Capítulo 9

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El trío se adentró en la granja, ya ninguno llevaba sus trajes habituales. So iba de negro con una camisa gris de botones por debajo de su suéter negro. Cha tenía una camiseta blanca que se cubría con un suéter negro y pantalones negros también. Mi-yeon llevaba un vestido blanco corto y ajustado, combinado con un suéter negro y zapatillas blancas.

—Revisen por allá —ordenó So.

—Sí, señor —respondió Cha, mientras Mi-yeon decía alegremente— okis.

Cha cogió hacia un lado y Mi-yeon hacia el otro. Después de unos minutos, Mi-yeon tuvo que llamarlo por teléfono para avisarle que el extranjero iba hacia él. Tras unos minutos más, Mi-yeon y Cha se reencontraron y entraron a la casita.

Cha, lo llamó diciendo que eran ellos. So salió de su escondite, que era debajo de una mesa.

—¿Quién queda? —preguntó So.

—La madre, posiblemente. Ya se fue a casa y el trabajador también, así que debe estar vacío —respondió Cha.

—Bien, entonces bajemos allí —ordenó So.

—Bien, entonces bajemos allí —ordenó So

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—Es un depósito de estiércol. ¿Y el otro? —preguntó Cha, apuntando con la luz de su teléfono.

—Hay un depósito más pequeño allí —respondió So.

Los dos hombres iluminaban todo con el flash de sus teléfonos mientras se cubrían la nariz. Mi-yeon, a pesar de no tener su teléfono a la mano, también se tapaba la nariz por el olor.

—Cielos, me voy a quedar sin olfato después de hoy —se quejó entre susurros.

—Vayamos al otro depósito a ver si ese huele mejor —sugirió Cha.

—Está bien —asintió So.

Se giraron, pero terminaron gritando cuando vieron a una mujer aparecer de repente. Fue como ver un fantasma, y de la sorpresa cayeron sobre el estiércol. Bueno, Mi-yeon no; ella cayó sobre Cha. Cuando se dieron cuenta sobre lo que habían caído, soltaron otro grito. Mi-yeon se levantó primero, sintiendo el cuerpo de Cha tenso bajo el de ella. Luego ayudó a levantar a ambos.

—¿Quiénes son? ¿Qué hacen aquí? —preguntó la mujer, sorprendida.

—Bueno, nosotros... —empezó a decir So, pero Cha lo interrumpió rápidamente.

—Necesitamos estiércol. Es que queremos abrir nuestra propia granja y dicen que el estiércol de cerdo es mejor que el fertilizante.

—Pero no pueden cubrir su campo con eso. Deben agregar aserrín y probióticos para convertirlo en fertilizante orgánico... usé todo lo que había, pero seguro les dará un poco cuando vuelva a hacer.

—Entiendo. Gracias —dijo Mi-yeon, tratando de mantener la compostura, jalandolos a ambos para poder irse.

—Es muy lindo ver jóvenes en este pueblo lleno de ancianos, y más si quieren tener una granja. Por cierto, ¿dónde está? —preguntó la mujer.

—Por allá —respondió Cha, señalando al azar.

—Esa es nuestra.

—Compramos uno detrás del campo que está a dos campos de ese —intervino Cha rápidamente.

—¿Compraron el campo? Wow. A la señora Park le preocupaba que estuviera caro porque nadie lo quería... qué sorpresa. Bueno, yo les aviso cuando haya más estiércol.

—Gracias —dijo Mi-yeon.

—¿Y dónde viven? —continuó la mujer, curiosa.

—Estamos... —empezó a decir So.

—Estamos construyendo uno —lo interrumpió Cha.

—Qué genial. Deben tener mucho dinero.

—Sí, algo así —respondió Mi-yeon, jalando a Cha para irse.

—Una última cosa antes de que se vayan. Este lugar está restringido, así que...

—Claro, lo sentimos. Hasta luego —dijo Mi-yeon rápidamente, jalando a Cha junto a So— ¿estás loco? Nos va a tocar comprar el campo, cultivar y construir una casa —regañó Mi-yeon en voz baja.

—Me confundieron sus preguntas repentinas —se defendió Cha.

—Cha, te voy a matar —gruñó Mi-yeon, pero se giraron al ver a la señora derrumbarse en el suelo, adolorida.

—Tenemos que llevarla al hospital —dijo ella con urgencia.

Los obligó a cargarla hasta el auto, donde Mi-yeon manejó con So de copiloto y Cha iba atrás, vigilando a la señora.

Llegaron al hospital rápidamente, Mi-yeon estacionó el auto de manera apresurada y se apresuraron a sacar a la señora del asiento trasero

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Llegaron al hospital rápidamente, Mi-yeon estacionó el auto de manera apresurada y se apresuraron a sacar a la señora del asiento trasero. Cha y So la cargaron como pudieron, mientras Mi-yeon corría adelante para alertar al personal del hospital.

—¡Necesitamos ayuda, por favor! —gritó Mi-yeon al entrar por las puertas automáticas del hospital.

Un par de enfermeros llegaron con una camilla y tomaron a la señora, llevándola hacia la sala de emergencias. Mi-yeon, So y Cha los siguieron hasta que se detuvieron en la sala de espera, donde un médico se acercó para hablar con ellos.

—¿Qué pasó? —preguntó el médico, con una expresión preocupada.

—La encontramos en su granja, se desplomó de repente —explicó Mi-yeon, tratando de sonar calmado.

—¿Es algún familiar suyo? —preguntó el médico, mirando a los tres.

—No, solo estábamos visitando su granja por asuntos de negocios —respondió Mi-yeon rápidamente.

El médico asintió y se fue para atender a la señora. Mi-yeon, So y Cha se quedaron en la sala de espera.

—Espero que esté bien —murmuró Mi-yeon.

—Sí, fue muy repentino —añadió So, mirando a la puerta de la sala de emergencias.

Cha, que había estado callado, observaba la interacción entre So y Mi-yeon. La cercanía y la manera en que Mi-yeon parecía buscar la aprobación de So no pasaron desapercibidas para él.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el médico regresó.

—Va a estar bien. Solo fue un episodio de fatiga extrema. Necesita descansar y recuperarse —dijo el médico, calmando sus preocupaciones.

—Gracias, doctor —respondió Mi-yeon, dejando escapar un suspiro de alivio.

—De nada. Les avisaremos cuando puedan verla —agregó el médico antes de retirarse.

—Claro, muchas gracias —sonrió ella haciendo una reverencia.

Pero apenas perdieron del vista al doctor, se fue casi que corriendo a la salida.

𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝗕𝗢𝗬 ||The Good Bad Mother||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora