xxv. la furia de Harry, especial +40k

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─¡Yo no pienso dormir con esa cosa horrorosa!

─Ni siquiera vamos a dormir en el mismo cuarto. Deja de chillar, zanahoria.

─¡Pues... ─Ron se removió, pensando en lo mejor que pudo, señalando la nueva tarántula que se posaba en el hombro de Jade y que parecía mirarlo con aburrimiento de la misma manera que su dueña─ entonces, tampoco quiero convivir con esa cosa!

Jade puso los ojos en blanco.

─¿Ya habrá llegado? ─preguntó Condy como por quinta vez.

Hermione hizo una pausa, ladeando la cabeza como si pudiera oír más allá de las paredes, pero, tal como las cinco veces en las que Cindy hizo la misma pregunta, negó con la cabeza por quinta vez.

Ambas amigas se encontraban sentadas en una de las dos camas gemelas que había en la habitación sombría, mirando vagamente el cómo a Ron parecía darle un paro cardiaco cada vez que se acordaba de que había una tarántula en la misma habitación en la que se encontraba.

Y como si el universo hubiera decidido por ya no hacerlos esperar más, la puerta de la habitación se abrió y Harry pasó por el umbral.

Harry no pudo dar un paso más cuando su visión quedó por completo oscurecida por una melena revoltosa y enredada como si no la hubieran tratado durante varios días. Cindy había corrido hacía él ni bien lo vio, y cuando Harry se dio cuenta de que era ella, su cuerpo se destensó por completo y supo que no volvería a gritarles a sus padres por querer ver dónde y cómo estaba su novia.

Una pequeña lechuza, Pigwidgeon, mascota de Ron, volaba describiendo círculos, muy agitada, por encima de sus cabezas.

─¡Harry! ─la que dijo algo al fin fue Hermione, al ver que ni Harry ni Cindy parecían querer despegarse del otro, y de cierta forma tenía miedo de cómo reaccionara Harry, todos lo tenían, incluida Cindy─. ¡Ron, Jade, ha venido Harry...! ¡Dejen de pelear! ¡No te hemos oído llegar! ¿Estás bien? ¿Estás enfadado con nosotros? Seguro que sí, ya sé que en nuestras cartas no te contábamos nada, pero es que no podíamos, Dumbledore nos hizo jurar que no te diríamos nada, oh, tengo tantas cosas que contarte, y tú también... ¡Los dementores! Cuando nos enteramos, y lo de la vista del Ministerio... es indignante. He estado buscando información y no pueden expulsarte, no pueden hacerlo, lo estipula el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad en situaciones de amenaza para la vida...

─Déjalo disfrutar del momento, Hermione ─dijo Ron, sonriendo, al mismo tiempo que cerraba la puerta detrás de Harry. Había crecido varios centímetros, y ahora parecía más larguirucho y desgarbado que nunca.

─Me alegra que estés al fin aquí... ─susurró Cindy en el oído de Harry, y éste le respondió con una caricia en la espalda baja antes de que ella finalmente se separara de él para dejarlo respirar.

Sin embargo, antes de que alguien más dijera algo, se oyó un suave zumbido y una cosa blanca salió volando de lo alto de un oscuro armario y se posó con suavidad en el hombro de Harry.

─¡Hedwig!

La lechuza, blanca como la nieve, hizo un ruidito seco con el pico y le dio unos cariñosos golpecitos con él en la oreja, mientras Harry le acariciaba las plumas.

─Estaba muy enfadada ─explicó Ron─. Nos mató a picotazos cuando nos trajo tus últimas cartas, mira esto...

Le enseñó a Harry el dedo índice de la mano derecha, donde tenía un corte ya casi curado pero profundo.

Rápidamente Harry se fijó en las manos de Cindy, pero no encontró ningún corte ni rasguño más que sólo piel pálida y unas uñas pintadas de rosa suave. No recordaba que se las hubiera pintado, tal vez lo hizo en su tiempo en ese lugar para distraerse.

innocent obsession, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora