CUATRO

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Félix empezó a escuchar algunos ruidos que interrumpieron su sueño y abrió los ojos. La casa del oficial Hyunjin se veía más hermosa que la primera vez que había estado allí. Ahora la cama ya no estaba en el piso, la mesa tenía un florero en el medio con flores de plástico, el lugar no olía a vómito y la televisión estaba conectada, porque él pudo escuchar el noticiero en volumen bajo. Félix se incorporó en la cama y vio a Hyunjin en la cocina. El olor a café era intenso y hasta había un delicioso aroma de comida en el aire. Félix sentía que la mandíbula le latía; la trompada que le habían pegado el día anterior, hoy se sentía más fuerte.

- Hola.

Hyunjin se asustó al escuchar la voz del rubio, ya que esperaba que siguiera durmiendo un poco más. Él volteó con una espátula de madera en la mano.

- Hola... ¿pudiste descansar?

¿El oficial le estaba preguntando a él, un cualquiera, si había dormido bien? Félix no recordaba cuando había sido la última vez que había dormido tan cómodo y tranquilo. Él sacó los pies afuera de la cama y se levantó.

- Como si hubiera muerto...

El humor sarcástico de Félix era algo molesto para Hyunjin, pero cuando lo vio caminar descalzo, se olvidó de ese comentario.

- Eehhh...debo tener alguna pantufla por...

- Estoy bien....

Félix caminó hasta la cocina, donde pudo ver que Hyunjin había preparado un desayuno...para dos personas. Wow, pensó el rubio pero no debía entusiasmarse, el oficial podría tener un mal día y echarlo a la calle en cualquier momento, así que Félix se propuso disfrutar el día a día. Hyunjin se dio cuenta cómo el rubio miraba la comida.

- No tuve tiempo de consultarte...es que ya casi debo irme...

- ¿Consultarme? ¿Qué cosa?

- Si te iba a gustar...huevos, arroz, salchi...

Félix empezó a reírse y fue directo a uno de los platos, agarró un par de palillos que vio al costado de la cocina y se puso a comer ahí mismo, de pie. Él empezó a soltar gemidos de deleite.

- Mmhhh...esto está riquísimo... mmmhhh... gracias, oficial Hyunjin.

Hyunjin observó al rubio comer: el chico parecía un niño, tierno, inocente y muerto de hambre. Pero él sabía que solo lo último era verdad porque Félix no era ni tierno, ni inocente, sí un aprovechador y sobre todo, un taxiboy. Hyunjin no debía olvidar ese dato para cada vez que mirara al chico y pensara qué lindo que es.

- Podemos sentarnos...si querés.

Hyunjin todavía no sabía cómo reaccionar ante tener a Félix viviendo bajo su techo. Cuando él amaneció, realmente se dio cuenta que todo esto era una locura. ¿Cómo se había dejado convencer de tener a Félix viviendo con él? Dios mío... de lo que Hyunjin estaba seguro era que se iba a arrepentir de todo esto. Ellos llevaron los platos a la mesa, las dos tazas de café y se sentaron uno frente a otro. Félix se devoró la comida en minutos mientras el que más apurado en irse era Hyunjin. El rubio enroscó los pies arriba de la silla, sentado de una forma muy incómoda, según la visión de Hyunjin, y empezó a mirarlo.

- Yo...tengo que irme...a trabajar.

- Ah, si...yo también.

Hyunjin abrió grandes los ojos, asustado por las palabras de Félix. ¿Cómo que Félix tenía que ir a trabajar? Félix ayer había recibido una paliza, además que el morocho no consideraba trabajo a eso que él hacía. El rubio se dio cuenta de la consternación del oficial.

Charmer - HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora