CAPITULO 12

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SEOKJIN

—Sí, se explica por sí solo—, le digo a la mujer a la que acabo de ayudar a hacerse socia, pero no creo que sólo le interese hacer ejercicio. Y aunque es muy guapa, y parece inteligente e incluso un poco divertida, no me interesa.

—Sí, es mucho más elegante que el que tengo en casa, pero creo que puedo arreglármelas.

Sin embargo, no se mueve hacia la cinta de correr de la que estamos hablando, y me empiezan a sudar las palmas de las manos ante lo que viene a continuación. Taehyung vuelve a sacar el tema de las citas. Casi todos los días desde entonces. No porque quiera salir con alguien. No. Sino porque me siento como un bicho raro por no querer. Porque él tiene citas y es sociable, y yo sólo soy un triste padre soltero. Pero no estoy triste. Estoy bien. Estoy contento. Me gusta pasar la noche con Bahiyyih... y Taehyung. Y ahí está el problema. Empieza a hablar, y antes de que pueda pensar en una buena excusa, Taehyung está a mi lado con una Bahiyyih llorosa.

—Oye, perdona. Creo que quiere a su papá.

Un soplo de alivio me invade mientras agarro a Bahiyyih en brazos y la hago rebotar suavemente. —Hola, dulce niña. ¿Qué te pasa?

Me olvido de la mujer hasta que habla, su voz suena sorprendida. —Oh mierda, ¿tienes un bebé?

Suena horrorizada, y Taehyung parece molesto. —¿Necesitas ayuda? Estaría encantado de intervenir.

—Oh... —Lo mira a él y luego a mí. —Creo que ya lo tengo.

—Estupendo. Avísame si necesitas algo más—, digo y me doy la vuelta para marcharme, agradecido por la distracción.

Pero su voz me detiene. —¿Seokjin?

La miro, intentando ser educado. —¿Sí?

Siento a Taehyung a mi lado y sonrío cuando me evalúa con la mirada. —¿Estás casado?

Sacudo la cabeza. —No. —Pero no le doy más detalles.

Siento que Taehyung se pone rígido a mi lado cuando ella se acerca. —¿Estás con su madre? —Parece esperanzada, y esta situación no me gusta nada.

—No. —Pero el recuerdo de Irene hace lo que siempre hace, y al instante se me revuelve el estómago.

—Si no necesitas nada, me vendría bien la ayuda de Seokjin, y su hija probablemente necesite comer. —Taehyung suena casi a la defensiva, pero de nuevo, le estoy agradecido.

—Oh, um... —Mira a Bahiyyih de nuevo y luego a mí. —Probablemente sea lo mejor. No me gustan los bebés.

¿Qué mierda significa eso? No digo nada y, por suerte, Taehyung le dedica una sonrisa cortante pero educada antes de dirigirme a la recepción con Bahiyyih, que se ha calmado pero aún no está del todo satisfecha.

—¿Qué demonios ha sido eso? —pregunto mientras me siento en una silla y agarro un biberón y leche de fórmula.

Taehyung me lo quita y prepara un biberón mientras contesta: —Una mujer queriendo tirarte, pero supongo que no vio venir al bebé.

—¿Tirarte? —No puedo evitar sonreír mientras lo miro agitar el biberón mezclándolo. —¿De verdad acabas de decir eso?

Mira a Bahiyyih y luego a mí. —Bueno, ahora no puedo decir j-o-d-e-r, ¿no?

Me rio entre dientes mientras agarro el biberón que me ofrece y se lo doy a Bahiyyih. Inmediatamente empieza a darse un festín con su almuerzo y se olvida de nuestras payasadas, acurrucándose en mis brazos mientras se concentra sólo en su biberón.

—Ella aún no sabría lo que significa ninguna de las dos cosas.

Se sienta en la silla contigua a la mía y me lanza una mirada mordaz. —Sí, pero mi chica no tiene por qué saber lo que esa mujer quería hacerte.

Algo caliente me recorre cada vez que se refiere a Bahiyyih como su chica. Algo que me hace sentir bien.

—¿Y cómo demonios sabía ella que no estamos juntos? —Parece realmente ofendido por ese pensamiento. —Quiero decir, te traje el bebé. Podría ser tu marido, por lo que ella sabe. Qué descaro.

Sus ojos sorprendidos se cruzan con los míos y empieza a retroceder, pero me limito a sacudirle la cabeza. —¿Así que el demonios está bien? Técnicamente, también es una palabrota.

—Apenas es una palabrota.

Me rio. Parece que lo hago mucho más cerca de él. —Tienes razón. Debería haberle dicho que estábamos juntos. Pero por lo visto le dan miedo los bebés, así que no necesitaba repelerla.

—Es tonta—, dice, rozando con un dedo la mejilla de Bahiyyih, y maldita sea, el corazón me da un vuelco otra vez. Esa sensación de calor me recorre porque la forma en que la mira, como si fuera lo más preciado del planeta, me provoca cosas. —Y lo siento. Quiero decir, claro que no estamos juntos... Eso fue una tontería... yo…

Salgo de mis pensamientos cuando oigo que se centra en lo que ha dicho antes. —No, tienes razón.

Me dedica una sonrisa triste y lo odio. Tengo ganas de hacerle tantas preguntas. Por ejemplo, por qué está tan triste. Su labio inferior sobresale un poco más que el superior y quiero mordisquear ese maldito labio. Saborearlo. Besarlo y no salir a respirar hasta que me vea obligado a hacerlo.

Estos pensamientos se me están yendo cada vez más de las manos últimamente, pero antes de que pueda pronunciar palabra alguna, nos recibe un hombre sonriente y guapo al que he visto antes pero con el que no he hablado desde la primera noche que entré en el gimnasio. Esa noche parece que fue hace tanto tiempo.

—Taehyung. —Mira a Bahiyyih y luego a mí. —Bahiyyih. Seokjin. Hola.

—¿Yoongi? —Pregunto porque sé su nombre, pero no he hablado con él ni me lo han presentado como es debido.

—Sí, hola. ¿Cómo estás? —Sospecho que Jungkook le ha puesto al día sobre Bahiyyih y yo viviendo aquí ahora y yo trabajando para él.

—Estamos bien. Todos aquí han sido muy amables.

—Eso es genial. —Yoongi está sonriendo, y es tan raro, como si realmente le importara. Como si a todos les importara. Una vez más, no estoy seguro de cómo tuve suerte en un lugar como este, no importa lo extraño que me pueda parecer. —¿Y tú?— Ahora mira a Taehyung.

—Bien. Aunque hay un chico que me preocupa un poco. Le di un folleto de Rayos de Ilusión y espero que venga.

La expresión de Yoongi se vuelve preocupada y asiente. —¿Cuántos años tiene?

—Quince. Es un tipo duro, pero creo que le vendría bien venir a hablar.

—Sí, dale mi número, si no lo has hecho ya. El grupo puede ser un poco intimidante al principio.

—Ya lo he hecho—, dice Taehyung, y Yoongi sigue con cara de preocupación.

Me doy cuenta de que debe de ser otro humano que carga con todo el dolor del mundo sobre sus hombros. Un terapeuta que pasa su tiempo libre dirigiendo un grupo de apoyo. Controlando a los niños que supongo que Taehyung conoce mientras trabaja como voluntario. Se dirige a hablar con Jungkook, que está en el despacho, y yo me vuelvo hacia Taehyung.

—¿Adoptan a todos los que conocen?

Sonríe alegremente. —Sólo a los que nos dejan.

—Eres un buen hombre, Taehyung—, digo tontamente porque duh.

Me lanza una mirada que no entiendo y, de nuevo, quiero preguntarle todas las cosas. Pero, una vez más, nos interrumpen los clientes y el trabajo. Probablemente sea lo mejor, porque no estoy seguro de cuánto tiempo podré mantener estos pensamientos bajo llave, y quiero todo el tiempo que pueda antes de arruinar las cosas.

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ABANDONADO (Libro IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora