**Capítulo 54: Stolas y Blitzo**

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Estaba siendo una mañana bastante caótica para la familia Morningstar

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Estaba siendo una mañana bastante caótica para la familia Morningstar. Se habían despertado más tarde de lo habitual cuando, justamente, hoy tenían un gran compromiso: la boda de Blitzo y Stolas. Lucifer se encontraba a medio vestir, corriendo de un lado a otro buscando el resto de su ropa mientras intentaba ponerse su pantalón de vestir. Vaggie, por su parte, se encontraba maquillándose delante del espejo, tratando de ignorar cómo su suegro estaba casi desnudo, sin importarle que ella y su hija se encontraran en la misma habitación.

Charlie estaba sentada en la cama, con Fernanda detrás de ella cepillando su largo cabello rubio. La humana se contenía las ganas de reír al ver a su prometido tropezar con todo mientras se vestía para la boda, incluyendo los patitos de goma esparcidos por toda la habitación.

— ¡Mierda! Patos estúpidos —exclamó Lucifer, pateándolos lo más lejos posible.

— Deberías calmarte, chaparrito. Aún estamos a tiempo —dijo Fernanda, terminando de cepillar el cabello de Charlie y colocando una corona de princesa en su cabeza—. Lista, Charlie. Te ves hermosa.

— ¡Muchas gracias, Fernanda! Eres la mejor —respondió Charlie, levantándose para mirarse en el espejo junto a su novia Vaggie.

— Te ves preciosa, querida —dijo Vaggie, besando la mejilla de Charlie.

Fernanda se puso de pie y se acercó a Lucifer, quien ya estaba vestido pero batallaba con la corbata. La poca paciencia que le quedaba se estaba agotando, hasta que sintió las manos de Fernanda sobre las suyas, llamando por completo su atención.

— Déjame ayudarte con eso —dijo Fernanda suavemente, tomando la corbata y comenzando a anudarla con destreza.

— Gracias, amor. No sé qué haría sin ti —respondió Lucifer, relajándose un poco.

— Te pondrías una corbata mal anudada y aún así te verías increíblemente guapo —respondió Fernanda con una sonrisa.

Charlie y Vaggie observaron la escena con ternura. Era raro ver a Lucifer en una situación tan humana y cotidiana, y eso las hizo sonreír.

— ¿Estás listo, papá? —preguntó Charlie, girándose para mirar a Lucifer.

— Casi, casi. Solo necesito mis zapatos —respondió Lucifer, mirando a su alrededor en busca del calzado.

— Están debajo de la cama —dijo Vaggie, señalando con el pincel de maquillaje.

Lucifer se agachó y sacó los zapatos de debajo de la cama, poniéndoselos rápidamente.

— Listo. Ahora sí estamos a tiempo —dijo Lucifer, levantándose y mirando a su familia.

— Ya estamos listos, entonces. ¡Vamos a esa boda! —exclamó Charlie, tomando la mano de Vaggie.

— ¿Todos tienen sus invitaciones? —preguntó Fernanda, asegurándose de que nada se quedara atrás.

— Sí, aquí las tengo —respondió Vaggie, mostrando los sobres.

— Perfecto. Entonces, vámonos —dijo Lucifer, tomando la mano de Fernanda y dirigiéndose a la puerta.

El grupo salió de la habitación, bajando las escaleras del hotel y dirigiéndose al auto que los llevaría a la boda de Blitzo y Stolas. La anticipación y la emoción se sentían en el aire, y a pesar del caos de la mañana, sabían que sería un día memorable.

Mi vida es un infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora