Capítulo 14

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—¿No crees que lo haya denunciado? —preguntó Mi-yeon, con preocupación en su voz.

—No, claro que no. Perdió la evidencia —respondió So, sacudiendo la cabeza— en todo caso, la acusarían de amenazar a Oh Ha-yeong.

—Creen que nos descubrió, por eso huyó. Debemos atraparlo antes de que todo se descontrole.

De repente, vieron a Sam-sik correr por la calle, gritando el nombre de Kang-ho. Mi-yeon se inclinó hacia adelante, frunciendo el ceño.

—Esperen, ¿ese no es Bang Sam-sik? —dijo Cha, señalando.

—¡Sam-sik!

—¡Atrápalo!

Los tres comenzaron a correr detrás de Sam-sik, quien parecía no haber notado su presencia. Mi-yeon, aunque un poco más atrás, no perdió el ritmo. Cuando llegaron a la granja de Kang-ho, vieron con horror que esta estaba envuelta en llamas. El humo negro ascendía al cielo y el calor de las llamas era casi insoportable.

Dos tipos estaban cerca de la granja. Uno de ellos, al ver al trío acercarse, levantó un palo y se defendió ferozmente. En la confusión, golpeó a Mi-yeon en el abdomen, haciéndola caer al suelo.

—¡Mi-yeon! —gritó Cha, corriendo hacia ella para ayudarla a levantarse.

A pesar del dolor, Mi-yeon se levantó rápidamente con la ayuda de Cha. Determinada y sin tiempo que perder, ambos corrieron detrás de los atacantes. So se unió a ellos. La persecución fue intensa, con los tres moviéndose con urgencia y coordinación.

A medida que avanzaban, Mi-yeon, recuperando su compostura, comenzó a adelantar a Cha y So. Su mirada estaba fija en los tipos que intentaban escapar. Finalmente, en un impulso de energía y determinación, Mi-yeon logró alcanzar al hombre que la había golpeado.

Con una habilidad sorprendente, lo derribó al suelo,. Sin perder un segundo, utilizó un zapato para neutralizar al otro atacante (al tirárselo a la cabeza), quien estaba a punto de escapar.

Cha y So llegaron a su lado, respirando pesadamente pero listos para actuar.

—¿Estás bien? —preguntó So, mirando a Mi-yeon con preocupación.

—Sí, estoy bien. Solo necesitamos asegurarnos de que estos tipos no se escapen —respondió ella.

 Solo necesitamos asegurarnos de que estos tipos no se escapen —respondió ella

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Era una noche tranquila y estrellada. El cielo oscuro estaba salpicado de pequeños puntos brillantes que parecían contar historias milenarias. Mi-yeon y Cha estaban sentados en las afueras de su nueva casa, después de un día agotador como siempre. El aire fresco de la noche ofrecía un respiro de la tensión y el calor del día. La brisa suave hacía que las hojas de los árboles susurraran suavemente.

—A veces me pregunto cómo sería una vida lejos de todo esto —dijo ella, rompiendo el silencio. Su voz era suave, cargada de un anhelo que Mi-yeon no podía ignorar.

Cha la miró, sus ojos reflejando la luz de la luna: —Yo también lo pienso. Contigo, todo parece posible —respondió, con una sonrisa que mezclaba esperanza y temor. El destello en sus ojos era innegable; él realmente creía en sus palabras.

Cha, sintiendo la sinceridad en su voz, tomó su mano. La apretó con suavidad, transmitiendo una promesa silenciosa a través del contacto. —Un día, Mi-yeon. Un día, seremos libres —susurró, con una firmeza que parecía desafiar las estrellas mismas.

El momento se sentía eterno, como si el tiempo se hubiera detenido para ellos. Las preocupaciones y peligros que los rodeaban se desvanecieron momentáneamente, dejando solo la calidez de su conexión. La mano de Cha, cálida y reconfortante, parecía una ancla en medio del caos.

Mi-yeon se sintió más cerca de él que nunca. Era como si todas las barreras que habían enfrentado hubieran sido solo pruebas para fortalecer su vínculo. Ella apoyó su cabeza en su hombro, permitiéndose un momento de vulnerabilidad.

Cha giró su rostro hacia ella, su mirada llena de ternura. Sus dedos rozaron suavemente su mejilla, trazando un camino de calor: —Mi-yeon... —susurró, su voz apenas audible sobre el susurro del viento.

Ella levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de él. En ese momento, las palabras parecían innecesarias. Cha se inclinó lentamente, y Mi-yeon cerró los ojos, anticipando el contacto. Sus labios se encontraron en un beso suave y lleno de promesas. Fue un beso que habló de futuros compartidos, de sueños por realizar y de una vida lejos de todo el caos que los rodeaba.

Cuando se separaron, ambos sonreían, sintiendo una nueva esperanza. Las estrellas parecían brillar un poco más intensamente, como si celebraran el momento junto a ellos. Con las manos entrelazadas y corazones latiendo al unísono, Mi-yeon y Cha sabían que, pase lo que pase, enfrentarían el futuro juntos.

—Yo...

—No, no, no hables, solo disfrutemos este momento.

El trío se mostraba orgulloso frente al presidente, pues habían logrado atrapar a esos sujetos y llevarlos a la oficina de su superior

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El trío se mostraba orgulloso frente al presidente, pues habían logrado atrapar a esos sujetos y llevarlos a la oficina de su superior. La satisfacción en sus rostros era evidente, ya que el esfuerzo y el riesgo habían valido la pena. El presidente se levantó de su silla, caminando lentamente hacia uno de los muchos bates que tenía colgados en la pared. Mi-yeon tragó saliva, traumada por las expectativas que el presidente tenía sobre ellos.

—Imagina las expectativas que tenía cuando te asigné una tarea tan importante. No te dije que el grupo Woobyeok y nuestras vidas estaban en juego —dijo el presidente, su voz llena de una mezcla de decepción y furia contenida.

—Lo siento, señor. No esperábamos que durara tanto. Por suerte, atrapamos a los sospechosos —respondió So, intentando mantener la calma.

Pero el presidente no lo dejó terminar. Comenzó a golpear a los tipos con el bate, su ira desbordándose: —¿Qué tiene de difícil matar a ese idiota? ¡Maldición! —gritó, reaccionando con la misma violencia que Mi-yeon había mostrado anteriormente en el garaje.

Mi-yeon, impactada por la escena, apenas podía creer lo que veía: —¿Fue usted quien envió...? —comenzó a preguntar, pero fue interrumpida.

—¿Qué? Pero, ¿qué le pasó a Kang-ho hoy? —el presidente lo interrumpió— lo interrogaron sobre Hwang Soo-hyun y lo liberaron hace un rato. Se recuperó un vehículo en la escena del accidente de La Isla Taebu, y las puertas y ventanas estaban cerradas por dentro. ¿Me estás diciendo que Hwang Soo-hyun nunca estuvo en el auto? —el presidente continuó, su voz llena de incredulidad y rabia.

El trío se miró confundido, tratando de procesar la nueva información: —Eso significa que Kang-ho me engañó —dijo el presidente, su furia aumentando— entonces, ¿quién diablos mató a Hwang Soo-hyun?

La habitación quedó en un tenso silencio. Mi-yeon sentía que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Los pensamientos corrían por su mente mientras intentaba juntar las piezas del rompecabezas. La tensión en la habitación era palpable, y todos sabían que las cosas estaban a punto de complicarse aún más.

𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝗕𝗢𝗬 ||The Good Bad Mother||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora