cap 8

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_ Buenos días, espero que hayan podido descansar.

_ Hola, doctor, ¿qué noticias tiene? ¿Dani estás bien? ¿Ya despertó?

_ Quiero que escuchen cuidadosamente lo que diré, sin alarmarse.

_ ¿Pasó algo? ¿Está bien?

_ Señora, traté de calmarse.

_ Dani no está respondiendo bien a los medicamentos, estamos haciendo todo lo posible para que pueda recuperarse.

Escuchar aquellas palabras... sonaron tan despacio en mi mente.

_ Doctor, Si ella salió bien de la cirugía, ¿que paso?

_ Dani es una mujer muy fuerte. Sobrevivir a la operación a la que fue sometida no es fácil, quizás sea una reacción. Estamos monitoreando cada minuto; dentro de unas horas les daré más información.

La madre de Olit empezó a desesperarse y a llorar.

_ Dani los necesita fuertes. Estos casos suelen presentarse después de una operación tan delicada como la que Dani tuvo.

_ ¿Cuándo podremos verla?

_ Por ahora no es conveniente. Estaré notificando el momento. Mantengan la calma.

Yo me mantuve en silencio, no podía opinar, eso sería desatar la ira de los Volkova y ellos necesitaban mucha tranquilidad en estos momentos. A mi lado seguía Antonio, quien tampoco dijo mucho. Él era amigo de Rebecca y de Dani, así que se sentó con los señores Fisher para darles consuelo.

_ Gracias, Doctor.

Lleve a Olit para que pudiese comer algo. Sabía que en momentos así el estrés le ganaba y lo último que hacía era comer.

_ Necesitas comer algo.

_ No tengo hambre.

_ Solo come un poco.

_ Prefiero hablar contigo.

_ Lo haremos, pero primero come algo.

_ Si.

_ Cuéntame ¿cómo fue el accidente?

_ Al parecer, Rebecca y Dani venían de una fiesta y se estrellaron en una vía cercana contra unos árboles. La peor parte se la llevó Rebecca, quien ya fue operada dos veces, pero no reacciona. Dani recibió un golpe en la cabeza y una herida en la pierna. Rebecca estaba tomada.

_ No me cuadra esa versión.

_ ¿Por qué lo dices?

_ Hasta donde sé, Rebecca no toma más de una copa en toda una noche. ¿Ya hicieron la denuncia para averiguar qué pasó?

_ Con tanta cosa, como, pero algo escuché de los papás de Rebecca. Al parecer, él está contigo en tu teoría, no cree que haya sido un accidente y menos lo del alcohol. Están investigando de dónde venían y a dónde se dirigían antes del accidente.

_ Es lo mejor.

_ Estoy muy feliz de que estés aquí.

_ Yo también, sé que ya lo hablamos hace un año y que todo quedó claro, pero sigo sintiéndome igual.

_ ¿Sabes que te amo, verdad? Y me siento muy orgullosa de la mujer que eres, de que seas la madre de mis hijos. El que estés aquí significa tanto para mí, no solo por el apoyo sino por la razón.

_ No sé por qué demoré tanto para tomar esta decisión. La última vez que hablamos lo pensé un poco, pero me daba miedo, temía por tu reacción, que no quisieras.

_ Sabes, lo estaba esperando.

_ Lo sé...

Hablamos del motivo de mi viaje, le conté cómo me sentía y lo que quería. Sabíamos que no era el lugar ni el momento: que después que todo esto pase intentaremos hacer un viaje con los gemelos, si todo sale como queremos.

Olit comió un poco y le compramos algunas cosas para sus papás. Ninguno había podido descansar, ni siquiera tenían hotel; no habían salido del hospital desde que llegaron. Antonio y yo buscamos un hotel cerca y les pedimos a los señores Volkova que fueran a tomar un baño, a descansar un poco y volver. Al principio estaban reacios, pero los médicos dijeron que darían un próximo diagnóstico dentro de ocho horas, así que había tiempo suficiente para descansar.

Los Volkova regresaron a la hora para que fuera el turno de Olit de poder bañarse y descansar. Fuimos al hotel e hice que durmiera por una hora. Le compré algo de ropa y cosas personales, llamé a mis padres para contarles y también a Emma para saber cómo estaban los gemelos. Le pedí el favor a Leo que durmiera en casa. No es que desconfiara de Emma, es que cuatro ojos ven mejor que dos y a ratos los gemelos suelen ser un tanto inquietos, sobre todo Apolo.

Me quedé con Antonio en el bar del hotel hablando un poco, contándole cómo habían sido estos dos últimos años desde que me casé, mi divorcio, los gemelos, las empresas.

Volvimos al hospital para seguir esperando noticias de Dani.

_ Viene el doctor...

_ Buenas tardes.

_ Hola, Doc. ¿Cómo sigue nuestra hija?

_ Dani está respondiendo mejor a los medicamentos, ha pasado el límite de las veinticuatro horas y sus respuestas en estas últimas han sido excelentes. Ya se encuentra en una habitación y avisaremos el momento en el que pueda recibir visitas, eso sí, ella sigue inconsciente. Ella puede escuchar todo lo que le digan, más no puede hablar.

_ Qué magnífica noticia, doctor, muchas gracias. Estamos agradecidos por todo lo que ha hecho por nuestra hija.

_ No es nada, estamos para ayudar. Me retiro, feliz noche.

Las horas pasaban y llegaba la madrugada. Era obvio que no veríamos a Dani, nos turnamos para quedarnos en la noche y los papás de Olit fueron a descansar. Así ellos regresaban temprano y nosotras nos iríamos al hotel.

Logramos dormir un poco en las sillas de la sala de espera, con unas cobijas que Antonio trajo para nosotras. Fue incómodo, pero no hubo contratiempo con el estado de Dani. A la mañana siguiente, sus papás vinieron temprano y era nuestro turno para poder descansar.

Volvimos con alimentos después del mediodía, logramos comer y nos enteramos de que los señores Volkova lograron ver a Dani.

_ ¿Cómo está?

_ Tiene muchos cables y tubos conectados a ella, la cabeza la tiene vendada y no reconozco a mi hija de lo inflamada que tiene la cara. - La señora Volkova lloraba al recordar el estado en el que vio a Dani, me preguntaba qué impresión me daría aquella imagen.

_ Trata de calmarte, madre, no importa cómo se vea. Lo más importante es que ella está bien, que su cuerpo está respondiendo y que pronto va a salir de esta.

_ En dos horas podrá volver a recibir visita, sería bueno que entraras y le hablaras.

_ Lo haré.

_ A ti ni se te ocurra entrar, no voy a dejar que alteres a mi hija y dañes su recuperación.

_ Usted no me va a impedir que yo la vea.

_ Soy su madre, claro que puedo impedirlo.

La madre de Olit no me dejó entrar a verla, pero aprovecharía el turno de la noche para verla cuando ella no esté. Llegó la noche y las visitas se habían cerrado, no me iban a dejar verla. Soborné a una enfermera, y quien me dejo verla no sin antes cobrarme 300 dólares.

Cuando la vi conectada a todos esos cables sentí como si me estrujaran el corazón. Se veía tan débil, tan frágil, era difícil verla así, después de conocerla tan fuerte, tan hermosa, tan dura, como si no hubiese nada en el mundo que pudiese doblegarla.

EN ESTA VIDA SI...                                             Final alternativoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora