xxvi. "tú no eres mi madre"

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La cocina, una estancia grande y tenebrosa con bastas paredes de piedra, no era menos sombría que el vestíbulo. La poca luz que había procedía casi toda de un gran fuego que prendía al fondo de la habitación. Se vislumbraba una nube de humo de pipa suspendida en el aire, como si allí se hubiera librado una batalla, y a través de ella se distinguían las amenazadoras formas de unos pesados cacharros que colgaban del oscuro techo. Habían llevado muchas sillas a la cocina con motivo de la reunión, y estaban colocadas alrededor de una larga mesa de madera cubierta de rollos de pergamino, copas, botellas de vino vacías y un montón de algo que parecían trapos. El señor Weasley y su hijo mayor, Bill, hablaban en voz baja, con las cabezas juntas, en un extremo de la mesa.

La señora Weasley carraspeó. Su marido, el señor Weasley, miró alrededor y se puso en pie de un brinco.

─¡Harry! ─exclamó; fue hacia él para recibirlo y le estrechó la mano con energía─. ¡Cuánto me alegro de verte!

Detrás del señor Weasley, estaba Bill, que todavía llevaba el largo cabello recogido en una coleta, enrollando con precipitación los rollos de pergamino que quedaban encima de la mesa.

Cindy escuchó cómo Bill le preguntaba a Harry si había tenido un buen viaje mientras se alejaba de él, dejando que sus manos se soltaran, y fue hacia Jade. Harry la siguió con la mirada, pensando en que quería un poco más de tiempo con ella, pero se quedó callado y vio cómo Tonks dejaba caer una vela encima de un pergamino que se llevó toda su atención.

Cindy se sentó junto a Jade, manteniendo un poco la distancia por la tarántula que seguía en el hombro de la pelinegra. Ron estaba al otro extremo de la mesa, lo más lejos posible de esa araña.

─¿Cómo te encuentras? ─preguntó Condy, entre susurros.

─Lo mejor que podemos estar en estos tiempos ─respondió ella, encogiendose de hombros como si fuera la persona más despreocupada del mundo.

Jade no era de hablar de su familia. Es más, Cindy por varias años creyó que ella era huerfana, y que por eso no le gustaba hablar de su familia. Tampoco se animaba mucho a preguntar. A Cindy no le molestaba si ella resultaba ser huerfana, pues ella también lo era. Pero si Jade no quería hablarlo, entonces lo respetaría.

Hasta que llegó a la casa de Sirius. Ahí fue donde Jade le contó todo. Tal vez porque sabían perfectamente que malas cosas iban a pasar, o tal vez porque Jade se asustó mucho cuando se enteró sobre el encuentro con los dementores. No lo sabía, pero ahora que sí se mantendría cerca de ella para apoyarla.

─¿Sabes algo de ellos?

Jade suspiró. Acariaba a su mascota con un dedo, como si con eso se distraería lo suficiente como para no enloquecer.

─Lo único que sé es que me siguen buscando ─dijo luego de unos segundos de silencio, solo escuchándose las voces de los demás─. Agradezco que Sirius me haya aceptado para quedarme hasta que las clases comiencen, si es que yo no quiero quedarme hasta que todo se calme, pero... tengo miedo. Miedo de que sepan dónde estoy y vengan a lastimarlos si se niegan a entregarme.

El que dijera abiertamente que tenía miedo era sorprendente.

Jade siempre se mostró como una chica dura, una que llevaba siempre puesta una armadura incapaz de romper. Pero ahora que Voldemort había regresado, Jade ya no podía seguir fingiendo sobre su vida fuera de Hogwarts.

Cindy colocó una mano sobre su hombro y lo apretó, indicandole que tenía personas con ella.

─Eso no pasará ─dijo, aunque no estaba del todo seguro. Ya nada era seguro─. Estás con nosotros ahora, y no dejaremos que ellos lleguen a ti sin antes pelear ─escucharon la voz de Bill diciendo que la comida estaba lista y Cindy bajó la mano a su regazo─. Comamos y luego vayamos a jugar un rato a las cartas. Aún falta la revancha.

innocent obsession, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora