misiles robados en algunas partes del mundo.

–¿Crees que sea real?— me preguntó.

–A estas alturas ya no se sabe Alicia, pero si lo es, que Dios se apiade de nosotros–.

–Tienes razón, si ahorita que el narco y el ejército están peleados a muerte nos va mal, no me imagino los desastres si el Sin Nombre se alía con los terroristas–.

–Primero moriremos los del pueblo, eso es seguro— mi respuesta sonó muy pesimista pero tengo razón.

–¿Y los Vaqueros? Ellos harían lo imposible para salvarnos–.

–No lo dudo, pero tengo miedo por mi amigo Rudy–.

–Él estará bien, no dudo de que hace un buen trabajo al igual que las Fuerzas Especiales–.

–Y hablando de Rudy, mira quien viene–.

Carolina se acercaba a nuestra dirección con una cara roja que tambien expresaba un poco de temor, llegó a las maquinas dispensadoras sacando una soda y se vino a sentar con nosotras.

–¿Qué te picó esta vez, Caro?— le pregunté riendo.

–Ay Micaela, el papá del pequeño Pablo es imponente, tuve mucho miedo— sonó temblorosa.

–¿Pero miedo de qué o que? ¿De que te fuera a hacer algo?— preguntó Alicia extrañada.

–¡Por Dios, lo hubieras visto! Si yo mido un metro con sesenta y tres centímetros, el me gana por otros cuarenta centímetros de altura–.

UNA SIMPLE ENFERMERA (Alejandro Vargas x Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora