23-La universidad

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Luna:

Baje del avión, todo allí era muy frío, no me encontraba bien, estaba arrepentida de la decisión que había tomado, debería haber esperado un poco más, él lo hubiera hecho por mí, y yo, yo me había ido hasta del continente, no sabía cómo iba a hacer esto sabiendo que él estaba allí, que él estaba en un hospital y yo aquí, en Londres, no sé qué estoy haciendo.

Salí del aeropuerto y lo primero que hago es cruzar la calle sin mirar, qué inteligente.

-¡Cuidado!- me gritó alguien agarrando mi cintura para apartarme- ¿Estás bien? Mierda, casi te atropella un coche, tienes que tener cuidado.

-Gracias, madre mía, no lo había visto.

-Tienes que tener más cuidado -dijo antes de quedarse mirándome- y más una hermosa chica como tú.

-Gracia, por cierto, sabes dónde estás esta dirección, es que acabo de llegar y estoy muy perdida.

-Está un poco lejos, te puedo llevar.

-Ehh.

-Soy taxista, no te preocupes.

-Oh, es que no lo...

-Ya lo sé, soy mi joven para ser taxista, pero de algo habrá que ganarse la vida.

-Tienes toda la razón, por cierto, soy Luna.

-Andrew, un placer.

                              ***

Me senté en el taxi de Andrew, aquí tenían un acento muy raro y rápido. Me constaba entenderle a veces, pero la ciudad es increíble, no es nada como donde vivía, esto es todo mucho más distinto, y eso me asusta, y me emociona a la vez.

Siempre que me pongo nerviosa, miro mi cuaderno; va a parecer un poco de acosadora, pero bueno.

Está lleno de fotos de Zack, y de nosotros juntos, algunas palabras que me dijo, recortes de tickets de cine, estradas de parque a los que fui con él, y motes que me ponía, aparte de que me apunté la marca de su perfume.

No quiero parecer loca ni nada, pero me llevé algunas camisetas y sudaderas suyas, pero luego pensé que en algún momento dejarían de oler a él y si tenía su perfume podría ponerle un poco. Vale, parezco una acosadora, pero en su momento me pareció buena idea.

-Hemos llegado, toma, mi tarjeta, aquí la tienes, nunca viene mal tener la tarjeta de un taxi.

- Muchísimas gracias, lo tendré en cuenta si alguna vez necesito un taxi.

-No vemos chica guapa.

Cerré la puerta del taxi y vi el edificio del campus; era precioso, como en las películas.

Me sentía como ese tipo de chicas de los libros que son interesantes, pues así.

Con una maleta en cada mano, me adentré al edificio a buscar mi puerta.

Habitación 304, esta es la mía.

Abrí la puerta y vi una enorme sala común con tres puertas, las cuales una mía, y dos de mis compañeras.

Teníamos una chimenea en la sala, y el suelo de madera caliente.

Entré en una de las habitaciones y me encontré con una cama al lado de la ventana y un escritorio, aparte de un armario empotrado.

Dejé las maletas en mi habitación y empecé a sacar todas mis cosas, esto era genial.

Se me había olvidado todo hasta que una notificación de la galería me llegó.

Un desconocido alemánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora