18-Tengo miedo

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Me levanté de golpe, una capa de sudor frío me recorría la frente.

Mire mi teléfono, eran las cinco de la mañana.

Zack dormía plácidamente a mi lado.

Me levanté para beber un poco de agua.

Me empezaron a temblar las manos.

Sabía que se venía, siempre pasaba lo mismo antes de que me llegase un ataque de ansiedad.

Me dan mucha vergüenza mis ataques, odio que la gente me vea tener uno, eso me pone aún peor.

Luego de que se te pase el ataque la gente no te mira igual, algunos hasta se reían, y eso era lo peor de todo, que se rieran, te hacía sentir muchísimo peor.

Me daba más angustia saber que Zack se enteraría a tener un ataque.

Cerré la puerta del baño con cuidado de no hacer ruido, me tumbé en el suelo frío y empecé a contar de cien para atrás.

100...

99...

Cada vez me dolía más el pecho.
98...

97...

Estaba demasiado triste y no sabía por qué.

96...

95...

No me calmaba, me levanté del suelo y me miré al espejo, en un intento de tranquilizarme mi mirada se posó sobre la cuchilla de afeitar que había en la repisa.

Mi mirada se quedó allí durante unos segundos.

No, no, no, no.

Me prometí hace mucho no volver a hacerlo, se lo había prometido a mi mejor amiga.

Me deslicé por la pared hasta quedar con las rodillas en el pecho.

Y empecé a llorar, a llorar muy fuerte, pero en silencio...

Le mandé un mensaje a Jenny poniéndola al día de lo que me estaba pasando.

Me hizo una llamada.

—Luna, esposa mía, tranquila.

—No sé qué me pasa, joder.

—¿Está Zack contigo?

—Claro que no, no le diré nada.

—Luna...

—¿Acaso no recuerdas que pasó en décimo?

—Vamos Luna, no lo compares con eso.

—Puede ser lo mismo, y lo sabes.

—Pues si llegase a pasar lo mismo, Zack sería un Gilipollas.

—Cállate.

—O le avisas a él o voy yo, pero no te voy a dejar sola.

—Vamos Jenny.

Un desconocido alemánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora