**Capítulo 1: Familia perfecta**

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Desde pequeña, me enseñaron las artes de la nobleza

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Desde pequeña, me enseñaron las artes de la nobleza. Debía ser una buena lady en todo momento: comer adecuadamente, saludar con la etiqueta correcta, e incluso usar los tenedores apropiados para cada plato. Mi familia es parte de la nobleza inglesa, y nuestras vidas se desarrollan entre mansiones y eventos sociales. Mi padre, el conde Antonio, siempre fue amoroso y cercano a mí, mientras que mi madre, la duquesa Laura, tenía un carácter firme y soberbio.

Su matrimonio duró muchos años, desde mi nacimiento hasta mi niñez y adolescencia. Sin embargo, las grietas comenzaron a aparecer cuando cumplí los 18 años. Ahora, con 19 años y a solo una semana de finalizar la preparatoria, mi hogar es un campo de batalla. Estoy a punto de comenzar la universidad para estudiar Derecho litigante, pero todo se ha desmoronado a mi alrededor.

Era una noche tranquila, o al menos eso pensaba, mientras estaba en mi escritorio estudiando para el examen de admisión a la universidad. De repente, los gritos provenientes de la habitación de mis padres rompieron el silencio.

—¡No puedo más, Laura! —escuché la voz de mi padre, cargada de frustración y cansancio.

—¡Ah, claro! ¿Y ahora qué he hecho mal, Antonio? —respondió mi madre, con ese tono altivo que siempre empleaba cuando se sentía atacada.

Me acerqué a la puerta de mi habitación, tratando de escuchar mejor. Los golpes y palabras hirientes continuaban.

—¡Es que nunca estás satisfecha con nada! ¡Nuestra familia se está desmoronando y tú solo te preocupas por las apariencias! —gritó mi padre.

—¡Eres tú quien no entiende el significado de ser noble! ¡Tienes que mantener la compostura y la imagen! —mi madre no se quedó atrás, su voz era un látigo de reproches.

Mi corazón latía con fuerza, sentía que la casa se venía abajo con cada palabra lanzada como un dardo envenenado.

—¡La compostura no salvará nuestro matrimonio, Laura! ¡Ni a nuestra hija de este infierno! —mi padre parecía desesperado.

Me senté en el suelo, abrazando mis rodillas, deseando que todo aquello fuera solo una pesadilla. La fachada de familia perfecta se estaba desmoronando, y con ella, mi esperanza de tener un refugio seguro.

Al día siguiente, durante el desayuno, intenté aparentar normalidad. Mi madre, con su impecable vestido de terciopelo, mantenía su rostro inmutable.

—Fernanda, recuerda que hoy tenemos una reunión con la directora de la preparatoria para hablar sobre tu futuro en la universidad —me dijo, sin una pizca de la tensión de la noche anterior.

—Claro, madre —respondí, intentando que mi voz no temblara.

Mi padre se levantó de la mesa, ajustando su corbata.

—No podré acompañarlas, tengo una reunión importante en la oficina —dijo sin mirarnos a los ojos, y salió de la casa sin despedirse.

Mi madre me lanzó una mirada de reprobación.

—Tienes que entender, Fernanda, que a veces los sacrificios son necesarios para mantener la posición que tenemos —dijo con frialdad, como si hablara de negocios en lugar de nuestra familia.

—Lo entiendo, madre —respondí, aunque en mi corazón sabía que no quería esa vida.

Las horas pasaron lentas, y las paredes de la casa se sentían cada vez más estrechas. Sabía que la apariencia de familia perfecta que tanto se esforzaban por mantener era solo eso, una apariencia. Y yo estaba atrapada en medio de esa mentira, anhelando una salida de este infierno que llamábamos hogar.

————

Cada día en esta casa era un infierno para mí. No podía soportar más cómo todo se desmoronaba ante mis ojos cafés. Lo que me cambió para siempre fue la muerte de mi abuela Ascensión Blancas Vázquez. No podía soportar más. Mi abuela materna se había ido, víctima del cáncer. Estaba junto a ella en sus últimos momentos, y mi corazón se partía en mil pedazos.

—No te vayas, no me dejes, por favor, abuela —le rogué, con lágrimas corriendo por mis mejillas. Mis manos temblaban al sostener las suyas, frías y debilitadas.

Ella me miró con esos ojos llenos de amor y sabiduría, y con sus últimas palabras, me dijo:

—Mi niña... nos veremos en el cielo... tienes un gran futuro, mi futura abogada —susurró con voz cansada, pero llena de esperanza.

—Abuela, por favor, no me dejes —volví a suplicar, mi voz quebrada por el dolor.

—No tengas miedo, Fernanda. Siempre estaré contigo, en tu corazón —dijo, cerrando sus ojos lentamente.

Sentí como si una parte de mí se desvaneciera con ella. La soledad y el vacío en mi pecho eran insoportables. La abuela Ascensión había sido mi refugio, la única persona que parecía entenderme en medio de la tormenta que era mi familia.

Mi madre, como siempre, mantuvo su compostura durante el funeral. Mientras yo lloraba desconsolada, ella apenas dejaba escapar una lágrima, su rostro impasible.

—Fernanda, debes aprender a ser fuerte. La vida está llena de pérdidas, y tienes que seguir adelante —me dijo, como si fuera tan fácil apagar el dolor.

—Pero ella era todo para mí, madre. No sé cómo seguir sin ella —respondí, mi voz ahogada por el llanto.

—La abuela Ascensión quería que fueras una gran abogada. No la defraudes, Fernanda —respondió mi madre, con su usual tono firme.

Me aferré a esas palabras, a la última promesa que le había hecho a mi abuela. Sabía que tenía que ser fuerte y seguir adelante, pero la ausencia de su cálido abrazo y sus palabras de aliento eran una carga pesada que debía llevar.

Desde aquel día, mi hogar se convirtió en un lugar aún más oscuro y frío. Mis padres continuaban con sus peleas, y yo me sentía más sola que nunca. La muerte de mi abuela no solo marcó el fin de una etapa de mi vida, sino que también selló mi destino. Ahora, debía encontrar la fuerza para cumplir con la promesa que le hice, para salir de este infierno y construir un futuro que valiera la pena.

Pero cada vez que me sentía a punto de desfallecer, recordaba sus últimas palabras:

—Nos veremos en el cielo, mi niña... tienes un gran futuro, mi futura abogada.

Y esas palabras se convirtieron en mi ancla, en la luz que me guiaba a través de la oscuridad.

Y esas palabras se convirtieron en mi ancla, en la luz que me guiaba a través de la oscuridad

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Nuevo capítulo en la historia espero que les guste 🫶🏻⭐️

Mi vida es un infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora