Capítulo 14: Incendió

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Ochako
09/05/2022

«Ochako yo..»

La viva imagen de las lágrimas caer por sus mejillas se reprodujo cual película clavada en mi memoria, generando un extrañó sentimiento de culpa que mi rabia tapaba fácilmente.

Apreté los puños, subí una de mis manos y apreté mi camisa con fuerza esperando tranquilizarme.

No quiero seguir echando más leña al fuego ni prolongar algo que ya no tiene sentido, no es como una maldita disculpa o discusión vayan a reparar lo que ya esta roto.

A veces desearía tener aquella alternativa que tiene algunos de poderse ir a cualquier otra parte evitando así sus conflictos y si, es un acto de cobardía porque técnicamente estarías huyendo, pero solo no quiero hacer una estupidez eso es todo. Además, hace mucho que deje de tener un lugar a dónde volver o quién me espere en el.

Eso es lo malo de esto. Que por más personas que tengas a tu alrededor, eventualmente siempre terminas quedando solo en este mundo de mierda en el que estamos.

Y así es la vida, solo llegamos y solos nos iremos.

Momentáneamente una vaga imágen del chico con pecas con quién hace tan solo unas horas hablaba inundó mi cabeza.

¿Como era que se llamaba? Midoriya... ¿El me recibirá si se lo pidiera? No se es difícil determinar algo sobre alguien que no conoces.

Como sea.

Deje caer mi espalda de la pared del apartamento de al frente aprovechando que no había nadie en el pasillo, mientras observaba en silencio la puerta frente a mi, debatiendo mentalmente si era buena idea entrar o no.

Se que es cobarde de mi parte incluso algo infantil, pero de verdad no estoy de humor para ver a nadie.

Y es así como a las casi seis de la noche sin cambiarme de ropa ni nada, decidí ir un rato a uno de los lugares que siempre logra calmarme, por su increíble vista y por el hecho de ser un increíble atajó o ruta de escape. Ubicado en la cima de uno de los edificios más altos al que he ido, a dos cuadras del departamento.

No fue tan complicado subir sin provocar miradas raras de los que pasaban cerca de ahí, ya que este mismo tiene unas escaleras afuera y es bastante común que los adolescentes lo usen como punto de encuentro o espacio romántico para sus confesiones de amor y esa tipo de cosas.

Pero hoy yo lo usaría para nada más que despejar la mente y tal vez desahogarme un rato.

Llegué y me senté en el borde con los pies afuera. Me quede viendo el horizonte y a la enorme ciudad abajo de mis zapatos oscurecerse poco a poco conforme el sol se alejaba, dejando atras en el cielo un rastro amarillento casi naranja con detalles morados por la mezcla de colores. Cosa que finalizaba con un fenómeno meteorológico conocido como "atardecer"

He observado muchos atardeceres a lo largo de mi vida y ellos me han observado a mi, en mis buenos momentos, en los malos y en aquellos en los que no siento nada, pero hoy había algo especial en ese oscurecimiento del cielo que me ignotizo y tranquilizó de alguna manera.

Al cabo de segundos quedo completamente inmersa de aquella particular paz, potenciado por el cansancio que siento por todo lo acumulado durante el día, así que permito que la tranquilidad me domine haciendo que baje la guardia, me alejo del borde para recostarme suavemente del piso sin ningun peligro exponencial, y cierro los ojos.

Sin embargo, la paz no me duro mucho y a los minutos oigo un ruido como de pasos muy cerca mío, por lo que abro los ojos topándome con el cielo nocturno tan cerca y a la vez lejos, por unos instantes creí que esos puntitos blancos eran alcanzables, que podría llegar a tocar las estrellas, pero era bastante obvio que no.

Una rosa marchitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora