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–¡Oh! Hola Micaela ¿Cómo estás?— sí me reconoció y me saludó.

–Yo muy bien, ha pasado mucho tiempo sin vernos— salí de atrás de la pared de la forma mas disimulada posible esperando que no note que lo estaba espiando.

–Lo sé, he estado mucho tiempo fuera de Las Almas, pero ya estoy aquí–.

–Me da muchísimo gusto— me sentía muy feliz por él; lo conocí cuando me asignaron a la base militar del pueblo y con el tiempo nos hicimos buenos amigos, a cada rato lo veía y atendía por sus alergias, por eso lo conozco también.

–Amm... Mica, quiero presentarte a mi madre y a mi abuelita; mamá, 'abue', ella es Micaela Domínguez, trabajó con nosotros en la base de Las Almas hace ya varios años, es una de mis amigos de mas confianza–.

–Muchísimo gusto señoras Parra— les estreché la mano gustosa —es un honor conocer a la familia del buen Rudy–.

–El gusto es nuestro hija, mi Rudy nos ha hablado mucho de tí y de como lo ayudabas en el ejército— me mencionó su mamá.

–Eres una muchachita muy linda— esas palabras provenientes de la abuelita de Rudy hicieron que se me derritiera el corazón.

–Que lindas son de verdad, me hacen sentir bonito— me sonrojé ante las palabras de ambas.

–Familia Parra— dijo Betty alzando su voz soñolienta y cansada.

–Digame— contestó Rudy.

–Su cita ya está lista, pueden pasar al segundo piso a los consultorios para valoración médica ¿Los puedes acompañar Micaela por favor?–.

–Sí claro, siganme por favor–.

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Regresé al comedor a ver si todavía estaban las chicas, y justamente con un ligero problema... Jonathan estaba sentado ahí, en mi lugar, al lado de Alicia.

Ese hombre me cae demasiado mal, tiene de novia a mi amiga y está 'enamorado' de mí, lo he notado por como me ve; ¿Qué clase de hombre se cree que es? Y solo por tener palancas en el hospital siente que es el mejor paramédico del mundo, es un cínico desvergonzado y mujeriego... hombres.

–¿Ya resolviste quien era tu conocido?— dijo Carolina.

–Sí, es un viejo amigo de la base militar del pueblo— contesté.

–Hola Mica— me habló Jonathan viendome de una manera lasciva.

–Tú no me hables— le dije rodando los ojos.

–Uy perdón ¿ya no te puedo saludar?— odio cuando usa ese tono molesto.

–No, cállate— contesté tajante.

–Mica, Carolina ya se andaba acabando tu tupper de comida— dijo Alicia manteniendo la vista en su teléfono.

–Eres una soplona— alzó la voz Carolina en un tono infantil.

–No importa— reí —mientas no se lo haya terminado y me haya comprado mis papas-.

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UNA SIMPLE ENFERMERA (Alejandro Vargas x Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora