Capítulo 11

47 8 0
                                    

Mi-yeon y So observaban la pared donde tenían todas las fotografías, nombres y ubicaciones del pueblo completo.

Los más violentados por Woo-byeok trabajaban arduamente para acabar ya con eso.

Ella tenía la cabeza sobre el hombro de So, haciendo "mmh" cada cierto tiempo. La puerta sonó y eso hizo que los dos se alarmaran. So extendió la cortina, pero esta solo cubría media pared, así que Mi-yeon tuvo que agarrar una cobija para cubrir el resto. Se puso de puntitas y se quedó pegada a la pared como un sticker.

—Señor So, Mi-yeon —entró Cha sonriendo, y los mayores lo miraron indignados. Mi-yeon soltó la cobija, sentándose en la cama de paso.

—Nos asustaste —dijo So, mirándolo molesto— idiota, te dije que no irrumpieras así.

—¡Por fin la tenemos! —dijo Cha. Mi-yeon notó que tenía algo escondido en las manos, pero no alcanzaba a ver qué era.

—¿Qué? ¿En serio? —sonrió So al ver la sonrisa de su compañero, quien asintió— ¿Dónde? ¿Dónde está?

La sonrisa de Cha se amplió mientras sacaba... ¡una hoja de lechuga! Mi-yeon abrió la boca impactada; seguramente, si fuera de esas caricaturas, su boca se abriría hasta tocar el suelo.

—Entonces... no te referías a la evidencia —So también estaba impactado, pero de la rabia— ¿te referías a hojas de lechuga?

—¿La evidencia? pero señor, mire, nos esforzamos por plantarlas. Bueno, Mi-yeon no porque no quiso, pero mire que a veces olvidamos regarlas o rociarles pesticidas, y mire cómo crecieron de lindas.

—Entonces estás eufórico, ¿verdad? —La sonrisa de So daba miedo, pero Mi-yeon disfrutaba del espectáculo.

Cha era como un niño pequeñito que aún gritaba desde el baño "mamá, ya terminé", y So era (sin querer decirle viejo) el abuelo que quería llevarlo al monte a machetear serpientes.

—Sí, señor, estoy muy feliz. Es la primera vez que planto algo y lo veo crecer.

Mi-yeon miró con ternura.

De verdad es un niño.

—Mire más de cerca.

—¡No te me acerques! ¡No! ¡Fuera! ¡Vete! —le tiró la cobija que tenía Mi-yeon en las piernas— ¡mocoso! ¡Vete!

La mujer soltó una risa cuando Cha se fue corriendo. So se puso las manos sobre la cabeza y ella se puso de pie para poner las manos sobre sus hombros.

—Relájate —lo sacudió solo un poquito y lo empujó para que se sentara en la cama— si nos alteramos, es peor... deberías ver el lado bueno.

—¿Y ese cuál es?

—Que no sacamos ni un centavo para el maizal ni para esta casa.

—Es cierto.

—Lo malo es que esta ropa me da mucho calor. No lo soporto.

So se rió al ver su mueca.

—Quédate aquí, tranquilízate y en un rato salimos.

Mi-yeon se fue directo al maizal donde sabía que estaba Cha, sentado observando su hojita de lechuga. Ella, si bien no se sentó porque su pantalón blanco se ensuciaría, sí se puso de cuclillas para estar a su altura.

—El señor So siempre es muy malo conmigo —se quejó Cha.

Mi-yeon le puso una mano en el hombro, apretándolo ligeramente.

—Cha, So solo quiere lo mejor para nosotros. Sabe que tenemos que ser serios si queremos sobrevivir a esto. Además, él te aprecia mucho, solo tiene una manera dura de demostrarlo.

𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝗕𝗢𝗬 ||The Good Bad Mother||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora